Al salir del Seminario, por fallecimiento de mi padre, debía trabajar y estudiar de noche; lamentablemente en esa época no había equivalencia en las materias y debí empezar mi secundaria en el Colegio Nacional Bartolomé Mitre. Rector: José Gaitán; profesores: Leda Toldo y González Palacios. Le pido mil disculpas a mi profe de Castellano (Lengua), cuyo nombre olvidé, que es a quien quiero evocar y agradecer por inculcarme y enseñarme a querer este noble oficio de plasmar y representar un pensamiento con palabras y letras. Él llegaba y decía: “saquen una hoja y escriban una redacción sobre la oscuridad”; yo escribí tres hojas; de mis compañeros, algunos entregaron la hoja en blanco, y él me dijo en privado: “está muy bien, pero debés tener poder de síntesis y resumir todo en una página”. Así empecé y un día me convertí en perro callejero y le contesté a otro can cheto en mi primera y exitosa Carta al Director de LA GACETA, y no paré más. Nuestro radio de acción es nutrido y heterogéneo y muchas veces, dentro de ese círculo, unos te critican por tus escritos, pero la mayoría los aprueba y pasan a ser tus fans, que te piden, te pasan letras para que escribas de tal o cual tema o reclamo . Yoly , mi gran amiga, que anda sufriendo por no poder obtener su jubilación me escribió lo siguiente: “has tenido una vida nutrida de una multitud de experiencias, que te han dado la sabiduría para escribir, bendiciones. Te admiro mucho, no se agotan tus palabras, gracias por abrirnos siempre la mente con tus escritos para LA GACETA”. Esta es mi historia. Si sabés leer y escribir, todos tenemos una trayectoria igual, parecida o más intensa; sólo nos debemos animar a contarla; de eso se trata la vida; las experiencias guardadas y escondidas no sirven y te avejentan y a otros les pueden servir.
Francisco Amable Díaz




















