Cartas de lectores: comparto la queja de Serrat

05 Agosto 2025

En diciembre de 2022, Joan Manuel Serrat optó por brindar su último recital. No esperó que alguien, de manera atrevida, lo indujera a poner fin a casi 60 años de conciertos ininterrumpidos (el primero fue en 1965). En una reciente entrevista deploró el modo como la sociedad trata a los octogenarios. “En lo que a mí atañe -sentenció- no pienso renunciar a mi visibilidad ni a mi derecho a ser útil”. El célebre cantautor puso de relieve sus infinitas ganas de vivir y condenó a quienes procuran jubilarlo obligatoriamente. Como contemporáneo de Serrat hago míos sus reclamos. Soy testigo de las ofensas dirigidas hacia quienes, todavía lúcidos, tienen mucho que ofrecer y ni siquiera, en orden a la sapiencia acumulada, son consultados. Un comentario autorreferencial -inevitable- robustece los reparos planteados. Días atrás, mis hijos me invitaron a diversificar las actividades diarias: “Mermá tus tiempos de lectura y escritura; volcate también a tareas manuales o al aprendizaje de algún instrumento”. Esto último me despertó un deseo. Como amante del bolero y la percusión, comprendí que podría ser una buena alternativa tocar el bongó. Con ese fin concurrí a una casa de música y le expuse al vendedor mis intenciones. Su primera reacción fue: “Cuidado que el manejo de ese elemento no es para cualquiera. No debe sufrir artrosis. Los movimientos son continuados y enérgicos”, me previno. En la seguridad de que carecía de esa afección, añadió: “Entonces, consiga un buen profesor y aprenda”. En un primer momento, fui subestimado de manera aviesa. La edad que denotaba, aunada a mis múltiples arrugas, haciendo “juego”, impulsaron al comerciante a desalentarme. Si su intención fue decirme “con esa música, a otra parte”, debe saber que se equivocó; que el ritmo (por vivir) me llama a pesar de ciertos “aguafiestas”..

Alejandro De Muro                         

demuroalejandro4@gmail.com

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