

En materia de seguridad carcelaria hay un tema que enciende las llamas de la polémica cada vez que sale a la luz. La semana pasada, los parientes de un recluso denunciaron que un joven había fallecido como consecuencia de los golpes que recibió por parte de los guardiacárceles. Wilson Ruiz, que para las autoridades falleció por meningitis, según sus parientes, había recibido ese castigo físico por reclamar la desaparición del celular que tenía designado. El caso generó rápidamente una pregunta: ¿Puede un preso tener un celular? Sí.
La Ley de Ejecución Penal (24.660), que establece cómo deben ser las condiciones del cumplimiento de las condenas, en el artículo 158, sostiene: “El interno tiene derecho a comunicarse periódicamente, en forma oral o escrita, con su familia, amigos, allegados, curadores y abogados, así como con representantes de organismos oficiales e instituciones privadas con personería jurídica que se interesen por su reinserción social. En todos los casos se respetará la privacidad de esas comunicaciones, sin otras restricciones que las dispuestas por juez competente”.
La pandemia también modificó para siempre la vida en el sistema carcelario de todo el país. Las prisiones cerraron sus puertas y sus ocupantes no tenían manera de comunicarse con sus seres queridos. Entonces, a través de una resolución, se dispuso que los presos podían tener celulares para no afectar sus vínculos familiares o permitir continuar con sus estudios a los internos que tomaban clases en diferentes universidades.
Normas
Pero también se habían establecido una serie de normas para poder acceder al uso de los móviles, medidas que aún se mantienen. Ellas, entre otras, son:
- Los internos sólo podían utilizar celulares cuyo origen sea debidamente comprobado.
- Su uso está restringido en determinados horarios y por cierto tiempo.
- Sólo pueden utilizar una sola línea que debe ser debidamente registrada por las autoridades.
- Los móviles deben estar al cuidado del personal del Servicio Penitenciario cuando no sean utilizados por los reclusos.
- Los detenidos que cursan sus estudios sí tienen un uso más irrestricto de los móviles, ya que los utilizan para tomar clases virtuales, recibir apuntes y, por supuesto, estudiar.
Pero en Tucumán, como en el resto del país, por la falta de controles y por corrupción también, varios internos utilizaron los celulares para continuar cometiendo actividades ilícitas. La Justicia Federal logró desarticular una organización de una red de trata de personas con fines de explotación sexual que operaba desde Villa Urquiza. En causas narcos, las escuchas telefónicas revelaron que había varios detenidos que seguían vinculados al tráfico.
Miguel “Miguelón” Figueroa, el supuesto narco que fue condenado por tres homicidios, fue acusado dos veces de alterar la paz institucional enviando mensajes intimidatorios a funcionarios judiciales y hasta al gobernador Osvaldo Jaldo. En ambas oportunidades los habría enviado cuando ocupaba una celda en la cárcel de esta ciudad y otra del penal de Ezeiza.
¿Qué pasa en Tucumán?
En nuestra provincia los reclusos pueden utilizar celulares en los lugares de encierro. Al asumir las nuevas autoridades hubo un intento de anular la resolución, pero fracasaron en su intento. Los internos iniciaron una huelga de hambre que duró casi una semana y se presentaron numerosos hábeas corpus a favor de los reclusos, por lo que se decidió dar marcha atrás con la iniciativa. Paralelamente, la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich ordenó realizar la misma medida en las cárceles federales, pero en Tucumán no se pudo aplicar porque no hay presidios de la Nación.
En tierras tucumanas hay cinco unidades penitenciarias, pero sólo en una de ellas los presos no cuentan con celulares para mantener contactos con sus familiares: la cárcel de Benjamín Paz. Las autoridades señalan que eso se debe a que el régimen de esa unidad es cerrado, pero también es cierto que en el lugar donde está no hay señal de celular. Las guardias de cada pabellón tienen teléfonos para recibir llamadas de urgencias de sus parientes o para hablar con sus defensores.
Los guardiacárceles le contaron a LA GACETA el lado b de esta historia. Señalaron que utilizan este derecho para mantener la disciplina. Los que tengan buen comportamiento, podrán usarlo hasta dos horas por día. Ese lapso de tiempo se pude ir reduciendo si el interno tiene problemas de conducta. La sanción más dura, claro está, es prohibirle su uso por días, semanas y hasta meses. El personal del servicio penitenciario también detalló que los presos se resisten a ser trasladados de Benjamín Paz porque no cuentan con ese beneficio.
Discusión jurídica
Los abogados penalistas consultados coincidieron en varios puntos. El primero de ellos es que la Ley permite a los detenidos en las cárceles a comunicarse con sus seres queridos y defensores. Explicaron que ahora son los celulares y que antes fueron los locutorios instalados en las unidades penitenciarias. “No se puede negar ese derecho porque está garantizado por normas”, aseguró Javier Lobo Aragón (h). El otro, que en Tucumán no existe una norma que regule su uso, sino resoluciones administrativas dictadas durante la pandemia que siguen en vigencia.
“No se les puede sacar, lo que aquí hay que pensar es en incrementar los controles para que sean bien utilizadas”, destacó el también penalista Víctor Padilla. Su colega Aníbal Paz destacó que no los presos sólo pueden acceder a los móviles durante determinado horario y tiempo. “Hay que intensificar los controles para que no haya problemas y aclarar que los que no cumplen con las normas son debidamente sancionados. El problema fundamental es que hay fallas en los controles”, destacó.
El abogado Mariano Arcas dijo que su opinión sobre el uso de los celulares fue cambiando con el correr de los años. Incluso, dejó muy en claro que estaba a favor de que los presos pudieran comunicarse con sus seres queridos. “Pero la realidad -cruda y sin maquillaje- es que los delitos cibernéticos desde las cárceles se han disparado. Los internos pasaron de hablar con sus hijos a estafar jubilados, intimidar testigos y montar callcenters del delito desde una celda. En ese contexto, el uso del celular dejó de ser un puente afectivo y se convirtió, muchas veces, en una terminal delictiva. Por eso, hoy creo que hay que eliminar el uso libre de celulares”, finalizó. La polémica continuará.