DEL FAN AL INVERSOR. El modelo japonés de fanatismo que mueve millones ya se exportó a España y a Estados Unidos. / PIXTA
En Japón, los carteles publicitarios ya no sólo anuncian bebidas, moda o cosméticos. También pueden contener mensajes de amor, y apoyo dirigidos a ídolos del pop, actores o personajes de anime. Esta escena, que mezcla devoción con consumo, es parte del fenómeno oshikatsu, una tendencia cultural que está redefiniendo la economía y las relaciones sociales en el país asiático.
Oshikatsu combina los términos oshi ("apoyar") y katsu ("actividad"), y engloba todas las acciones realizadas por fans para sostener y visibilizar a sus ídolos favoritos. Pero va más allá del fanatismo tradicional: implica viajes, compra de merchandising, creación de contenidos, intervenciones publicitarias e incluso inversiones digitales. Para millones de japoneses, es un estilo de vida, una red de pertenencia y, cada vez más, una vía para canalizar emociones.
Un fenómeno transversal y en expansión
Aunque nació en la cultura pop nipona, el oshikatsu no se limita a adolescentes fans de idols o series animadas. También incluye a mujeres adultas con alto poder adquisitivo, lo que amplía su impacto económico. Según un estudio citado por Reuters, más de 14 millones de personas participan de esta tendencia en Japón, generando un volumen de consumo estimado en 3,5 billones de yenes anuales (unos U$S 22.400 millones).
Su influencia traspasa fronteras. En España, por ejemplo, los seguidores de la cantante Chiara, participante del reality Operación Triunfo, financiaron un anuncio en Times Square para apoyarla. Este tipo de iniciativas muestra cómo el oshikatsu puede tener impacto incluso en contextos alejados de la cultura japonesa.
MOVIDA DE FANS. Los seguidores de OT23 se movilizan para poner un anuncio en Times Square para salvar a Chiara. / OPERACIÓN TRIUNFO
Cuando el fandom se convierte en política económica
Con un país enfrentando inflación, envejecimiento poblacional y baja natalidad, el oshikatsu se presenta como un aliado inesperado para fomentar el consumo interno. Algunas marcas ya lo están capitalizando. Es el caso del MUFG Bank, que lanzó Buzz Bank, una app de finanzas con estética anime, o de la start-up Rural Co, que atrae turismo a zonas despobladas mediante NFTs de personajes populares.
La lógica es simple: si los fans siguen a sus ídolos donde sea, también consumirán productos y experiencias ligadas a ellos. Desde un café temático hasta un viaje a un pueblo remoto, el deseo de conexión emocional mueve dinero, redes y decisiones de compra.
Más que consumo: comunidad, bienestar y sentido de pertenencia
Pero no todo es marketing. El oshikatsu también responde a transformaciones sociales profundas. En una sociedad cada vez más solitaria, donde los vínculos tradicionales se diluyen, muchas personas encuentran en estas comunidades un refugio emocional. Conectan con otros, sienten pertenencia y alivian el estrés cotidiano.
Así como el fenómeno Swiftie en Estados Unidos creó la “swifteconomy” durante The Eras Tour, Japón está viviendo su propia revolución silenciosa: la del fan como actor económico, social y cultural. Y las marcas que logren entender esta lógica podrían encontrar nuevas formas de conectar con las generaciones actuales.
El oshikatsu demuestra que el fanatismo no es sólo admiración, sino también impulso económico, red de apoyo y construcción de identidad. Lo que comenzó como una forma de respaldo individual se convirtió en una herramienta colectiva capaz de transformar ciudades, negocios y sociedades enteras.






















