El gran dilema educativo
15 Marzo 2025

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Juan María Segura

Experto en Educación

Que la educación está atravesando un momento histórico sin precedentes es una verdad de Perogrullo. En realidad, todas las industrias, actividades y diseños humanos están desafiadas como nunca por un momento de la historia que no tiene referencias. Veamos el marco.

La hipótesis científica indica que los homos sapiens aparecieron en África hace unos 200 0 300 mil años. Hace 60 o 70 mil años comenzaron a desplazarse, y desde hace unos 13 mil años, sapiens es la única especie humana sobreviviente en la faz de la tierra. A partir de allí, revolución agrícola hace 12 mil años, revolución científica hace 500 años, revolución industrial hace 200 años, y ahora la revolución tecnológica.

Cuando se inició la revolución agrícola, hace 12 mil años, ya jugando solos como especie, la población total del planeta apenas alcanzaba el millón de habitantes. Diez mil años después, en la época de Jesucristo, ya éramos 200 millones. Muchos más, pero tampoco tantos. Hoy somos más de 8 mil millones de habitantes. Dato.

En ese marco demográfico y en esa trayectoria histórica, en 1993 nació la www (world wide web, o sea, la red de alcance mundial), y actualmente el 70% de la población mundial accede diariamente a internet en promedio unas 6,5 horas al día. ¿Qué busca tanta gente de todas las edades y rincones del planeta en esta ‘nueva’ red? Información, noticias, aprendizajes y novedades, además de contacto con los seres queridos y momentos de distracción y esparcimiento. Si, en apenas 30 años, y producto de la última de las revoluciones, la tecnológica, sapiens modificó en forma radical su vínculo con el conocimiento y el aprendizaje.

Nunca antes fuimos tantos, jamás vivimos con tanto vértigo, y raras veces nos pasó que al mirar para atrás no encontráramos herramientas de navegación útiles para continuar este viaje.

Vivimos tiempos exponenciales, en donde tenemos infinitos recursos (informativos, científicos, educativos, culturales, espirituales, literarios, lúdicos, etc.) que aún no hemos acordado como organizar. Y, mientras tanto, la escuela (y también la moneda, el Estado, las leyes y todos los acuerdos institucionales) sigue funcionando en piloto semi automático, con actualizaciones menores de software pero sin animarse a repensarse. Sin cuestionarse con valentía de qué manera se puede poner al servicio de la época y de los nuevos aprendices.

El último informe del Futuro del Trabajo, publicado en enero de 2025 por el Foro Económico Mundial, plantea sin eufemismos este desafío y dilema. El informe analiza los datos de una encuesta realizada a +1.000 empleadores de 22 industrias diferentes, que representan a una fuerza laboral de +14 millones de trabajadores de 55 países. El resultado, presentado en un sinnúmero de gráficos y tablas diferentes, es contundente. El 63% afirma que el skill gap sigue siendo la principal barrera a sortear para que las empresas logren su adecuación a la época. O sea, 2 de cada 3 empleadores en el mundo continúan desplegando estrategias y acciones para lograr atraer el talento y las capacidades humanas necesarias que les permitan moverse con comodidad en estos nuevos tiempos exponenciales.

Automatización

El informe también señala que el proceso de automatización de las tareas realizadas por el trabajador medio continuarán aumentado, pasando del 53% al 67% del total de las tareas hacia 2030. Ese aumento de la automatización de +14% a nivel general, en el caso de la educación será de +18%. A los efectos de este informe y de los resultados de esta encuesta global, es importante pensar a la escuela como una organización, y a la educación como una industria. O, mejor dicho, como un diseño que reúne profesionales, recursos y prácticas alrededor de un propósito y que, por lo tanto, está sometida a las mismas condiciones y exigencias que cualquier otro diseño. Si las organizaciones de todo el mundo aumentaron la adopción de IA del 20% en 2017 al 72% en 2024, me pregunto por qué razón no debería suceder lo mismo en el caso de la organizaciones educativas.

Al hacer un zoom sobre los trabajos que mayor probabilidad tienen de ser reemplazados en los próximos 5 años por una IA generativa, el informe también indica que lectura, escritura y matemática figura entre las 2 actividades que mayor riesgo de reemplazo poseen. En el otro extremo, enseñar, mentorear, resiliencia y escucha activa aparecen dentro del grupo de las que menos riesgo poseen de ser reemplazadas.

El dilema que enfrenta la educación me resulta claro, y el informe del Foro Económico Mundial lo confirma. Necesitamos institucionalizar un procedimiento nuevo de asistencia al proceso de aprendizaje, no solo para asistir a niños y jóvenes como lo ha hecho la escuela históricamente, sino también para acompañar procesos recurrentes y continuados de asistencia al aprendizaje a lo largo de toda la vida. En tiempos exponenciales, el problema del skill gap que enfrentan las organizaciones se plantea como un blanco móvil, y el sistema educativo debe ponerse a su servicio.

En la Argentina, más del 50% de las personas en condiciones de trabajar no han completado su educación obligatoria. Eso no significa que no hayan aprendido muchas tareas, destrezas y dominios, aunque las mismas no puedan ser representadas con un título, diploma o certificado. Ese enorme universo de trabajadores también está esperando que el sistema educativo los mire y atienda, no solo para obligarlos a completar los niveles de enseñanza obligatorios incumplidos, sino también para ayudarlos a crear certificaciones de conocimientos y dominios que sí poseen.

De acuerdo con el informe del Foro, la principal estrategia que las organizaciones están desplegando para contratar personal es, por lejos (81% de las respuestas), la evaluación de la experiencia laboral. Luego, la realización de exámenes de aptitud profesional. Ese es el mecanismo a intervenir, esa es la interfase desde la cual se debe pensar un nuevo sistema educativo. Ese es, a mi juicio, el verdadero y gran dilema.

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