En La Ceiba, una pintoresca ciudad hondureña bañada por el mar Caribe, Nahuel Luna construye su presente lejos de casa. El delantero no sólo disputa el ascenso de la liga de ese país vistiendo la camiseta de Hondupino, sino que también lidia con los desafíos de estar lejos de su familia y de adaptarse a una cultura totalmente diferente. En su voz resuena la nostalgia de un tucumano que extraña su tierra, pero también la determinación de alguien que no se rinde.
“Es un país más humilde en el que todavía hay muchas costumbres tradicionales y sobre todo menos capitalismo”, dijo Luna sobre ese salto a lo desconocido que no fue de casualidad.
Llegó gracias a la recomendación de Héctor Vargas, un DT argentino con experiencia en ese país. Así, aterrizó primero en Victoria, un club de Primera División en La Ceiba, antes de continuar su camino en Hondupino. Pero la adaptación no fue sencilla. En Honduras, el ritmo de vida es diferente, las costumbres marcan un contraste y el calor, ese que se siente desde temprano en la mañana, parece no dar tregua.
“La Ceiba es un lugar hermoso. Tiene playas increíbles y una vegetación muy linda”, comentó antes de resaltar que nada le fue sencillo. “Me costó adaptarme al principio. La gente aquí es buena, pero tiene otra forma de ser”, aseguró.
En el país de Centroamérica, Luna no sólo encontró la regularidad futbolística que tanto buscaba, sino también al amor de su vida. Con su novia hondureña, Massiel Romero Cruz, construyó una relación basada en el respeto y en la igualdad. “Nos dividimos las tareas del hogar y trabajamos como pareja de una manera más moderna”, explicó el ex delantero de San Jorge y Estudiantes de La Plata, entre otros equipos.
Massiel fue su apoyo fundamental, no sólo como compañera de vida sino también como alguien que lo ayudó a encontrar estabilidad en un entorno nuevo. “La conocí en el gimnasio. Estaba solo en Honduras, me relacionaba con mis compañeros, pero con ella fue diferente. Podíamos charlar abiertamente; me sentí comprendido”, relató. “Su forma de pensar era parecida a la mía y eso me ayudó mucho. Me contó que mi manera de tratarla y de pensar fueron un alivio para ella en un lugar en el que no siempre la mujer tiene el lugar que merece”.
Si bien su pareja aparece como un gran apoyo, al estar lejos de Tucumán, y de sus seres queridos, Luna aún se enfrenta a los momentos de soledad. “Extraño mucho estar cerca de ellos, sobre todo en fechas especiales como Navidad o Año Nuevo. Es difícil no compartir cosas simples como que me vean jugar cada fin de semana o abrazarlos después de un partido”, remató.
Desde que dejó su provincia a los 18 años para jugar en Estudiantes de La Plata, vivió en esa ciudad, en Mar del Plata y en otras ciudades. “A veces parece que nos volvemos una máquina: trabajamos, jugamos, vivimos lejos y no nos damos cuenta. Pero cuando uno reflexiona, sí siente ese peso”, advirtió.
No obstante, el fútbol sigue siendo su mayor motivación. Aunque en su paso por Hondupino no logró pasar a la fase eliminatoria del torneo, Nahuel se destacó como goleador de la zona. “En lo personal me fue bien, pero el equipo está en su primera experiencia en segunda división. Todavía estamos aprendiendo”, explicó. No obstante, su meta no termina allí. Sueña con jugar en la selección hondureña, una posibilidad que, aunque le parecía lejana al principio, hoy ve como algo alcanzable. “Desde chico soñé con jugar un Mundial o en una Selección. Aunque no se dio en Argentina, estar acá me abre una nueva posibilidad. Muchos jugadores de la Primera hondureña fueron convocados; y quiero esforzarme al máximo para lograrlo”, anheló.
“El fútbol de Honduras es más físico, con menos énfasis en lo táctico. En Argentina somos más vivos y estratégicos, incluso en el ascenso. Aquí los jugadores tienen habilidad en el uno contra uno, pero les falta juego colectivo. Eso a veces vuelve los partidos desordenados”, analizó. Pese a ello, Nahuel no subestima el nivel de competencia. “Los jugadores son fuertes y habilidosos, y eso hace que los partidos sean intensos”.
Nahuel recuerda con cariño su paso por Estudiantes, en donde compartió plantel con figuras como Juan Sebastián Verón y Gastón “La Gata” Fernández. “Nelson Vivas me hizo debutar y siempre se lo voy a agradecer”.
Nahuel Luna y su conexión con San Martín de Tucumán
A pesar de estar en Honduras Luna no pierde de vista el fútbol argentino, en especial a San Martín, el club de sus amores. “Siempre tuve una conexión especial con el club. Es un sueño pendiente jugar ahí, cerca de mi gente, de mis amigos y mi familia. Cuando estaba Diego Cagna estuve cerca de ir, pero finalmente no se dio”.
Con un buen presente futbolístico, Nahuel sabe que el camino no es fácil pero su pasión lo impulsa a seguir adelante. “Mi meta es quedarme unos años más, consolidarme y alcanzar objetivos que aún tengo pendientes. Con Massiel a mi lado y el apoyo de mi familia desde Tucumán sé que todo es posible”, avisó con orgullo el tucumano que sueña con jugar en Primera y proponerle casamiento al amor de su vida. ¿Hijos? “Vamos paso a paso. Todavía no está en los planes”, concluyó Luna que, mientras tanto, sigue escribiendo su historia con el fútbol como bandera y el corazón puesto en cada partido.