Potes, Cantabria.
Mientras gran parte del país sufre temperaturas asfixiantes por la enésima ola de calor, hay quienes buscan desesperadamente una vía de escape. El aire acondicionado se convierte en un salvavidas, salir a la calle a mediodía es un acto de valentía, y las noches tropicales hacen casi imposible dormir. Pero no todo está perdido: hay rincones en España donde el verano se vive de otra forma, a la sombra de montañas, junto a ríos y bajo cielos estrellados con noches frescas.
Gracias a su altitud, su geografía o su orientación, estos pueblos mantienen temperaturas medias por debajo de los 30 °C incluso en pleno julio o agosto. Algunos permiten refrescarse en piscinas naturales; otros, perderse entre rutas de senderismo y paisajes de ensueño. Aquí van diez propuestas para disfrutar del verano sin derretirse.
1. Ezcaray (La Rioja)
A los pies de la sierra de la Demanda, este precioso pueblo riojano combina patrimonio, gastronomía y naturaleza. Sus temperaturas veraniegas rondan los 12-26 °C, ideales para recorrer senderos, visitar la Real Fábrica de Tejidos de Santa Bárbara o saborear unas tapas en sus terrazas sin miedo al bochorno.
2. Potes (Cantabria)
En pleno corazón de los Picos de Europa, Potes es la base perfecta para explorar el entorno natural y cultural de la comarca de Liébana. La Torre del Infantado y sus puentes medievales conviven con ríos, prados y bosques que mantienen el ambiente fresco incluso en agosto.
3. Griegos (Teruel)
A 1.600 metros de altitud, este pequeño pueblo de la sierra de Albarracín presume de ser uno de los más fríos del país en verano. Su entorno montañoso, ideal para caminatas y observación de estrellas, lo convierte en un oasis térmico en pleno julio.
4. Bellver de Cerdanya (Lleida)
Situado en la Baja Cerdaña, este encantador municipio del Pirineo catalán combina historia (con joyas como la iglesia de Santa María de Talló) y naturaleza. Sus temperaturas suaves y sus rutas de senderismo lo convierten en un destino muy codiciado cuando aprieta el calor.
5. Isaba (Navarra)
En el valle de Roncal, rodeado de montañas y bosques, Isaba ofrece temperaturas suaves y paisajes que parecen sacados de un cuento. Perfecto para explorar los valles del Belagua y el Esca o para acercarse a pueblos vecinos como Ochagavía.
6. Puebla de Lillo (León)
Enclavado en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, este pueblo leonés se mantiene fresco incluso en verano. Ofrece rutas como la de la Biesca o la Cervantina, en las que disfrutar del avellano, el haya o el roble mientras se respira aire puro.
7. Lanuza (Huesca)
Ubicado junto a un embalse y en pleno valle de Tena, este pueblo fue literalmente rescatado del agua tras haber sido expropiado en los años 70. Hoy es un pequeño paraíso rodeado de montañas, perfecto para el senderismo y el descanso. Además, acoge el festival Pirineos Sur en julio, todo un referente cultural.
8. Torla-Ordesa (Huesca)
Es una de las puertas de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Este pueblo del Pirineo aragonés ofrece temperaturas suaves, vistas espectaculares y rutas de senderismo de todos los niveles. Cascadas, hayedos, ibones y una iglesia románica que en su día sirvió de fortaleza completan el atractivo.
9. Puebla de Sanabria (Zamora)
A orillas del Lago de Sanabria —el mayor lago glaciar de la Península— este pueblo zamorano combina patrimonio y naturaleza. Además de visitar el castillo de los Condes de Benavente y el casco histórico, uno puede darse un baño en sus playas fluviales: El Folgoso, Custa Llago o Viquiella.
10. Trévelez (Granada)
En plena Alpujarra granadina y dentro del Parque Natural de Sierra Nevada, Trévelez presume de ser uno de los pueblos más altos de España. Las noches son frescas y el entorno, espectacular. Perfecto para alternar rutas por la montaña con escapadas a la costa tropical granadina.
Un verano distinto
En tiempos en los que el calor extremo se convierte en norma, estos pueblos ofrecen la posibilidad de disfrutar de un verano distinto: sin sudar, sin agobios, y rodeados de naturaleza. Basta con un buen calzado, algo de abrigo para la noche… y muchas ganas de desconectar.





















