El arquitecto Fernando Belaunde Terry, dos veces elegido presidente de Perú, cuando inauguraba las obras durante su gobierno develaba una simple plaza artesanal donde figuraba la fecha y la simple expresión “el pueblo lo hizo“, sin ningún nombre. Cuando se postulaba explicaba que toda elección es un honor que los pobladores asignaban a una persona para servirle, por lo que era obligación utilizar de la mejor manera el erario nacional, formado por los impuestos que imponían las autoridades tanto a nivel nacional como local, sea provincial o municipal. No era necesaria la publicidad pagada por el Estado, dado que las inversiones en cualquier parte del país eran visibles, dado que se exhibían los carteles de la obra por realizar, exhibiendo el monto, el tiempo de construcción y la empresa responsable como parte de la licitación correspondiente. A su criterio, el periodismo hablado o escrito era el encargado de difundir la tarea de los funcionarios del gobierno, sin que ello implique gasto del fisco. Su afán era el sistema de carreteras, que favorecía no sólo el traslado de los habitantes sino la distribución de sus producciones. La comparación de la filosofía gubernamental del desaparecido jefe de Estado con la de muchos gobernantes nacionales, provinciales y locales emerge como deprimente, pues se observa el incremento de los impuestos acelerada y abruptamente, y al mismo tiempo gigantografías en donde figuran los nombres de las autoridades, como si las acciones que aprueban y ejecutan son extraordinarias y excepcionales, por las que se gastan miles de millones sin poder observar el engrandecimiento de los lugares donde gobiernan. Empero, es posible conocer el crecimiento descomunal del patrimonio de los elegidos. Belaunde murió en el departamento que compró cuando era candidato. En función de tales aseveraciones es comprensible “la lucha” indiscriminada de los postulantes; es posible también traer al recuerdo las declaraciones de otro mandatario, Ricardo Lagos Escobar, en Chile, al momento de terminar su mandato: le preguntaron si se postularía algún cargo en el gobierno, él indicó que había alcanzado la más alta magistratura en su nación, por lo que su visión era lo “internacional” y seguir sirviendo a su país. Esas palabras son aleccionadoras en función de algún cargo, sea público o privado. Un rectorde universidad no cabe que se postule a un cargo de maestro después de haber llegado a la cúspide de la enseñanza superior, como un presidente de la nación postularse para senador o diputado; o un senador buscar una curul de diputado o bajar del nivel nacional a uno provincial o distrital. Salvo mejor parecer.
Fernando Sotomayor
J.B. Alberdi 139- S. M. de Tucumán

















