
Cada marzo se repite el fenómeno: el cansancio, la sobrecarga y la sensación de estar abrumados se instalan en la rutina de muchas personas. “Siempre se da este fenómeno en marzo. Hay una sobre exigencia que está por encima de las capacidades”, explica Roberto González Marchetti, psicólogo y presidente de la Federación de Entidades Profesionales Universitarias de Tucumán (Feput). En una entrevista con LG Play, el especialista desglosó las razones de este malestar y brindó claves para afrontarlo.
Un ciclo que se repite
La llegada de marzo marca un punto de inflexión en el calendario emocional. “Diciembre es pesado porque es un mes de resolución, porque termina el año en todo sentido: laboral, escolar, social. Es intenso y viene acompañado de un clima de calor y lo ambiental influye”, señala González Marchetti. Según su explicación, el inicio del año trae un alivio pasajero: “El estrés desciende en enero y en marzo sufre una elevación”.
Esto se debe a la cantidad de demandas que se acumulan en el tercer mes del año. “Este mes pretendemos resolver todo lo que queremos hacer durante el año como trabajo, vivienda, cuestiones particulares o de familia. Apuntamos a lograr respuestas exitosas y de estabilidad. El problema es que el contexto a veces ayuda a obtener respuestas de estabilidad a largo plazo y otras no”, explica el especialista.
Señales de advertencia
El burnout es un trastorno relacionado con el estrés crónico en el ámbito laboral, que genera agotamiento físico y emocional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como una enfermedad profesional, caracterizado por agotamiento, despersonalización y una reducción en la eficacia personal. Si bien es una problemática de largo plazo, el experto advierte que el malestar del mes puede ser un síntoma de alerta. “Si en marzo nos sentimos cansados, es un gran indicador de que estamos poco satisfechos con nuestras actividades cotidianas. Pueden deberse a errores en la planificación y organización de nuestro sistema individual”, sostiene.
Las consecuencias del estrés pueden manifestarse de diversas maneras. “Irritabilidad, alteraciones del sueño, pensamientos mágicos de tener vacaciones”, enumera el psicólogo. Y advierte sobre un peligro latente: “Ante estos síntomas hay que tener cuidado con los consumos que tengamos. La ingesta de alcohol, por ejemplo, podría reducir el nivel de ansiedad pero repercutirá en otros problemas de salud”.
El poder de poner límites
La solución, según el psicólogo, no está en hacer más sino en reconocer los propios límites. “La clave radica en conocernos, conocer nuestras limitaciones. Si las aceptamos, vamos a aprender a decir que no y establecer límites”, afirma. Aprender a gestionar la sobrecarga es fundamental para evitar la acumulación de tensión. También remarca el papel del vínculo con los demás en este proceso: “Debemos recordar que somos seres sociales. Necesitamos siempre del otro. La escucha de alguien nos ayuda a atravesar esta situación de estrés transitorio”, concluyó.