RELIGIÓN DE ESTADO. Trump camina por el rosedal de la Casa Blanca, en el Día Nacional de la Plegaria.
WASHINGTON Estados Unidos.- En los primeros 100 días de su segundo mandato, Donald Trump mostró que busca ampliar el poder de por sí descomunal que tiene como presidente de Estados Unidos. Desde remodelar el comercio internacional hasta deportar migrantes sin el debido proceso, ningún rincón del Estado quedó sin tocar.
Con una catarata de órdenes ejecutivas (decretos) firmadas en este lapso, Trump busca modificar el gobierno de Estados Unidos a su gusto y reclama mayor influencia sobre los bufetes de abogados, las universidades y las reglas electorales de su país.
Trump ha indicado incluso que podría buscar un tercer mandato pese a que la Constitución le impone un límite de dos.
Erica Frantz, profesora de ciencia política en la Universidad Estatal de Michigan y experta en autoritarismo, descarta que su apetito de poder sea mayor ahora que en su primer gobierno (2017-2021). “Lo que es diferente es su capacidad para lograrlo”, dijo Frantz en una entrevista pubicada por la cadena BBC. “Ahora es más exitoso en marginar, silenciar o desmantelar a cualquier individuo, institución o grupo que potencialmente pudiera limitar su poder”. Sin embargo, Trump 2.0 ha encontrado tres obstáculos importantes para lograr lo que quiere:
El contrapeso judicial
Trump domina al Partido Republicano, que a su vez tiene mayoría en las cámaras legislativas. Por eso, el Poder Judicial se convierte en un contrapeso clave, al no tenerlo en el Congreso.
Los tribunales federales suspendieron temporalmente medidas de Trump, como su intento de terminar con la ciudadanía automática que la Constitución otorga a quien nace en el país.
Otro caso en el que intervino la Justicia es la deportación de un inmigrante al que Trump acusa de pertenecer a la pandilla MS-13. Kilmar Abrego García fue enviado a una cárcel de El Salvador, pese a que un fallo judicial prohibía hacerlo. El gobierno primero dijo que se trató de un error administrativo y luego defendió la expulsión. El asunto llegó a la Corte Suprema, que exigió al gobierno “facilitar” la liberación de Abrego García.
Con una mayoría conservadora, la Corte Suprema será decisiva en varios de estos casos y, según Frantz, aún está por verse su voluntad de servir de control. “Si la Corte Suprema cede, la puerta se abre de par en par para que siga la toma de poder y la democracia decaiga”, dice la experta.
Academia en rebeldía
Una de las novedades del regreso de Trump a la Casa Blanca es su esfuerzo para ganar injerencia sobre algunas de las principales universidades del país.
El mandatario dice que busca combatir el antisemitismo. Con esa excusa, exige a las universidades, bajo amenaza de cortar ayuda financiera, desde reformas internas hasta cambios en políticas de admisiones, que comprometen su libertad académica.
Hubo alarma cuando la Universidad de Columbia aceptó en marzo demandas como un cambio de supervisión en su departamento de Medio Oriente, para mantener US$400 millones de fondos y contratos federales.
Pero en abril, Trump encontró un freno. “Ningún gobierno debe dictar qué pueden enseñar las universidades privadas, a quién pueden admitir y contratar y qué áreas de estudio pueden seguir”, sostuvo el presidente de Harvard, Alan Garber.
El gobierno congeló US$2.200 millones de fondos federales para esa universidad de élite. Pero Harvard se mantuvo firme y presentó una demanda contra el gobierno, que a su vez amenazó con quitarle la exención fiscal.
La semana pasada, los líderes de más de 400 instituciones de enseñanza del país se expresaron “contra la extralimitación gubernamental y la interferencia política sin precedentes que ponen en peligro la educación superior estadounidense”.
Ante el dios mercado
Dos de los mayores retrocesos de Trump están vinculados a un actor difícil de ignorar: el mercado. La primera marcha atrás fue la tregua en su guerra comercial global, tras las caídas en bolsas de valores y precios de bonos del Tesoro por el temor de los inversores al impacto de esa política.
“La gente se estaba pasando de la raya, se estaban poniendo un poco nerviosos”, declaró el mandatario al anunciar en abril que suspendía por 90 días el aumento de aranceles a decenas de países excepto China.
Los analistas creen que Trump podría volver a cambiar sus posturas, pero advierten que el mercado ya probó que puede doblarle el brazo.

























