

Era primero de enero de 2005 en Villa 9 de Julio, empezó a cambiar el clima y correr viento. El taxi que pidieron para volver a su casa en Ejército del Norte casi Mendoza, nunca llegó y se largó la tormenta. Ana José Fortuny dice que recuerda el día en el que su esposo, Jorge Ariel Britos, perdió la vida por una tormenta como si fuera hoy. “Estábamos en casa de mis suegros en Juramento primera cuadra, yo embarazada de ocho meses y medio. Mi primer hijo Joaquín, tenía 2 años y 8 meses. Mi marido, hacía barquitos de papel con mi sobrino porque corría agua por la vereda”, rememora detalladamente la mujer.
Con una soga
Jorge tenía 26 años y esperaba la llegada de su segundo hijo. Ve en la esquina a una pareja con un bebé que intenta cruzar la calle cubierta por la lluvia. Sin dudarlo, ata una soga a su cuerpo y se arroja al agua para ayudarlos. Los rescata, pero nunca logra salir de abajo del agua. “La pendiente se inclinaba hacia el este y desde la casa de mis suegros, no veíamos a mi marido, no había luz. Tampoco escuchábamos los gritos de la gente del frente, por el ruido del agua”, rememora Ana. Un policía intentaba decirles que su marido había quedado atrapado, creyeron que lo había llevado la corriente pero él estaba sumergido. Britos fue scout de niño y sabía cómo hacer nudos de rescate. Salvó a la familia y ató la soga a un poste para salvarse él mismo pero no pudo. Dos horas después, cuando el agua se disipó, su cuerpo fue recuperado.
El reporte médico del Centro de Salud indicó que el hombre había sufrido un golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente. Muere ahorcado por la soga y ahogado. Según recuerda Ana, la sucesión de hechos pasó desde las 19 hasta las 23 pero los nervios le impiden ser exacta.
Después de la tragedia
Ana da a luz de urgencia a su hijo Juan Ignacio, el día 3 de enero a las 16.15, menos de una hora después del funeral de su esposo. “Juanchi tiene mucho de su papá, en lo físico y en su personalidad. Y Joaquín recuerda cosas de aquél día a pesar de su corta edad”.
Para la familia Britos y su viuda, la tragedia aún duele. “Retrocedo 20 años, veo que todo sigue igual. El Gobierno que no soluciona el problema, la gente que no mide las consecuencias y no toma precauciones. Cada vez que llueve, los recuerdos duelen como hoy”.
Luego de la pérdida, Ana cuenta que la tragedia nunca dejó de atormentarla. Se mudó a Santiago del Estero con sus hijos, donde vive hace 10 años.
El “río juramento”
Silvia Britos, hermana de Jorge, sigue viviendo en Juramento 50. Cuenta que cada vez que llueve, los vecinos saben lo que deben hacer. “Vivo hace 62 años aquí, dice Silvia desde la ventana de la casa de sus padres. A veces el agua llega hasta el cordón, pero otras hace estragos, como hoy y todos nos inundamos”, explica. “El sábado empezó a llover a las 11 de la mañana y duró bastante. Estuvimos hasta las 16 sacando agua de las casas. Nos comunicábamos por un grupo de WhatsApp y todos los vecinos estábamos en la misma situación”, detalla.
“Mi madre tiene 85 años, nació y se crió aquí y desde su niñez ya sucede esto”, cuenta. En esa época, a esa calle la llamaban ‘río juramento’ porque cada vez que llovía se transformaba en uno”, dice Silvia y se lamenta de que la muerte de su hermano sea el ejemplo del peligro que significa que eso ocurra.
“Ayer, durante la tormenta, vimos un hombre que intentaba cruzar hacia nuestra vereda pero cuando quisimos advertirle que no lo hiciera, la corriente se lo llevó. Un vecino llamó a Defensa Civil. Dijeron que iban a venir y no supimos más. Nunca nadie se hizo cargo de esta situación. “Cada vez que llueve el sentimiento se revive”, concluye Silvia.
1- Bruno Barbaglia
Las aguas se llevaron su auto en canal sur y ruta 301, en 1999
Bruno Barbaglia conducía su automóvil cuando lo sorprendió la tormenta. Fue el 16 de marzo de 1999. El joven volvía de trabajar cerca de las diez la noche. Las aguas desbordadas del canal Sur arrastraron el Volkswagen Gol gris que manejaba Bruno, de 21 años, cuando llegó hasta el cruce de Alfredo Guzmán y ruta 301. Pero allí no pudo seguir: el nivel del agua subía y amenazaba con llevarse auto. Desesperado, Bruno habló por teléfono celular a su padre y le contó lo que pasaba. Fue la última vez que tuvieron contacto con él.
El rodado apareció un par de días después, mientras que el cuerpo de su conductor fue hallado cuatro días más tarde.
2- Luis Bravo
El arroyo El Sueño se había llevado el puente y él cayó al torrente
El bioquímico Luis Bravo falleció el 8 de marzo de 2000, cuando cayó con su auto al torrente que se había llevado el puente sobre el arroyo El Sueño, en La Cocha.
El cuerpo de Bravo fue hallado días después a unos 500 metros del puente. El vehículo había quedado enterrado en el barro, y el bioquímico no pudo salir para salvarse.
Por el hecho, un sargento fue condenado en 2002 a tres años de prisión, al ser hallado culpable de los delitos de homicidio culposo (sin intención) y violación de los deberes de funcionario público. El había sido asignado el día del hecho para que cortara el tránsito a la salida de La Cocha. Según la sentencia, el sargento no puso los suficientes elementos de señalización y no hizo detener a Bravo cuando pasaba por allí.
3- Hipólito Brozoski
Turista atrapado bajo el puente central córdoba
Hipólito Brozoski era oriundo de Santa Cruz y había llegado a Tucumán para participar del casamiento de su hijo. La noche del 4 de diciembre de 2015 manejaba en su camioneta -en la que también iban su hija y una sobrina- por Suipacha, y doblaron hacia el este por 24 de Septiembre. En medio de la tormenta, la corriente arrastró el vehículo hacia donde está el puente ferroviario Central Córdoba, sector donde el agua sube varios metros cuando hay lluvias. El hombre, de 57 años, no conocía la zona. Los ocupantes de otras camionetas que también fueron arrastradas por la correntada en el mismo sector tuvieron que ser auxiliados por vecinos y personal de Bomberos de la Policía. Las dos mujeres que viajaban con la víctima fueron rescatadas por vecinos, quienes lograron sacarlas a tiempo del vehículo.
4- Juan Gambarte
Arrastrado por la correntada en la ruta 315
El aguacero atrapó Juan Alejandro Gambarte el 16 de marzo de 2017, cuando iba a bordo de su moto. El joven de 34 años había salido temprano de su casa en el barrio San Javier, de Cebil Redondo. Se dirigía a trabajar a Tafí Viejo. Sobre la ruta provincial 315, a la altura del barrio San Antonio de Padua, la fuerte correntada lo arrastró, junto con su moto, hacia el canal. La Policía lo buscó durante varias horas. Primero encontraron la moto y más tarde un carrero que circulaba por el puente donde se cruzan las avenidas Néstor Kirchner y Raúl Alfonsín, en el barrio Lomas de Tafí, divisó el cuerpo de la víctima.
(Producción periodística de María del Carmen Garzón Príncipi)