Cynthia Rimsky: "Siempre me pregunté por qué es tan necesario el reconocimiento"

Cynthia Rimsky: Siempre me pregunté por qué es tan necesario el reconocimiento

La escritora chilena, flamante ganadora del premio Herralde, uno de los galardones literarios sobresalientes de habla hispana, habla sobre su libro Clara y confusa, novela que se pregunta por el sentido de la vida, la misión del arte, la lógica del azar. También toca temas “argentinos” y actuales como la corrupción y la “pureza” de los libertarios.

16 Febrero 2025

Por Hernán Carbonel
Para LA GACETA - SALTO

En la charla con Cynthia Rimsky previa a la entrevista, en un contexto natural, el diálogo discurre entre los avatares de la vida cotidiana en un pueblo campero, las relaciones sociales, sus paseos en motoneta por caminos de tierra, sus viajes por el exterior, sus libros anteriores. Luego, sí, el estudio y la entrevista.

-¿Qué te significó venirte de Chile a Argentina y, en Argentina, a un pueblo del interior de la pampa bonaerense? Porque este pueblo rural está muy presente en tu novela.

-Como mi método de trabajo es que entren las cosas del afuera y transformarlas, es inevitable que se me meta esto y no la ciudad, porque es donde vivo y donde ocurren las cosas. Para mí, Argentina ha sido algo muy bueno en mi vida. Me cambió. Me abrí y dejé que me influyera. Me gusta el caos que hay en Argentina, cierto gozo, una alegría. La literatura argentina me encanta: la extrañeza, la libertad para imaginar. Doy clases en una universidad, tengo amigos, amigas. Fue difícil los tres primeros años. Cambiar de país es súper difícil, abandonar la lengua, los afectos. Tenía la idea de vivir en el campo, en un lugar tranquilo donde dedicarme a escribir. Es como que estoy más cerca de las pequeñas cosas de la vida.

-Y en la novela te metiste con un tema que en Argentina está en debate desde hace décadas, como es la corrupción.

-La corrupción es algo inasible, siempre se está desplazando para otro lado, no la puedes definir. Se suponía que Chile era un país impoluto, y hay un nivel de corrupción que se ha destapado y que siempre existió. Pero sí, es un tema muy argentino. Entonces pensé: tengo que trabajar con esto, pero no de una manera realista.

-Y te animaste a meter a los libertarios también. Es un pasaje muy breve.

-No sé si funcionó, pero me animé. Me interesaban estos libertarios que en nombre de cierta moral hablan de la pureza. “Nosotros somos puros, nosotros no somos corruptos, nosotros no somos casta”. Y qué pasa con ese discurso cuando se enfrenta a la realidad. No hay nada, nada de eso funciona, nada de eso es, tampoco. Porque no existe la pureza. Y la cosa gutural: gritar “libertad” mientras atrás no hay nada.

-Los pasajes donde se juega la oralidad, es una oralidad muy argentina: “empomaron”, “pelotudos”, etcétera.

-Sí, voy mezclando, hay varias palabras chilenas. Bueno, es un problema, es otro español. Fue un proceso. Escribo las palabras que me suenan, nomás. En Chile se usa gasfiter, a mí me gusta más la palabra plomero, y en España es fontanero. Cuando se iba a publicar el libro me dije: qué va a pasar acá con la palabra plomero, y no me lo cuestionaron. Porque además de ese juego con las palabras, se trata de poner en juego dos culturas tan distintas como la chilena y la argentina. Porque lo del gremio es más argentino, pero lo del arte, tengo la sensación de que es más chileno.

-Y de algún modo se plantea que el arte es mercancía, aunque esa no sea la intención de Clara.

-Porque es una tensión. Por un lado, no estoy acá escribiendo porque sea una mercancía, pero lo es. No vivo de eso, porque uno no vive de los libros, tú sabes. Y por otro lado no existe el aura, pero uno sigue creyendo en el aura, el aura benjamineana, la obra de arte.

-Clara, en el fondo, lo que busca es el reconocimiento. El reconocimiento de su obra artística.

-Siempre me pregunté eso: por qué es tan necesario el reconocimiento, quién te tiene que reconocer, cuánto te tienen que reconocer. Por ejemplo: me he ganado el Anagrama, pero no me he ganado el Reina Sofía, por lo tanto, tampoco soy tan reconocida. Entonces: ¿termina alguna vez? Esas preguntas son las que quería plantear. En qué lugar me sitúo. Es mucho más lo que me falta, el no que el sí. Me interesaba escribir sobre eso, pero con ironía. Ganarse el premio es genial, pero de afuera se ve más de lo que es. Un editor amigo me decía: con estos premios se gana un poco de adrenalina y un poco de dinero. Y tiene razón. Y como te decía: en ocho meses va a haber otro premio Herralde.

-Lo que me gusta mucho de la novela es cómo los tiempos de la narración están rotos.

-En todos mis libros siempre hay un trabajo con el tiempo, nunca es lineal, voy y vengo, trabajo con tiempos distintos. Como hacer que el tiempo no sea lineal, que el pasado no sea pasado, el presente, presente, y el futuro, futuro.

© LA GACETA

PERFIL

Cynthia Rimsky nació en Santiago de Chile en 1962 y vive desde hace doce años en Argentina, donde es docente de la Universidad Nacional de las Artes. Obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 2017 y dos veces el Premio Mejores Obras Literarias Publicadas en su país natal. Publicó los libros Poste restante, La novela de otro, Los perplejos, Ramal, Fui, El futuro es un lugar extraño, En obra, La revolución a dedo, La vuelta al perro y Yomurí.

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