Nació sin un brazo, superó la adversidad y hoy se luce en Sportivo Guzmán

“Lloré muchas veces, pero demostré que podía jugar”, confiesa Fernando Quiroz, delantero de Sportivo, que logró cumplir su sueño de jugar al fútbol.

EN EL HUMBERTO RIZZA. Quiroz fue uno de los refuerzos del mercado invernal. EN EL HUMBERTO RIZZA. Quiroz fue uno de los refuerzos del mercado invernal.

Para jugar al fútbol, sólo se necesita voluntad y pasión. El uruguayo Héctor Castro lo demostró en el Mundial de 1930. El “Manco Divino” -se cortó el antebrazo con una sierra eléctrica a los 13 años, en 1919- se convirtió en uno de los delanteros estrellas de la “Celeste”. Ganó dos Copas América, una medalla olímpica, una Copa del Mundo y se convirtió en uno de los grandes ídolos de Nacional. Victorio Casa es otro ejemplo de superación. El atacante sufrió una serie de disparos por parte de un guardia de la Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Armada en 1965 y perdió la extremidad. Ese hecho, sin embargo, no frenó su carrera futbolística, al punto de que se convirtió en uno de los referentes de San Lorenzo y llegó a vestir la camiseta de la Selección. Entonces, ¿por qué Fernando Quiroz debía frenar sus sueños?

El delantero de Sportivo, de 21 años, nació sin un brazo. La condición innata no fue un impedimento para el sueño de convertirse en futbolista. Las burlas, los malos tragos y los comentarios negativos abundaron, pero nada de eso frenó el ímpetu del joven. Su camino dentro del deporte comenzó a los seis años. Oscar Quiroz, su tío, fue quien lo invitó a entrenar en la Escuela de Fútbol Infantil de la Asociación de Trabajadores de Sanidad de Argentina (ATSA). “Él era entrenador de la escuelita y me llevó para que juegue”, cuenta.

Experimental se convirtió en su primer hogar deportivo. El joven cuenta que un compañero de primaria le insistió para que entrenara en las “Abejas”, y así decidió sumarse al equipo de El Colmenar. “Me acuerdo que Adrián Roldán, que era uno de los entrenadores y dirigentes, me venía a buscar para que vaya al club, porque mi casa, que está en el barrio Santa Teresita, quedaba lejísimos”, contó.

La distancia se convirtió en el factor que lo llevó a cambiarse a Argentinos del Norte, el club en el que realizó todas las divisiones infantiles. Aunque, como todo adolescente, deseaba calzarse los colores del club de sus amores, y en su caso eran los de San Martín. “Hice una prueba y Dardo Villareal fue el que me hizo quedar”, indica.

La estadía en el complejo “Natalio Mirkin” duró cuatro años, en los que pulió la mayoría de sus cualidades futbolísticas: aprendió a ser ambidiestro, a explotar la velocidad y a cómo posicionar el cuerpo para obtener alguna ventaja. También compartió plantel con algunos jugadores de la Primera del “Santo”, como Ulises Vera, Gonzalo Gutiérrez y Nicolás Moreno. “Ulises me sigue mandando mensajes. Él es de 20 de Junio y nos conocemos desde chiquitos porque vivimos cerca. Tenemos mucha relación. Él siempre está presente, incluso me regaló indumentaria”, cuenta.

Las lesiones y los problemas familiares hicieron que decidiera alejarse de las canchas. Recién en 2022, tras un llamado de Manuel Acosta, el delantero volvió a la actividad para jugar en Tucumán Central. Luego pasó por Central Córdoba y dio el salto a Sportivo. En el “Juliano”, se convirtió en una de las piezas de recambio del entrenador Leandro Fligman y se adaptó rápido al grupo. “Mis compañeros siempre me apoyaron. Muchas veces, ellos fueron mi sostén”, reveló.

SUEÑA CON LOGRAR EL ASCENSO AL FEDERAL A. Quiroz contó los diferentes desafíos que atravesó para llegar a Primera; si bien debutó en la Liga con la camiseta de Tucumán Central, hoy defiende los colores de Sportivo Guzmán. la gaceta / foto de franco vera SUEÑA CON LOGRAR EL ASCENSO AL FEDERAL A. Quiroz contó los diferentes desafíos que atravesó para llegar a Primera; si bien debutó en la Liga con la camiseta de Tucumán Central, hoy defiende los colores de Sportivo Guzmán. la gaceta / foto de franco vera

Resiliencia

El crecimiento de Quiroz no fue lineal; superó miles de obstáculos y malas experiencias. Más de una vez tuvo que sobreponerse a los comentarios negativos en el ámbito del fútbol. “Escuché varias veces que no iba a jugar o que no iba a llegar a Primera. También se burlaban muchísimo. Lloré en silencio muchas veces y no se lo contaba a nadie. Me bajoneaba, pero intentaba no mostrarlo. Tenía que hacerme fuerte y hacer oídos sordos. Siempre hay que ser un poquito terco para poder llegar a esto”, cuenta.

“Mi hermano siempre me decía que no los escuchara, que siguiera adelante, que no me enroscara con esos comentarios… Mi mamá también me inspiraba a seguir adelante. Eso me hacía sentir mucho más fuerte”, agrega.

Toda esa emoción estalló el día que debutó en la Primera de Tucumán Central. Quiroz aprovechó la oportunidad para demostrar todas las cualidades de su juego y, sobre todo, que podía ganarse un lugar en cualquier equipo. “Es el recuerdo más feliz de mi carrera futbolística porque cumplí mi sueño. Eso era lo que más quería”, dice.

El delantero, sin embargo, encontró el refugio dentro de las figuras del fútbol argentino. “Siempre soñé con que mi juego sea parecido al de Lautaro Martínez. Es un jugador que sigo desde Racing. Aunque soy de Boca, él es mi ídolo”, indica.

Así Quiroz recuperó la sonrisa dentro del campo de juego y espera seguir creciendo dentro del ámbito de la Liga Tucumana. “Quiero ascender y ganar el torneo”, concluye, con la esperanza de que el “Juliano” continúe en el Regional Federal Amateur -mañana enfrentan a Graneros por los cuartos de final de la zona norte- y obtenga la “triple corona” del Anual.

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