¿Qué pasaría si los días que conocemos no fueran eternamente iguales? Aunque cada amanecer parece marcar un ciclo inalterable, la duración de los días no es tan constante como pensamos. Desde hace algún tiempo, los científicos observaron pequeñas pero intrigantes variaciones en el tiempo que tarda la Tierra en completar una rotación sobre su eje. Estas alteraciones, imperceptibles para nosotros, esconden una explicación fascinante en las profundidades de nuestro planeta.
En el núcleo terrestre, donde temperaturas extremas y fuerzas colosales moldean el interior del globo, se encuentran las claves de este enigma. Este fenómeno, aunque sutil, plantea preguntas sobre cómo los procesos internos de la Tierra pueden influir no solo en su dinámica global, sino también en tecnologías modernas que dependen de la precisión del tiempo.
La duración de los días se está alterando: la explicación está en el núcleo de la Tierra
A lo largo de nuestra historia, la ciencia pudo encontrar las causas por las cuales la duración del día puede fluctuar. La Luna se aleja de la Tierra a un ritmo de 3.8 cm cada año, haciendo que nuestros días se hagan un poco más largos, alrededor de 1.72 milisegundos por siglo.
Sin embargo, se detectó una misteriosa variación en la duración del día sidéreo entre tres y cuatro milisegundos, en una escala de hasta milenios, que fue un poco más difícil de precisar hasta ahora, según publica el sitio Meteored.
Un equipo de geofísicos del Instituto de Geodesia y Fotogrametría del ETH Zürich en Suiza, cree haber encontrado la causa de estas pequeñas alteraciones en la rotación del planeta, y la encontraron a miles de kilómetros bajo la superficie: en el núcleo de hierro fundido de la Tierra.
Los científicos hallaron que ciertos pequeños movimientos en el límite entre el núcleo y el manto podrían estar afectando la rotación. Si bien anteriormente hubo intentos de vincular estos movimientos con datos observados, las mejoras en las técnicas de modelización teórica como la recopilación de datos de observación mejoraron significativamente, permitiendo identificar la causa de ese cambio casi imperceptible.
Muchas variables
Para identificar con precisión la fluctuación correcta, el equipo de investigadores necesitaba restar todas las demás fluctuaciones conocidas.
Para ello utilizaron una red neuronal y modelaron de manera minuciosa los cambios de volumen del hielo y agua terrestre, para determinar cómo alteran el giro de la Tierra, incorporaron los efectos de la atracción de la Luna y de la corteza elástica de la Tierra, datos históricos de eclipses y ocultaciones lunares, y además utilizaron mediciones precisas del campo magnético terrestre, con lo que pudieron aislarlos y así enfocarse en buscar signos de la influencia del núcleo.
Sus resultados sugieren que la influencia de los cambios en la masa de hielo y agua de la Tierra fue menor de lo que se pensaba; y que las fluctuaciones en escalas de tiempo milenarias fueron consistentes con un modelo simplificado de la magnetohidrodinámica del núcleo fluido externo de la Tierra.
Sin embargo, el estudio concluye que medir algo tan sutil e identificar su causa raíz no es tarea sencilla, y que el margen de error puede ser significativo.
“Descartamos que las oscilaciones climáticas sean impulsores en la modificación de la duración del día, pero con todas las incertidumbres y deficiencias – incluida la falta de un modelo físico integral que tenga en cuenta varios componentes de la dinámica central –, existe una amplia motivación para mejorar los modelos disponibles actualmente del núcleo de la Tierra, que tendrán implicaciones considerables para la geodinámica interna y externa", concluye el estudio.