Leandro Paredes no alcanzó en el Madre de Ciudades.
Llegó con todos los pergaminos. Campeón del mundo, figura de la Selección Argentina, ex PSG, Roma y Juventus. Pero ni siquiera Leandro Paredes, con toda su jerarquía, puede marcar la diferencia si sus compañeros no lo ayudan. La previa del partido en Santiago del Estero reflejaba esa expectativa: todas las cámaras apuntaban al “5” de Boca, que volvía al país con la valija cargada de títulos y un único objetivo declarado desde su presentación en La Bombonera: “Vengo para sacar campeón a Boca”.
Esa frase, repetida una y otra vez en las últimas semanas, quedó resonando en la cabeza de los hinchas. Pero por ahora, el camino no parece tan sencillo. El mediocampista volvió a ser titular en un partido oficial después de 4.273 días y sumó minutos en la Copa Argentina, donde se metió en el exclusivo grupo de campeones del mundo que disputaron el certamen, como David Trezeguet o Daniele De Rossi. Sin embargo, la travesía duró poco: eliminación en 16avos de final.
Antes de hablar de su rendimiento, cabe destacar el planteo del rival. El equipo de Lucas Pusineri ahogó por completo los intentos de Boca y, en especial, los de Paredes. El volante se repitió en toques seguros con Juan Barinaga, Marco Pellegrino, Rodrigo Battaglia, y en ocasiones con Frank Fabra o Williams Alarcón. Completó algo más de 50 pases, pero la mayoría fueron horizontales, sin sorpresa ni profundidad.
Quizás lo más destacado del primer tiempo fueron dos acciones puntuales: una falta suya sobre Mateo Coronel y la posterior devolución del delantero de Atlético. Después, su influencia se diluyó. Recién en el complemento, ante la necesidad del equipo, volvió a mostrar chispazos del nivel que suele exhibir en la Selección. En una jugada puntual, brindó un pase exquisito a Alarcón que no pudo ser capitalizado.
Con el gol de Clever Ferreira y la desesperación de Boca por empatar, Paredes se animó más. Pisar el área rival por primera vez fue una muestra de carácter, aunque solo rozó un rebote que no terminó en nada. En tiempo de descuento, con el equipo dos goles abajo, tuvo su última gran intervención: un remate fuerte que Matías Mansilla tapó de forma brillante.
El balance final indica que el rendimiento de Paredes fue correcto, pero lejos de ser desequilibrante. Y eso es lo que expone el verdadero problema: ni su jerarquía alcanza cuando el equipo no responde. Boca necesita más funcionamiento colectivo, más conexiones y, sobre todo, un socio para su volante central. Por ahora, Miguel Ángel Russo no lo encuentra. Y este no es el único problema que enfrenta el equipo tras una eliminación temprana que duele más por el contexto que por el resultado. Porque con un campeón del mundo solo, no alcanza.




















