Jorge Giacobbe: “La gente está bancando lo que eligió en segunda vuelta”

El analista será uno de los disertantes en el Foro Económico del NOA.

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UN ESTILO PARTICULAR. Según Giacobbe en la política no hay “padres generosos” para renovar dirigentes. ssdsdsd UN ESTILO PARTICULAR. Según Giacobbe en la política no hay “padres generosos” para renovar dirigentes. ssdsdsd

El Gobierno terminó una semana en la que capitalizó apoyos en el Congreso. El nuevo acuerdo con el FMI le abre a la gestión del presidente Javier Milei otra perspectiva, no sólo desde lo económico, financiero, monetario y hasta cambiario. También representa una oportunidad para que La Libertad Avanza se consolide como un espacio de poder en la Argentina. Es lo que hasta ahora el economista libertario no ha logrado fortalecer. En los sondeos de opinión, sin embargo, casi la mitad de los consultados le ponen una ficha a su imagen. “La gente está tranquila y bancando lo que eligió en la segunda vuelta presidencial”, planteó el analista político Jorge Giacobbe. El consultor, que será uno de los oradores del Foro Económico del NOA (Fenoa) que se realizará en San Miguel de Tucumán el jueves y que es organizado por la Fundación Federalismo y Libertad, señala que la agenda de gran parte de la población es completamente diferente a la de aquellos que se encuentran en el microclima de la política. “Hay que entender que la gente que banca a Milei tiene una razón económica (como el combate contra la inflación y la estabilización de la economía) y, mientras eso siga existiendo, le van a bancar cualquier otra cosa”, sostiene el director de Giacobbe y Asociados Opinión Pública en la entrevista telefónica concedida a LA GACETA antes de su visita a Tucumán.

-¿Cómo definís el momento que vive actualmente la Argentina?

-Está más calmo de lo que creemos. ¿Por qué? Si analizás la última encuesta que realizamos en la consultora, y analizás el gráfico de imagen positiva de Milei y la evolución que está abajo, mirás la línea verde y partís desde el momento en que es Presidente. Que empezó con 50 puntos de imagen positiva, en algún momento subió y bajó. Pero volvió a 50 y está en el mismo lugar que estaba cuando comenzó. Eso quiere decir que la opinión pública está en el mismo lugar emocional que cuando fuimos a la segunda vuelta. Lo pongamos en otra perspectiva: si le muestro esa curva de imagen positiva a un noruego, que no sabe nada de la Argentina, y le digo “che, háblame sobre el clima político en este país con este dato”, o si me lo mostraran de Mozambique, país de lo que no sé nada, puedo llegar a responderte “che, este país es un embole”. El Presidente siempre está en el mismo lugar; algunos meses parece que hizo algunos goles y, entonces, mejoró un poco. En otros parece que patinó un poco y bajó la imagen pero, en definitiva, la gente está ahí, en el mismo lugar; no pasa nada. Y sin embargo el “no pasa nada” no matchea que lo que realmente sentimos vos y yo y todos, que vivimos durante el último año al recontrapalo. Hay un gap, hay una diferencia, que otorga un gran aprendizaje que es entender que los que participan de la conversación política social y los que no participan de ella, que están callados la boca pero que son los que votan, viven dos climas diferentes. En los medios masivos de comunicación, en los medios digitales y entre los pequeños líderes de opiniones sociales esa conversación está dominada por los maníacos y por los depresivos. En otras palabras, por los que creen que Javier Milei es el mejor presidente de los últimos 200 años de la Argentina y de los 300 años del Virreinato del Río de la Plata y por los que creen que Milei es el mayor mal del universo y que es la suma de todos los daños. Esa conversación está dominada por los termos Lumilagro (los progresistas) y por los termos Stanley (los libertarios).

-Pero, ¿qué sucede afuera de esa discusión?

-La gente está tranquila y bancando lo que eligió en la segunda vuelta. Los que dominan la conversación, entonces, tratan de convencerte de que Milei vino para quedarse por 100 años o que Milei mañana se va en el helicóptero y todo se va al carajo. Y la verdad de todo esto es que la población no opina eso. Es como si estuvieran discutiendo acerca de dos mundos diferentes. Si ves lo que va pasando con aquellos que dominan la agenda pública te vas a dar cuenta que casos como el escándalo $Libra o la cuestión de la incorporación a la Corte de Ariel Lijo rallan pero no rompen la relación. Eso quiere decir que la idealización positiva de los que quieren a Milei y la idealización negativa de los que lo odian están absolutamente sólidas. La negativa nunca va a cambiar, porque lo van a seguir odiando. La pregunta que nos tenemos que hacer es cuánto dura la idealización positiva de los que los quieren. En ese sentido, digo que mientras la idealización positiva se mantenga, el tipo va a estar fuerte. Entonces, Lijo o $Libra o aquellas manifestaciones por el presupuesto universitario, donde se expresan reclamos y en los que también participan simpatizantes de Milei, son eventos que se suceden y son objeto de análisis. Es como cuando vos te enamorás de alguien y viene un amigo y te dice, “che, esa mina no te conviene”. Tu idealización va a generar la sensación de que el que vuela es el amigo, no la mina. Ahora, dos puntos; si un día se dispara la inflación es como que venga un amigo con una foto en la que se vea a tu muchacha entrando a un hotel con otro tipo. Eso es otra cosa. Hay que entender, a mi criterio, es que la relación de Milei con la gente que lo banca tiene una razón económica y, mientras esa razón económica siga existiendo, le van a bancar cualquier otra cosa.

-¿La última semana puede marcar un antes y un después en la gestión de Milei, con un Congreso aprobando el acuerdo con el FMI, en la que prima la razón económica con la estabilidad y el posible fin del cepo?

-Antes que todo, dejame retratarte una cuestión. Días pasados vimos dos goles del Gobierno y uno de la oposición. Los dos goles del Gobierno fueron: el miércoles se aprobó el acuerdo con el Fondo, pero otro miércoles te dicen abiertamente que la calle es del Estado, con sopapo o sin sopapo. Había una opinión pública que los observaba, que los votó para esto. Lo están haciendo. Ahora vamos a ver si la opinión pública que quiso esto se banca las consecuencias. El problema de los seres humanos es que, a veces, deseamos algo y, cuando eso se concreta, nos asustamos de eso. Allí tenés un riesgo. El gol que hace la oposición es el siguiente. Por un lado venimos hablando del 50% de imagen positiva del Presidente, pero también hay que hablar del 45% que no lo votó. Es esa porción que fue capaz de votar a Sergio Massa con tal de no votar a Milei. Imaginate si lo odian, aun cuando a Massa no lo querían. Ese 45% estuvo desorientado, cabizbajo y deprimido el último año. Es como que no encontraban su posición en la cancha como tampoco el guión sobre lo que tenían que hacer. Venían ofendidos con Cristina Fernández, porque ella les puso a Alberto Fernández, que los avergüenza, que los hizo votar a Massa y porque Cristina desapareció durante el primer tiempo de Milei y porque no saben cómo mierda (sic) dos hermanitos y cuatro perros accedieron a la Casa Rosada y no los pudieron parar. Porque no saben cómo, de verdad, alguien le pudo pegar una cachetada a la inflación y acostarla, porque no saben cómo alguien se puede plantar ante los gremios y ante los piqueteros y que el Estado vuelva a controlar la calle. Eso los desorienta, porque creían que tenían un siete bravo y, en realidad, tenían un cuatro. En esa depresión los viste en un año desorientados, sin siquiera encontrar una posición en una conversación de domingo en la familia. Los viste enojados. Ahora que Milei cierra con el FMI y reparte palos, a ellos se les configura el enemigo ideal, el del guión histórico, que es la derecha, los milicos, la represión, el complot de los templarios, los masones, los iluminatis, los reptilianos y los extraterrestres que construyeron las pirámides. De repente Milei se pone nítido como enemigo y ahora encontraron un discurso común y se exaltan. Ojo porque de ese 45% podés tener plazas y plazas de Mayo y de los Dos Congresos, y la avenida de Mayo y la 9 de Julio colmadas. Y eso no quiere decir que Milei se está cayendo, sino que los opositores están exaltados y encuentran un lugar desde dónde hablar. No es que hay más oposición ahora, sino que se sienten más envalentonados. Ese es el gol opositor.

-En la vereda del frente opositor, Cristina preside un PJ atomizado y Mauricio Macri no tiene el liderazgo de antes. ¿Es el mejor de los mundos para que Milei se consolide políticamente?

-Es un buen mundo para Milei, atendiendo a que el sistema político no es un problema. El problema de Milei no es la oposición ni cuántos diputados y cuántos senadores tiene; el problema de Milei es cuánto tiempo la opinión pública lo banca. Mientras él tenga el 50% puede mirar a todos desde arriba; cuando él tenga 25% de imagen positiva, no habrá cantidad de diputados y de senadores que te resguarden. No es el problema principal, a mi criterio. Dicho esto, vamos al sistema político en sí. Lo que tenés es una desorientación en los dos bandos. Vos tenés a todo el arco del progresismo, donde podemos incluir al kirchnerismo y al peronismo no kirchnerista, que está buscando una renovación, porque la gente les dio un cachetazo cuando piensan que, si la gente votó a Milei es porque les falta el respeto, y necesitan una renovación. Entonces, ¿qué pasa? La mujer que tiene el 30% de respaldo en votos, quiere hacer lo que hizo siempre, es decir, poner ella los candidatos, pero no permitir que crezcan nuevos liderazgos. Y para el futuro se necesitan liderazgos. Axel Kicillof quiere ser líder, además de candidato, pero está anotado en el Incucai para un trasplante testicular que no le está llegando, porque no le dan las bolas (sic) para enfrentar a Cristina. Lo que Cristina le deja en claro cuando le rechazan la suspensión de las PASO en la provincia de Buenos Aires es arriba tuyo no te quiere nadie y abajo tuyo no te quiere nadie. Sin embargo, Kicillof en el público progresista mide más que CFK. Y eso es una tragedia, porque tiene a la gente y no tiene sistema político propio.

Jorge Giacobbe: “La gente está bancando lo que eligió en segunda vuelta”

-¿Y qué pasa con los dialoguistas, como los gobernadores de Salta, de Catamarca y de Tucumán?

-Mientras el presidente de la Nación, que tiene la guita, mida 50% en la imagen, ya sabés lo que van a hacer. No tienen opciones. Si del otro lado ven una desorganización y se encaminan a perder las elecciones, ven que hay otro que se encamina a hacerlo y mide ese 50% porque la gente lo sigue apoyando. No hay nada para discutir. Del otro lado, el panmundo liberal ya generó el reemplazo de Milei por Macri como instrumento en contra del progresismo. Ahora, ¿esto quiere decir que a Macri lo tiraron a la basura? No lo hicieron. Lo tienen ahí. Tiene 30% de imagen positiva, pero 10% de intención de votos. No es que no lo escuchan, sino que él tiene que reconocer que su posición en la cancha ya no es la misma que la de antes. Lo jubilaron; no lo mataron; lo jubilaron. Sin embargo, como todo político, desde su posición egocéntrica, Macri pretende conservar una cuota de poder de la misma manera que una máquina Remington quisiera competir contra una computadora.

-¿Por qué la dirigencia no se renueva?

-Pasan dos cosas y las dos no tienen nada que ver con lo ideológico, sino con cuestiones psicológicas de las personas que habitan la política. Uno, los que llegan a la cima no son “padres generosos” (es un apunte psicológico). Los psicólogos sostienen que padre generoso es aquel que da la pelea contra el hijo, que lo quiere desafiar. El padre da la batalla para que el hijo se mida con alguien mayor para que aprenda y luego pueda medirse contra Tyson, pero en algún momento el padre tiene que ser lo suficientemente generoso para dejarse matar. En la Argentina nadie que llega al poder puede ser tan generoso como para hacer eso. Matan al próximo. Esto lo está haciendo Cristina; esto lo está haciendo Macri y esto lo hace Milei también, con aquello en donde aquel que marca la diferencia, le cortan la cabeza. Eso es lo primero que pasa en la psicología de los número uno. Ahora en la psicología de los números dos, lo que hay es un nivel de cobardía desastrosa, porque el hijo tiene que forzar la situación e ir al combate decidido a jugársela. Y lo que tenés en la segunda línea de los partidos políticos es una manga de cagones (sic) que piden permiso para desafiar. Y esto ha pasado en el kirchnerismo, que tiene un ordenamiento soviético hacia adentro; esto ha pasado en el PRO, en el que había que pedirle permiso a Marcos Peña para largarte de concejal en Quemú Quemú (La Pampa). Y esto pasa en La Libertad Avanza, donde no podés decir una cosa que sea un poco diferente al Presidente que te degüellan. Es una tragedia, porque todo lo actual mata el ecosistema político que necesitamos para el futuro.

-¿Qué nos depara el futuro?

- Hasta las elecciones nada. Hasta entonces la gente estará donde la ves. No habrá grandes novedades. El Gobierno va camino a que la opinión pública le dé un triunfo a nivel nacional y que en la provincia de Buenos Aires sea más ajustado. Si gana o pierde por un punto será una buena elección. Y después lo que puede crecer, y es lo que más me inquieta, es la ansiedad del propio público, porque hay gente que lee que esta elección será una opinión pública diciéndole a Milei que tiene un cheque en blanco para hacer lo que quiera y creo que lo que va a suceder es que la gente va a hacer es pagarle la factura de lo que hizo hasta ahora. Con Macri ya lo vimos. La gente le dio la elección presidencial. Luego él dijo que estaba un poco blando y que necesitaba más diputados y esa gente le dio otra elección. Y después esa misma gente le dijo algo así: “flaco, ya pediste dos elecciones; ahora dejá de quejarte y que venga la buena porque me la prometiste; ya hice el esfuerzo y ahora que venga la buena”. A Milei le pueden decir exactamente lo mismo. Entonces el riesgo de la ansiedad del público que lo sostiene puede venir después de las elecciones. Y allí insisto con esta idea: no está a prueba el sistema político; están a prueba los argentinos. Votaste a un pibe que dijo que iba a repartir palos; ¿te bancás la foto de la gente ensangrentada? Votaste a un pibe que te dijo que haría un ajuste salvaje; ¿te bancás el ajuste porque va a ser largo? Votaste a un pibe que te dijo que te tenías que tirar en Buenos Aires nadando hasta Montevideo, ¿te vas a ahogar en el medio? O te la vas a bancar. Hasta ahora la enseñanza dice que los argentinos siempre nos tiramos al río por izquierda o por derecha, porque no importaba quién gobierna. Nos entusiasmamos con una promesa donde había que hacer un esfuerzo y la abandonamos en el medio.

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