DAMASCO, Siria.- El jefe de los rebeldes en Siria declaró que su objetivo era “derrocar al régimen” de Bashar al Asad, después de que sus combatientes se apoderaran de ciudades clave en una ofensiva que tomó por sorpresa a las fuerzas gubernamentales.
En menos de una semana, el avance de los insurgentes asestó un duro revés al gobierno del presidente Al Asad. Los rebeldes se encontraban ayer a las puertas de Homs, la tercera ciudad del país, a sólo 150 km de la capital, Damasco.
Aviones rusos y sirios bombardearon posiciones cerca de Homs, matando a 20 personas, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en Reido Unido que cuenta con una amplia red de informantes en el terreno.
Estos enfrentamientos son los primeros de tal magnitud desde 2020 en un país devastado por la guerra civil, que desde su inicio en 2011 dejó medio millón de muertos.
El país está dividido en varias zonas de influencia, donde los grupos beligerantes cuentan con el apoyo de diversas potencias extranjeras.
“Cuando hablamos de objetivos, la finalidad de la revolución sigue siendo derrocar a este régimen”, declaró Abu Mohamed al Jolani, jefe del grupo islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS), que encabeza la ofensiva actual. “Tenemos derecho a usar todos los medios disponibles para alcanzar esta meta”, agregó, en una entrevista con CNN.
HTS está considerado como un grupo terrorista por las Naciones Unidas, Estados Unidos y algunos países europeos.
En retirada
Frente a la ofensiva lanzada el 27 de noviembre desde la provincia de Idlib, bastión rebelde, en el noroeste, las fuerzas de Asad se retiraron rápidamente en algunos casos y en otros libraron combates esporádicos.
Los insurgentes ya tomaron Alepo y Hama. Si logran apoderarse de Homs, al gobierno de Asad solo le quedaría Damasco y la costa mediterránea.
El OSDH indicó que los rebeldes también “entraron en las ciudades de Rastan y Talbiseh”, en la provincia de Homs, ante la ausencia total de las fuerzas del régimen.
En la ciudad meridional de Sweida, funcionarios del régimen, incluyendo el gobernador regional, abandonaron los edificios administrativos, en tanto que grupos armados aprovecharon la retirada del ejército para apoderarse de un puesto fronterizo con Jordania en la provincia de Derá.
Desde el 27 de noviembre, las hostilidades dejaron más de 800 muertos. La ONU reportó al menos 370.000 desplazados, “en su mayoría mujeres y niños”.
Rusia, principal aliado del gobierno sirio, instó a sus ciudadanos a salir de ese país. La intervención rusa en 2015 ayudó a las tropas gubernamentales a recuperar gran parte del territorio perdido desde el inicio de la guerra civil.
El canciller iraní, Abás Araqchi, cuyo país también apoya al régimen, advirtió que la ofensiva rebelde constituye “una amenaza” para “el conjunto de la región”.
Su par sirio, Basam al Sabbagh, denunció a su vez “injerencias regionales e internacionales” para lograr una “nueva división” y un nuevo “mapa político” regional.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, expresó en cambio su apoyo a los rebeldes. “Idlib, Hama, Homs y por supuesto, el objetivo: Damasco. El avance de los opositores continúa. Deseamos que este avance prosiga sin incidentes”, sostuvo.
En Hama, periodistas de AFP vieron a personas arrancar y remolcar con un vehículo la cabeza de una estatua de Hafez al Asad, padre y predecesor del actual mandatario. El difunto dirigente ordenó la masacre ocurrida en esa ciudad en 1982, durante la represión de una insurrección de los Hermanos Musulmanes.
“Una nueva realidad”
Decenas de miles de residentes de Homs, en su mayoría de la comunidad alauita, a la que pertenece Asad, huyeron hacia la costa, indicó el OSDH.
“El miedo cubre la ciudad”, afirmó Haidar, un habitante de un barrio alauita de Homs, añadiendo que trata de huir lo antes posible a Tartús, en la costa.
En el frente este, las fuerzas kurdas, que ya controlaban gran parte del noreste, indicaron que se estaban desplegando en la ciudad de Deir Ezzor y al oeste del río Éufrates, ante el retiro de las tropas gubernamentales.
Mazlum Abdi, jefe de la Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dirigidas por los rebeldes kurdos, declaró que está abierto a dialogar con los rebeldes islamistas y también con Turquía, que considera a su organización como un grupo “terrorista”.
“Queremos una desescalada con Hayat Tahrir al Sham (HTS) y otras partes”, considerando que el rápido avance de los rebeldes comporta “una nueva realidad política y militar” en Siria, añadió.