Ni la tormenta pudo frenar la pasión de la hinchada de San Martín de Tucumán

Los hinchas se quedaron pese a la suspensión provisoria y tuvieron su recompensa con el empate de Juan Cuevas

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SITUACIÓN PELIGROSA. La intensidad de los rayos hizo pensar en la posibilidad de la suspensión definitiva del partido. SITUACIÓN PELIGROSA. La intensidad de los rayos hizo pensar en la posibilidad de la suspensión definitiva del partido. LA GACETA / DIEGO ARAOZ
03 Marzo 2025

Desde temprano el cielo advertía lo que se venía. Nubes densas, oscuras, de esas que anuncia un “tormentón”, pero que no ahuyentan a nadie. Desde las 18.30, las calles aledañas a La Ciudadela ya estaban teñidas de rojo y blanco, con la ilusión de otro partido más. San Martín recibía a Güemes por la cuarta fecha y, como siempre, su gente estaba ahí; lista para alentar.

El inicio fue con normalidad, pero antes de la media hora de juego, llegó la cortina de agua. No hubo aviso, ni unas gotas tímidas: la tormenta se desató con furia. Algunos buscaron refugio donde pudieron; otros, sobre todo los que iban con niños, emprendieron la retirada. Pero la mayoría, esa mayoría que hace del fútbol una religión, se quedó. Empapados, con la ropa pegada al cuerpo, los ojos entrecerrados para ver entre la lluvia; pero firmes, como si el agua fuera un condimento más del espectáculo.

El problema fue que la tormenta no sólo trajo agua: vino con rayos. La Ciudadela se iluminaba con cada descarga, los truenos hacían temblar hasta el cemento de las tribunas. Más de uno pegó un salto, asustado ante la potencia del sonido. La situación se tornó peligrosa y, a los 54 minutos, llegó la decisión del árbitro Adrián Franklin: suspensión provisoria por actividad eléctrica.

Ahí apareció la disyuntiva. ¿Esperar o volver a casa? Algunos se resignaron y se fueron, convencidos de que el partido no se reanudaría. Más de uno se lamentó después.

BAJO LA LLUVIA. La hinchada, a pesar de la tormenta, siguió alentando al equipo BAJO LA LLUVIA. La hinchada, a pesar de la tormenta, siguió alentando al equipo LA GACETA / DIEGO ARAOZ

Los que se quedaron lo hicieron con convicción. En las tribunas se escuchaba la misma certeza: “se juegue cuando se juegue, nosotros vamos a estar”. Bajo las gradas o en la lluvia directa, la hinchada resistió. Fueron 45 minutos de incertidumbre, con truenos que parecían sacados de una película, pero pocos se movieron. Y la fe tuvo su recompensa.

Pasado ese lapso se dio la orden: el partido continuaba. Y como si la tormenta no hubiese sido más que una anécdota, el césped de La Ciudadela lució impecable. San Martín tenía 36 minutos por delante para cambiar la historia.

Segundos tras la reanudación, llegó el desahogo. Juan Cuevas con precisión quirúrgica marcó el gol del empate. El grito se sintió como una descarga de energía, como si la hinchada hubiera acumulado la tensión de la espera y la liberó en un solo rugido. El partido terminó 1-1, pero en la tribuna se sintió como una victoria.

POSITIVO. El parate favoreció al DT para ordenar el equipo. POSITIVO. El parate favoreció al DT para ordenar el equipo. LA GACETA / DIEGO ARAOZ

Tomás Benejam, un hincha que inicialmente se había ido, lo contó con resignación. “Tenía fe de que iba a seguir, pero un par de rayos me hicieron asustar. Hasta el parate sentía que el partido venía jugándose muy para atrás. Decidí irme a mi casa cuando anunciaron la suspensión, pero cuando me llamaron mis amigos para decirme que los jugadores volvían a la cancha volví”, dijo.

La tormenta fue feroz, pero no lo suficiente para apagar la pasión “santa”. Porque si algo quedó claro es que ni el agua, ni los truenos, ni la espera pueden frenar a un hincha de San Martín cuando su equipo lo necesita. (Producción periodística: Sofía Lucena)

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