La deuda social en la Argentina no se termina de pagar. Como dice el sociólogo Agustín Salvia, la política tiene que hacer las cosas de una manera distinta, porque, como se viene haciendo, la cosa no funciona. Y una prueba de ello son los datos que ayer el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina (UCA) expuso y que, si bien se evidencia una baja en la tasa, la pobreza afecta a un 49,9% de la población argentina. Distinto es el caso de la indigencia, que se mantiene en niveles elevados y que, de acuerdo con los datos al tercer trimestre de este año, trepó a un 12,3%. En su estudio, el observatorio académico parte de la base que, tras el fin de la Convertibilidad, la Argentina registró una crisis sistémica del régimen político y económico. En ese proceso, hubo un aumento de nuevos pobres por descenso social de las clases medias bajas, una pobreza más estructural y una mayor dependencia de los pobres extremos y de las clases bajas a la asistencia social del sector público.
Salvia señala que, durante esos 20 años, hubo un crecimiento del trabajo informal (que en el caso de Tucumán golpea a la mitad de los asalariados) y de la economía social de subsistencia, con un deterioro de la salud, de la educación, el hábitat, la seguridad y el acceso a justicia de los sectores más pobres de la sociedad. Todo eso, de acuerdo con el diagnóstico académico, condujo hacia una sociedad más desigual no sólo en materia económica, sino que también en oportunidades de movilidad social, de inversión de capital humano y de valores socioculturales.
El informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA explica que el aumento de la pobreza y la indigencia durante este año se explica por los efectos de la devaluación y las políticas de ajuste aplicadas a partir de diciembre del año pasado. En el análisis del estudio se remarcó que si bien hubo una mejora para el tercer trimestre del año en relación con los meses previos, los niveles actuales aún son superiores a los de 2022 y 2023.
En el caso de los niños, la situación es aún más grave. Para el Observatorio de Deuda Social, el porcentaje de niños entre 0 y 17 años que se encuentra bajo la línea de pobreza se ubicó en el 65,5%, mientras que en ese grupo la indigencia fue de un 19,2%. “Los niños, las niñas y los adolescentes son los más vulnerables ante estos procesos que atraviesa la Argentina”, indica Salvia que, a su vez, acota que estos duros datos pueden ser revertidos en la medida que la clase media vuelva a una regularidad económica.
Además, para la UCA, la pobreza es de un 49,9% y uno de cada tres hogares recortó gastos en medicamentos y servicios.
El estudio también mostró que en los últimos tres años se agudizó un fenómeno: el de la privación alimentaria, que para 2024 llegó a un 24,3% de los hogares. Ese nivel equivale a los registrados entre 2004 y 2005. Salvia completa que uno de cada cuatro hogares presentan esa privatización alimentaria y son aquellas familias que no tiene capital educativo, social y físico. De hecho, una de las exposiciones de la UCA está relacionada con las tres Argentina en la que se fragmenta la sociedad, según el nivel socioeconómico. De acuerdo con ese esquema, un 10% de la población tiene un buen pasar económico más allá de las devaluaciones y de las actualizaciones de las tarias y de los precios. De ese total, un 3% corresponde a lo que podría denominarse la “elite socioeconómica argentina”. En el siguiente escalón se ubica las clases medias integradas, es decir, que no registran privaciones, que corresponde a un 27% de los hogares. ¿Dónde se ubica la clase media tradicional? Es la gran perjudicada por las oscilaciones económicas. En el esquema del Observatorio de la Deuda Social Argentina, hay un 40% de los hogares que serían de ese segmento característico de la sociedad; la mitad conserva esa instancia aspiracional, a subir en la pirámide, pero la otra mitad se empobreció por la crisis y la recesión que, a su vez, convirtió a un 30% de las familias en pobres estructurales o crónicos porque no tienen acceso a los servicios básicos y, además, están en la informalidad laboral.
Salvia dice que esa pirámide, criticada por distintos sectores, evidencia una matriz de desigualdad social. “Cualquier decisión pública o de inversión privada impactará para modificar esa estructura socioeconómica”, puntualiza el investigador.
Poco ahorro
En opinión de la UCA, un 36,3% de las familias recibe algún tipo de cobertura mediante programas sociales. Sin embargo, el organismo señaló que la tasa de pobreza de un 49,9% se elevaría al 54,1% sin la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otros programas; y sería del 55,4% si se eliminara la AUH, otros programas y las pensiones no contributivas.
El reporte también analizó otras variables para dimensionar la realidad de los hogares. A modo de ejemplo, la capacidad de ahorro desciende desde hace dos años y pasó de un 11,1% en 2023 a un 9,1% en 2024. Es decir, que este año menos de uno de cada 10 hogares urbanos tiene capacidad para ahorrar mensualmente.