Por Alicia Liliana Fernández
30 Diciembre 2024
Hace 257 años que el conjunto de la iglesia y convento de San Francisco ofrece una de las perspectivas más hermosas del casco histórico de la ciudad, en 25 de Mayo y San Martín. El emblemático Monumento Histórico Nacional recobró los colores originales de su fachada, y en el interior se llevaron a cabo diversas obras de recuperación, conservación y reconstrucción notables. El 4 de julio el templo volvió a brillar, pero todavía falta mucho para decretar la terminación de la obra.
Olga Paterlini, Andrés Nicolini, Daniel Mafud, Ana Chiarello y Nilda Velázquez, cada uno en su expertise, integran la comisión a cargo de la compleja puesta en valor. La arquitecta Paterlini hizo un racconto de etapas, estrategias para verlas concretadas y logros técnicos y artísticos.
“En 2022, la intendencia de Germán Alfaro otorgó un subsidio, con el cual se hizo lo primero, la parte superior de la fachada, nada sencillo porque fue el campo experimental de todo el proyecto. Alfaro puso la Oficina de Planificación a disposición. Ese sector superior del campanario no se había intervenido nunca. Se hizo un trabajo maravilloso”, recuerda los inicios, y en cada etapa resalta las dificultades económicas.
En 2023 asume Rossana Chahla, quien dispuso terminar la fachada. “La Intendenta nos dio un subsidio en tres partes. Entonces se sumó mano de obra calificada y el equipo de cuatro escultores, dirigido por Jaime Pereyra. Además, recibimos una fuerte donación de la Compañía Los Balcanes, de $ 15 millones. Habíamos pedido un presupuesto del estudio de la consolidación estructural, fundamental porque sin hacerlo no se puede restaurar el interior”, explica. (Justamente, el miércoles 18 de diciembre Los Balcanes concretó una segunda donación de $ 10 millones que se destinará al mantenimiento anual).
Paterlini recuerda la restauración de la cubierta de la Capilla del Santísimo, y destaca además la restauración de las columnas del convento, que requirió un complejo estudio técnico y tecnológico, así como reconstructivo. Se hizo incluso un radiografiado de las columnas y un proceso de anastilosis (se desarma una pieza para comprobar los daños). Dentro de las columnas había rieles del ferrocarril (en la época de la construcción no existían los perfiles doble T). “Hay otras siete columnas listas para ser intervenidas. La empresa puso una máquina especial para moldear ladrillos redondos. Pereyra moldea todo, capitel y basa. A cada columna se le hace un núcleo de hormigón y así queda terminada”, señala.
El conjunto arquitectónico tiene una entrada por la guardería de calle San Martín, a través de un pasillo que da acceso a los restos del convento de los jesuitas. La orden franciscana se hizo cargo de la restauración de tejuelas y tejas de ese pasillo, que también está terminada.
“El aconsejamiento y la gestión de recursos y de obra es nuestra tarea. Se armó un grupo de trabajo muy idóneo, con Nicolini al frente de los restauradores y en la dirección de obra, los oficiales e ingenieros de la empresa (Línea Constructora) en lo estructural”, enumera, y resalta el desempeño de María Laura Cuezzo y Ana Lozano, ambas arquitectas FAU/UNT con posgrados en Patrimonio, quienes acompañan a Nicolini y hacen inspección de obra, así como por parte de la empresa constructora trabajan las arquitectas Josefina Ellis y Martina Paz.
Al día de hoy Paterlini asegura que el estado general de la obra está bastante bien. “Lo único crítico es la sacristía. De allí la intención de llegar al Gobernador, que nos apoyará a fin de terminar la fachada con la volumetría completa. En síntesis, tenemos proyectos ejecutados que con los fondos recibidos hemos ido concretando. Hoy tenemos tres presupuestos de envergadura: restaurar y pintar todo el exterior sobre calle San Martín y la cúpula, y terminar el campanario desde atrás”.
“Estoy satisfecha con lo realizado, pero al comienzo fuimos muy ingenuos -reconoce-; creyendo que las 22 organizaciones iniciales trabajarían arduamente para conseguir recursos, lo cual no sucedió. Entramos a trabajar con las manos y la cabeza, pero poco a poco fuimos encontrando los caminos. En los comienzos fue la gente más humilde la que más colaboró. Mi mayor satisfacción es que con lo que hicimos y cómo lo hicimos nos transformamos en un grupo creíble”.
Por su parte Nicolini, responsable de la Dirección Nacional de Arquitectura en el NOA, informa: “El panorama del conjunto franciscano es positivo a partir de los trabajos que se han hecho, y algunos están a la vista, como la fachada. Tenemos un par de proyectos definidos para seguir, y otro par en elaboración, a fin de avanzar en la restauración y en la conservación de lo que es necesario conservar. Incluso tratamos de proyectarnos en amplitud en la gestión para avanzar con el resto del conjunto”, anuncia, y aclara que el conjunto de templo y convento “reúne una buena cantidad de edificios de distintas épocas yuxtapuestos, con distintas problemáticas complejas”.
Con respecto a si es posible estimar una terminación de obras, Nicolini indica que si se diera la mejor de las posibilidades para la continuidad de la puesta en valor, es decir, que no hubiera las restricciones presupuestarias que existen, “se podría estimar que llevaría entre ocho y 10 años para una conclusión de la obra, porque todavía falta elaborar proyectos y ejecuciones de pinturas murales, por ejemplo, entre otras, de gran complejidad”.
“Venimos avanzando gracias al trabajo de la comisión, y con el apoyo de los frailes franciscanos, de la comunidad, sobre todo de la Municipalidad capitalina, de Los Balcanes, y ahora del Gobierno provincial (no así de las autoridades nacionales) -sostiene Nicolini-. Lo cierto es que ante la cancelación de la obra pública no sabemos si estarán disponibles los fondos que corresponderían por tratarse de un Monumento Histórico Nacional”.
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