El modelo uruguayo que muestra que se puede integrar la IA en el aula
El sociólogo Emiliano Pereiro, impulsor del programa “Pensamiento Computacional e Inteligencia Artificial”, llega a Tucumán para contar cómo el vecino país logró que el 90% de sus escuelas públicas adopten la enseñanza de Inteligencia Artificial.
La integración de tecnologías en el aula no solo plantea desafíos para los distintos actores educativos, sino que también genera intensos debates en el ámbito público. En Argentina aún discutimos si los alumnos deben llevar el celular a las escuelas y todavía no hemos tenido una discusión sustancial sobre la incorporación de la inteligencia artificial (IA) en las aulas. Sin embargo, a pocos kilómetros de nuestras tierras, un país ha superado estas controversias y ha priorizado la capacitación integral de sus alumnos para un mundo que promete ser cada día más diferente.
El Proyecto Ceibal de Uruguay se erigió como un pilar fundamental en la transformación educativa del país y fue pionero en la democratización del acceso a la tecnología. Nacido en 2007 como “Plan Ceibal”, su objetivo inicial fue dotar de infraestructura a las escuelas públicas uruguayas, proveyendo una laptop a cada niño y maestro para cerrar la brecha digital y fomentar la equidad. Este fue el puntapié para que Ceibal se convirtiera en un ecosistema integral que va más allá del hardware, ofreciendo conectividad, plataformas educativas, recursos digitales y formación docente, impactando directamente en la calidad y la inclusión de la educación. A pesar de los cambios de gobierno, Ceibal se mantuvo vigente y amplió su alcance para desarrollar una ambiciosa estrategia de adaptación de las herramientas digitales: hoy incorpora la última tecnología en las aulas, como la ciencia computacional y la inteligencia artificial.
Dentro de esta iniciativa -que obtuvo reconocimiento internacional de la Unesco, entre otras destacadas organizaciones-, en los últimos años se incorporó un nuevo programa denominado “Pensamiento Computacional e Inteligencia Artificial”. Su representante, Emiliano Pereiro, visitará Tucumán esta semana para compartir esta experiencia que resulta innovadora, atractiva y urgente para nuestros alumnos y docentes.
Sociólogo y magíster en Políticas Educativas, Pereiro se especializó en pensamiento computacional e inteligencia artificial aplicada a la educación. Es argentino, pero trabaja en Uruguay, y desde su rol en Ceibal ha sido el artífice principal en el diseño y la coordinación de la estrategia nacional de alfabetización en IA, una iniciativa implementada en escuelas públicas de todo el país. Además, es el impulsor y organizador del congreso regional EduIA, el evento más relevante en Latinoamérica sobre IA y educación, lanzado en 2024. Su labor se complementa con la docencia en posgrados y diplomaturas, y una activa participación en publicaciones y conferencias internacionales, combinando la investigación, la innovación y la gestión de proyectos para la transformación de la enseñanza en la era digital.
¿Cuál fue la impronta o prioridad que los llevó a trabajar con IA en alumnos de primaria?
Ya existían muchos desarrollos para la enseñanza de programación en esas edades, como el lenguaje “Scratch” del MIT. Para este programa nos focalizamos en cuarto, quinto y sexto grado para empezar. En 2017, arrancamos con pensamiento computacional; la inteligencia artificial aún no estaba tan presente, pero esta disciplina se considera una habilidad precursora para entender la IA. Lo hicimos porque veíamos que esto era una tendencia mundial imparable. Yo he seguido este tema desde 2017 y, por ejemplo, un informe importante de Europa que analiza la introducción del pensamiento computacional en sistemas educativos mostraba en 2017 solo dos o tres países pioneros, y Uruguay ya estaba allí. Hoy, la mayoría de los países ya lo han introducido. En cuanto a la inteligencia artificial, comenzamos a trabajarla antes de la explosión de ChatGPT. En 2021, ya hicimos nuestro primer piloto, llamado “Enseñar a las máquinas a aprender”. Vimos que esto iba a ser una revolución. En 2022, el programa se extendió a todos los estudiantes y organizamos la primera “Semana de la IA en Educación en Uruguay”, un evento para generar discusión y conciencia.
¿Cómo fue la recepción de los alumnos a esta nueva disciplina?
Los estudiantes, y lo digo por las encuestas y mis visitas a las escuelas, están totalmente entusiasmados. Participamos en un desafío internacional de pensamiento computacional llamado “Bebras”, donde más de 80 países compiten, y ahí se ve la efervescencia con la que trabajan los estudiantes. La mayoría de ellos se enganchan con estas propuestas. Les genera un compromiso que no encuentran en la clase tradicional y, a la vez, aprenden matemáticas de otra forma. Por ejemplo, tenemos una propuesta que se llama “videojuego matemático”. Los estudiantes crean un videojuego, aprendiendo conceptos de programación (qué es un bucle, una secuencia de pasos, etc.), pero asociados a conceptos matemáticos de quinto grado. El juego tiene un sentido pedagógico en el programa de matemáticas. Es otra manera de aprender, y ellos quedan encantados porque crearon un videojuego. Las maestras nos cuentan entusiasmadas cómo ven a sus estudiantes. Y hay algo que me sucede mucho: cada vez que voy a una escuela, alguna maestra me dice: “Mire, yo tenía un estudiante al que le iba mal en todo, con baja autoestima, no se enganchaba con nada, y con esto es el ‘crack’ de la clase”. Se convierte en el supercampeón de Scratch, les enseña a sus amigos a programar y levanta su autoestima. Me pasa muchísimo, y quiero hacer un estudio sobre eso porque es impresionante cómo lo repiten las maestras.
Esa experiencia me lleva a preguntar cómo recibieron los docentes esta iniciativa y qué rol asumen en la integración de la IA en el aula.
El rol del docente es completamente central en este programa. Como te decía, hay una parte de programación e inteligencia artificial, pero toda la otra parte curricular la aporta el docente de aula. La clave es la dupla pedagógica, ya que son dos docentes trabajando juntos. Actualmente, tenemos 450 docentes remotos, y más de la mitad son argentinos que trabajan desde Argentina para Uruguay. Cuando esa dupla funciona bien, es muy efectivo. Un docente tiene el perfil tecnológico, y el otro es el docente de la disciplina clásica de la escuela. Ellos trabajan juntos en estas propuestas. Con los docentes, al principio, la propuesta no fue impuesta, sino voluntaria. Uno como docente opta por inscribirse y participar. En 2017, empezamos con apenas 50 grupos en Uruguay. Hoy, en 2025, tenemos casi 6000 grupos, cubriendo el 90% de las escuelas públicas del país. Tenemos 100.000 estudiantes trabajando en esto y más de 4500 docentes de aula sumados voluntariamente, lo que representa el 80% de los estudiantes en esos grados. Esto sucede porque a las maestras y maestros les parece que el programa tiene un valor para sus estudiantes. Se van comentando boca a boca, van conociendo lo que se hace, y cada año se suman más y más docentes.
¿Qué pasa cuando seguimos postergando la incorporación de la IA en las escuelas? ¿De qué nos estamos perdiendo las regiones que aún no hemos incorporado la IA en el ámbito escolar?
Conozco mucho la situación argentina, viví muchos años allí y estudié en la Universidad Di Tella. Conozco bien esa discusión, y ejemplos como Conectar Igualdad, que luego tuvieron sus problemas, o inversiones que no prosperaron. Para mí, Argentina, siendo un estado federal con 24 jurisdicciones, debe abordar esto. El otro día, dando clases en la diplomatura de la Di Tella, les contaba el caso de Uruguay, y la gente se ponía un poco mal, lo veían muy lejano. Entonces, en la última clase les presenté una experiencia de Nigeria. Allí, por ejemplo, usaron un chatbot, el de Copilot de Microsoft, para apoyar el aprendizaje de inglés como literatura. Hicieron una intervención con el Banco Mundial y el gobierno nigeriano, y los estudiantes que estuvieron expuestos a este programa con el chatbot, trabajando junto al docente, tuvieron mejores logros de aprendizaje, según un modelo de evaluación de impacto aleatorio. Yo les decía: “Si Nigeria puede hacerlo, ¿por qué no podemos hacerlo en Argentina?”. Lo importante es empezar. Y lo ideal sería que esto fuera una política de Estado, blindada. En Uruguay, Ceibal es una política de Estado que no ha cambiado con los gobiernos de derecha, izquierda, centro-izquierda o centro-derecha. Puede tener algún énfasis, pero no cambia. Ni siquiera hay cargos políticos dentro de Ceibal, salvo el presidente que es nombrado por el Ministro de Educación. Esto está blindado y aceptado por todo el sistema político. Esa es una de las claves y de las discusiones que se deberían tomar en las diferentes jurisdicciones, como Tucumán. Se necesita definir: “¿Quién va a hacer inteligencia artificial? ¿Cómo y para qué?”. Y con una perspectiva de largo alcance, no algo para subirse al momento de la IA, sino como una perspectiva de trabajo sólida. La IA está cambiando y va a cambiar realmente; es la cuarta revolución social que transformará todos los aspectos de nuestra vida. Necesitamos que nuestros estudiantes y la población en general estén mínimamente alfabetizados para poder dar las discusiones necesarias.
Nombrabas el caso uruguayo, el nigeriano, pero ¿qué reflexión tuvieron al desarrollar este tipo de plan desde países del Cono Sur, desde países en desarrollo, cuando estas tecnologías se desarrollan en los países del Primer Mundo con toda su infraestructura y en ámbitos privados?
Nuestra perspectiva es brindar la tecnología a todos. Una escuela rural en la frontera de Uruguay con Brasil tiene la misma clase de pensamiento computacional e inteligencia artificial que la mejor escuela de Montevideo. Eso pasa hoy, lo hacemos, y es nuestro foco: que el acceso a esto sea irrestricto para todos. Y desde el Sur, bueno, es una discusión que debemos dar como región. El mundo, hace años, se dirige hacia lo digital y lo tecnológico. ¿Dónde queremos estar nosotros en esa discusión? Tenemos que posicionarnos. Es cierto que no tenemos el presupuesto que manejan las potencias; la geopolítica de la inteligencia artificial es gigantesca, la lucha por el dominio entre China y Estados Unidos mueve números monstruosos. Luego está Europa con un rol más regulador, y nosotros, la región, estamos en la nada, sin tener una discusión clara sobre dónde nos vamos a parar. Por eso, yo personalmente creo que es algo que debemos hacer desde la región, trabajar fuertemente en esto, más allá de la alfabetización, para definir nuestra posición en relación con la inteligencia artificial. Uruguay está liderando esta conversación y, con nuestro trabajo en IA, hemos sido reconocidos internacionalmente. Nos eligió el World Economic Forum como una de las nueve experiencias más importantes del mundo en esto, nos reconoció la Unesco en París el año pasado, y ahora me toca ir a París en septiembre a trabajar en el marco internacional de inteligencia artificial de la OCDE para las pruebas PISA 2029. Hay una mesa de 11 expertos trabajando en esto, y el único del Sur Global es Uruguay. Eso es producto de este trabajo. Se puede, pero se necesita decisión, voluntad, acuerdos y trabajar regionalmente. No veo que en el Mercosur o en las organizaciones de cooperación multilateral estemos discutiendo esto en la región. Creo que debemos hacerlo, porque si no, la bola nos va a pasar por encima.























