Dos estudiantes de la UNT relatan su experiencia de investigar en la Antártida
María Lourdes Albertus y Agostina Vitale, de la Facultad de Ciencias Naturales, formaron parte de un proyecto de relevamiento de fauna marina. A partir de estos conocimientos, desarrollaron sus tesis y planean recibirse en 2025.
En medio del agua helada, el ARA Almirante Irízar avanzaba entre los témpanos del Estrecho Antarctic. En el horizonte, como señales de vida en un paisaje inhóspito, se elevaron soplidos de ballenas. Al acercarse, el rompehielos se encontró con una escena extraordinaria: una súper agregación de más de 50 ballenas jorobadas cerca de la base Petrel. A pesar del clima extremo, la emoción de presenciar este espectáculo de la naturaleza llenó de alegría a dos estudiantes de la Universidad Nacional de Tucumán que formaban parte de la tripulación.
Agostina Vitale y María Lourdes Albertus hicieron realidad el sueño de llegar a la Antártida. Armadas con binoculares y una curiosidad insaciable, estas jóvenes estudiantes de la Licenciatura en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT participaron del “Proyecto de relevamiento de aves y mamíferos marinos a bordo de buques“ con la dirección de José Luis Orgeira y Facundo Álvarez. Los cuatro conformaron el grupo coordinado por el Instituto Antártico Argentino.
Monitorear la fauna marina en uno de los ecosistemas más extremos del planeta es una tarea compleja, que pocos pueden desarrollar. Agostina Vitale, de 24 años, está a punto de graduarse, y destacó cómo su pasión por las especies marinas la llevó a formar parte del grupo de relevamiento en 2023 y 2024. “En la UNT surgió la oportunidad. José Luis Orgeira, profesor de una materia y director del proyecto, habló sobre Antártida en las clases, y me animé a consultarle si necesitaba ayuda en sus investigaciones porque mi sueño más grande era trabajar con especies marinas. Él y el doctor Facundo Álvarez, jefe de grupo, me abrieron la oportunidad de trabajar”, contó Vitale en diálogo en LA GACETA. Ahora, dos años después de su primera aventura, planea exponer su tesina sobre ballenas en la Antártida, perspectiva que la llena de felicidad.
Por su parte, María Lourdes Albertus, de 25 años, se unió al proyecto mientras buscaba un tema para su tesina de grado. También gracias a Orgeira logró integrarse al equipo. “Siempre quise estudiar aves marinas antárticas y participar en la campaña de verano 2024 fue una experiencia inolvidable. La Antártida te regala experiencias únicas porque podés observar especies magníficas como ballenas azules, orcas, albatros reales y manto claro, que son mis favoritos”, afirmó.
Un proyecto de largo alcance con desafíos y aprendizajes
El objetivo del equipo es monitorear aves y mamíferos marinos como ballenas, orcas, focas y albatros, además, recopilar datos que abordan casi 35 años de historia. Este registro es clave para estudiar el impacto del cambio climático en las especies de la región. “El valor de estos datos es incalculable, ya que se obtienen en condiciones climáticas y logísticas muy difíciles”, explicó Vitale.
Ambas estudiantes coinciden en que adaptarse a la variabilidad climática antártica y aprender a identificar especies fueron las principales complicaciones. "Sin duda el clima plante el mayor desafío”, comentó Albertus. “Un ave puede aparecer sólo por unos segundos y muchas especies tienen diferencias mínimas entre sí. Contar con la guía del doctor Álvarez fue crucial: él nos enseñó cada detalle, como los colores y patrones de vuelo, para poder identificarlas”, agregó Vitale.
Durante el intercambio con LA GACETA, Albertus destacó la importancia de los descubrimientos realizados en el Mar de Weddell, donde el rompehielos ARA Almirante Irízar les permitió acceder a zonas cubiertas por hielo marino. “Pudimos observar cambios en los patrones de distribución de algunas especies, lo que es clave para evaluar su estado de conservación”, explicó.
Entre las experiencias memorables se destaca la súper agregación de más de 50 ballenas jorobadas detectada cerca de la base Petrel. “No pude aguantar las lágrimas ese día. El sueño de mi vida de ver esta fauna de cerca estaba cumpliéndose", refirió Vitale. Albertus, por su parte, comentó que nunca iba a olvidar la emoción de observar ballenas azules y orcas desde el barco.
Gracias al Instituto Antártico Argentino (IAA) y a sus científicos, estas jóvenes tucumanas tuvieron la oportunidad de vivir una experiencia de formación transformadora mientras contribuyen al avance del conocimiento en una de las regiones más inexploradas y desafiantes del planeta. “Mi meta es realizar un máster o un doctorado para seguir aportando al grupo y al IAA”, afirmó Vitale. Albertus también subrayó su compromiso con la ciencia antártica: “es un orgullo formar parte de un proyecto tan relevante”.