En momentos de gran crisis en el seno de los poderes del gobierno y una evidente efervescencia política, asistimos a encontradas propuestas, algunas muy confusionistas como es la llamada “Ficha Limpia”. Proyecto sacado de la manga, el cual más que garantizar pulcritud y honestidad de los postulantes, esconde oscuras intenciones. Es fácil suponer que si se aplicara de inmediato, el Congreso debería perder gran cantidad legisladores al hacer un “mea culpa” y tener que renunciar. Cabe señalar que el sistema electoral, además de los vicios que concurren para llevar al gobierno a personas irresponsables, inexpertas, insensibles y deshonestas, adolece de una importante omisión. El sistema, jamás ha tenido en cuenta la verdadera importancia que podría tener el voto en blanco para evitar que electores desprevenidos repitan una y otra vez las mismas equivocaciones cuando elijen gobernantes. Me refiero específicamente a que nunca se ha promocionado debidamente el “Voto en Blanco” para tratar de conseguir un acto eleccionario estéril de parcialidad. Sería una opción que para la mente de personas bien informadas y con sentido crítico, se convierte en una buena alternativa para entorpecer la facilidad que tienen los partidos políticos para poner en el brete al votante desprevenido y obligarlo a optar entre dos candidatos. Sobre el particular, cabe mencionar que con demasiada frecuencia, periodistas que carecen de información y cultura, hablando sobre la crisis que padecemos, opinan que el resultado de la absurda elección que llevó al libertario a la Presidencia, es resultado de que los electores no tenían otra alternativa. Obviamente no han reparado en el poder que tiene el voto en blanco para perturbar o anular un acto eleccionario cuando se perfila con resultado equivocado. Sería muy conveniente, que en cada elección, el voto en blanco fuera promocionado adecuadamente por la Justicia Electoral. Una manera de alertar y contrarrestar en alguna medida los efectos de la engañosa y excesiva propaganda de políticos ambiciosos, interesados en instalarse en el Estado para disfrutar de sus poderes.
Humberto Hugo D'Andrea
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