
En plena batalla judicial por prácticas monopólicas, Mark Zuckerberg enfrenta una nueva tormenta: la publicación de Careless People (Gente despreocupada), escrito por Sarah Wynn-Williams, exdirectora de Políticas Públicas de Facebook. En el libro, que rápidamente escaló en los rankings de ventas, la autora describe un entramado de poder marcado por la obsesión por el crecimiento, el desprecio por las convenciones políticas y una cultura interna plagada de abusos, presiones y complacencia con regímenes autoritarios.
Las memorias de Wynn-Williams, que trabajó en la empresa entre 2011 y 2017, ofrecen un retrato ácido y revelador del funcionamiento interno de Meta durante sus años de expansión global. Según la autora, Zuckerberg es un líder “obsesionado con el crecimiento” y dispuesto a todo por la expansión de su imperio digital. La descripción de altos ejecutivos egocéntricos, episodios de censura interna y una relación ambigua con gobiernos como el chino, generó un escándalo mediático de escala internacional.
La reacción de Meta no se hizo esperar. A menos de 24 horas de su lanzamiento, la empresa obtuvo una orden judicial que prohíbe a la autora promocionar el libro, amparándose en un acuerdo de confidencialidad. La editorial denunció esta medida como un intento de censura, mientras que Meta respondió acusando a Wynn-Williams de hacer “afirmaciones falsas y desactualizadas”, y sugirió sin pruebas que estaría vinculada a grupos anti-Facebook.
Más allá del conflicto legal, el libro plantea una advertencia en tiempos de transición tecnológica. “¿A quién beneficia mi silencio?”, se pregunta la autora, quien asegura que su objetivo es aportar transparencia y evitar que los errores cometidos en la era de las redes sociales se repitan con la inteligencia artificial. Entre anécdotas surrealistas, acusaciones graves y retratos íntimos de los altos mandos de Meta, Gente despreocupada se convirtió en un inesperado fenómeno editorial —y en un nuevo dolor de cabeza para Zuckerberg.