La final del Torneo Anual de Rugby de Tucumán, que se jugará desde las 16 en La Caldera del parque 9 de Julio, será mucho más que un partido: será el cierre de una rivalidad que se ha fortalecido con el tiempo y que enfrenta a dos equipos que se conocen, se respetan y se exigen.
Tucumán Rugby y Lawn Tennis llegan a esta definición con historias diferentes, pero con una misma ambición. Los capitanes, Pedro Bottini (Lawn Tennis) y Jorge Domínguez (Tucumán Rugby) son la voz y el reflejo de dos proyectos que se han consolidado dentro y fuera de la cancha.
Para Bottini, la ansiedad no se puede esconder, aunque la intentó contener. “Tenemos muchas ganas de jugar otra final. La ansiedad te la generan los hinchas que todo el tiempo te escriben y te preguntan cómo estás. Ellos van subiéndote la intensidad día a día”, admite. Con casi dos décadas en los “Benjamines”, el capitán siente que el club es “su” casa, más que una segunda. “Juego desde los 11 años y estoy por cumplir 30. Es mi lugar, lo vivo con una conexión muy profunda”, asegura.
Domínguez, al mando de los “Verdinegros”, comparte esa sensación de expectativa, pero trata de poner foco en el trabajo. “Estamos muy bien, con muchas ganas de jugar otro partido importante. Es un equipo que se propuso mejorar semana a semana, y esta final es un premio a ese esfuerzo colectivo que venimos haciendo desde principios de año”, afirma.
Ambos referentes coinciden en que este cruce tiene aroma a clásico. “En Tucumán hay muchas rivalidades fuertes, y una de ellas es con Lawn Tennis. Nos conocemos bien, los dos intentamos jugar un rugby integral, y siempre queremos ganarnos entre nosotros”, sostiene Domínguez.
Bottini lo dice desde el otro lado, con respeto y admiración: “Tucumán Rugby es un club al que siempre tomé como ejemplo. Están en semifinales o finales desde hace años. Esa constancia es admirable y nosotros como grupo nos propusimos imitarla. Enfrentarlos siempre es lindo y queremos ganar”, reflexionó.
A nivel emocional, el proceso para llegar a esta final no fue sencillo para Lawn Tennis. Luego de una temporada inolvidable en 2024, en la que lo ganó todo, el equipo tuvo que reconstruirse desde lo interno. “Fue difícil volver a empezar; retomar el esfuerzo y la concentración. Pero hoy entendemos que tenemos que hacernos cargo de lo que conseguimos. Esa exigencia nos volvió a poner en camino”, relata Bottini.
Desde Yerba Buena, Tucumán Rugby también se enfoca en lo que viene más allá del domingo. Una semana después jugarán la semifinal del Torneo del Interior. Pero el presente inmediato no les permite mirar más allá. “Sabemos que esto no termina acá, pero estamos enfocados al 100% en esta final. Después del partido, el lunes, cambiaremos el chip”, aclara Domínguez.
En cuanto al desarrollo del partido no hay dudas de que será un duelo abierto, dinámico y con muchas propuestas ofensivas. “Lawn Tennis te ataca desde todos lados. Tiene un juego físico, pero también elaborado. Nosotros también proponemos y eso hace que se genere un partido muy atractivo. Ya lo vivimos en otras finales y esta no será la excepción”, afirma Domínguez.
Bottini coincide en que la clave no estará tanto en lo espectacular, sino en lo minucioso: “Las finales se las lleva el que menos errores comete. Nosotros nos entrenamos muy bien en estas tres semanas; hicimos todo como debía hacerse. Ahora depende de lo que pase dentro de la cancha”, agregó.
Más allá del análisis técnico, ambos jugadores reflexionan sobre lo que representa el rugby en sus vidas y el esfuerzo que implica seguir compitiendo al más alto nivel en un deporte amateur. “Es muy difícil hoy en día. Tenés que trabajar, estudiar y entrenarte casi como un profesional, y tener al club como prioridad. Pero lo hago porque amo a mi club. Lo aprendí así desde chico y quiero que los más jóvenes lo entiendan también de esa manera: no es dejar cosas, es querer al club”, expresó Bottini.
Para Domínguez, cada final es una oportunidad de representar ese trabajo silencioso que se hace todo el año. “Jugar este tipo de partidos es un privilegio. No es casualidad que nos toque estar acá. Es fruto del trabajo del club, del grupo, de mucha gente que labura desde las bases. Por eso queremos disfrutarlo al máximo, más allá del resultado”, finalizó.
Este tarde, cuando la pelota empiece a volar en el parque 9 de Julio, todo lo dicho se pondrá a prueba. Dos clubes con historia, dos planteles comprometidos y dos capitanes que representan con orgullo sus colores serán protagonistas de una batalla que quedará grabada a fuego en una nueva página del rugby tucumano. El título se definirá en 80 minutos, pero la verdadera victoria se encuentra en todo lo que estos equipos construyeron para llegar hasta acá.
En el rugby, como en la vida, los títulos se celebran, pero los procesos se honran. Esta final no será sólo el desenlace de una temporada, sino la síntesis de años de esfuerzo y amor por la camiseta.





















