“ESE PALOMO HERIDO”. Liliana Sánchez recorre el universo de Federico García Lorca en la sala Caviglia.
“El teatro es aquello que me conecta con el pasado, con esa niña que vio una obra de teatro por primera vez con nueve años y que entonces tomó la primera gran decisión de su vida: ‘quiero hacer esto’. Y asimismo, me devuelve una mirada esperanzada sobre el futuro”. Con esa reflexión, Liliana Sánchez cierra esta noche su etapa como parte del Teatro Estable de la Provincia, pero lejos está de dejar el escenario. La actriz protagonizará por última vez a las 21.30 en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251), “Ese palomo herido”, el texto de Rafael Nofal sobre personajes de distintas obras de Federico García Lorca, que dirige Ignacio Hael y tiene el aporte musical en vivo de Miguel Domínguez.
“No podía haber pedido algo mejor para despedirme, me siento una privilegiada. Muchos otros se jubilaron y se fueron, pero yo he tenido el honor de que me propongan que haga algo y tenía este proyecto que había quedado trunco y es lo más hermoso del mundo. Nunca había hecho ninguna obra de Lorca y en este trabajo me doy el lujo de hacer muchos de sus maravillosos personajes, con reflexiones de Rafael puestas en la boca de la actriz”, le describe a LA GACETA.
- ¿Qué te dio el arte?
- Una manera diferente de ver y entender la realidad. Es imposible que, al pasar por el cuerpo distintos personajes, no te modifique en la vida. Hay algo que queda resonando adentro, porque es un ir y venir: así como uno le presta el cuerpo y las vivencias al personaje, ese personaje también te deja cosas.
- ¿Sos de hacer balances?
- La verdad, hacer un balance de mi vida en el escenario es mucho. Hago lo que amo hacer. No siempre es fácil; de hecho la mayoría de las veces no lo ha sido, pero visto a la distancia no elegiría otra cosa. Todo lo dado, lo entregado, lo sacrificado valió la pena, sin ninguna duda.
- ¿Con cuáles obras te quedás?
- Entre las muchas que recuerdo está “El señor Galíndez”, que hicimos apenas recuperada la democracia en el teatro Armando Discépolo de la Sociedad Francesa; “La Chunga”; “La irredenta”; “Macbeth”; “Blum”, “Tejiendo cenizas” y recientemente “Victoria Park”. Cada una de ellas resuenan en mi interior de una manera diferente.
- ¿Cómo ves la escena local?
- Goza de muy buena salud. Siempre estuve acompañada por gente joven y hay grandes talentos en las nuevas generaciones, vienen fuerte; lo veo en mis propios compañeros y en los distintos talleres que se dictan n la provincia y donde se preparan espectadores y actores.
- ¿Qué es el público?
- Es el gran soberano, el que le da sentido a mi trabajo. Su mirada me interesa muchísimo, me preocupa llegar al público con claridad, con contenido, que esté todo fundamentado y a veces incomodarlo con respeto, porque sé que esa es parte de mi función. De algún modo contribuir con mi trabajo a la formación, a que tenga otra mirada sobre las cosas, a que reflexione. No tiene ningún sentido hacer lo que uno hace si no es para alguien. Esa entrega en el escenario se devuelve en agradecimiento, en el silencio, en el aplauso y uno trabaja para lograrlo.
- ¿Qué buscás vos cuando vas como público a una sala?
- Voy como pura espectadora. Me gusta que lo que veo me deje algo, es lo fundamental. Que me deje pensando, que me dé algo que a mí me sirva en la vida, me complete, me emocione. Capaz que no entienda mucho todo, pero no importa porque me va a obligar a pensarlo, a analizarlo, a preguntarme por qué han hecho esto o aquello. Todo el mundo debe querer que cuando termine el espectáculo y se vaya a su casa, irse pensando o simplemente que haya sido algo que visualmente te asombre.
- ¿Cómo convive el Estable con la actividad independiente?
- Casi todos los integrantes del Estable, tenemos otra actividad por fuera. Algunos hacen obras independientes, otros dictan talleres. No es difícil porque el horario nuestro nos ocupa las tardes noches, es cuestión de organizarse. Y para las funciones, vamos siempre los domingos, que es el día que el Estable no tiene trabajo. En cuanto al trabajo, no es distinta la forma de hacer teatro; lo diferente es que el Estado te da la sala, el vestuario y la producción y en lo independiente uno se tiene que ocupar de todo, es más difícil sobre todo en estos últimos tiempos que hay pocos recursos. El Instituto Nacional de Teatro está en una peligrosísima situación como para promover a los grupos independientes como lo hacía antes. No me gusta decir la palabra profesional, entre comillas, porque un actor pone la misma energía, la misma fuerza, las mismas ganas en cualquier propuesta que lo involucre.
Otras propuestas: cinco obras en distintas salas
- A las 21 habrá dos despedidas: “Vaya Ramona, vaya” en la sala Juan Tríbulo del teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy), de José Serralunga interpretado por Chabela Díaz y Julio Chacana dirigidos por Benjamín Tannuré Godward; y “Carne”, de Eduardo Rovner, con Nancy Groy y Germán Gutiérrez Ferronato en La Veleta Cultural (Crisóstomo Álvarez 124), bajo la dirección de Hugo Galván.
- A las 21.30, en La Colorida (Mendoza 2.955) se repondrá “Aborto clandestino”, experiencia con objetos de Tuly López, Madeleine Jaime Azcárate, Gabriela González y el grupo Die Pinken Clauden (Daniela Flores Blasco y Nerina Dip); y en El Atelier (avenida Mate de Luna 2.930), “Cuando la luz se apaga”, sobre el universo laboral joven con Luciana Torres y Solana M. Alonso, dirigidas por Lucía Dzienczarski.
- Otra obra que baja de cartel, pero a las 22 y en El Pulmón (Córdoba 86), es “Otro mundo”, escrita y dirigida por Carlos Alsina con su visión sobre los conflictos y la disolución del mundo contemporáneo a cargo de Federico Cerisola, Anahí Rodríguez y Golo Saifán.






















