

Atlético Tucumán atraviesa un momento complicado en el torneo, con un rendimiento que no termina de consolidarse y un problema recurrente que parece marcar su destino: la imposibilidad de repetir el equipo de una fecha a otra. Con ocho jornadas disputadas, el “Decano” acumula cinco derrotas, dos victorias y un empate, números que evidencian la falta de regularidad. Pero más allá de los resultados, hay una cuestión que preocupa tanto al cuerpo técnico como a los hinchas: la imposibilidad de darle continuidad a un once titular.
Desde que Lucas Pusineri volvió, nunca pudo repetir el equipo en los cuatro partidos que dirigió. Solo en una ocasión la modificación respondió a una decisión táctica, mientras que en el resto de los encuentros fueron las lesiones, las suspensiones o incluso la venta de jugadores las que obligaron a cambiar nombres en el once inicial. Y este inconveniente no es algo que comenzó con el retorno del entrenador, sino que viene desde el inicio del torneo, cuando Facundo Sava dirigió las primeras cuatro fechas y tampoco logró mantener una formación fija.
La inestabilidad en la alineación titular repercute en el rendimiento del equipo. Si bien la base de jugadores ha sido la misma, las modificaciones constantes dificultan la consolidación de sociedades dentro del campo y afectan la identidad futbolística. En este contexto, los entrenadores han tenido que adaptar su idea a las piezas disponibles, en lugar de poder afianzar un esquema con continuidad. Analizando el proceso de Pusineri, en su segundo partido realizó un cambio respecto del primero: Nicolás Castro ingresó por Nicolás Laméndola en el empate 1-1 ante Talleres. En la siguiente fecha, otra modificación obligada: Miguel Brizuela entró por Gianluca Ferrari (sufrió una molestia física). Sin embargo, fue en su cuarto encuentro cuando enfrentó la mayor cantidad de bajas y tuvo que reorganizar casi toda la estructura del equipo. Para enfrentar a Newell’s, la previa ya anticipaba un rompecabezas, y así fue. Matías Orihuela entró por Juan Infante (cuadro gripal); Luis Miguel Rodríguez reemplazó a Mateo Coronel (molestia muscular); y Laméndola regresó a la titularidad en lugar de Castro (esta vez por decisión táctica). A pesar de los cambios, la disposición táctica fue similar a la de su reestreno con la contundente victoria 5-0 ante Sarmiento. Pero había una gran diferencia: en aquel partido, Atlético tuvo la capacidad de ser más agresivo, algo que contra Newell’s no pudo repetir. En gran parte, esto se debió a la presencia de Éver Banega en el rival. El experimentado volante de la “Lepra” fue el conductor del equipo y la fuente de generación de juego, asistiendo en los dos goles de Mateo Silvetti que sentenciaron la derrota del “Decano”.
Como si esto fuera poco, en la próxima jornada, cuando Atlético visite a River en Núñez, la historia se repetirá: Pusineri deberá meter mano. Damián Martínez llegó a la quinta amarilla y deberá cumplir una fecha de suspensión. Además, se mantiene la incertidumbre sobre la recuperación de Coronel, lo que podría significar otra ausencia importante. Además, no se descarta que el DT haga otras modificaciones en la defensa, ya sea por rendimiento o por cuestiones estratégicas.
La falta de un equipo titular estable se ha convertido en un problema estructural que arrastra desde el inicio del torneo y que, lejos de resolverse, sigue marcando el camino del equipo. La dificultad para mantener un once definido afecta el funcionamiento dentro del campo y también complica la posibilidad de generar confianza y consolidar una identidad de juego. En el camino, el “Decano” sufrió lesiones musculares de Coronel, Ferrari, Marcelo Ortíz, Franco Nicola; la lesión ligamentaria de Renzo Tesuri y la venta de Marcelo Estigarribia. Por el bien del DT y de los hinchas, es necesario que el equipo encuentre la regularidad necesaria para poder seguir soñando con ocupar un lugar de privilegio entre los ocho mejores de su grupo y que el semestre no se termine en 16 partidos.