EXPERIMENTADA. La jujeña Agustina Apaza es una de las bikers que más ediciones ganó del tradicional Trasmontaña de mountain bike.
Hay ciclistas que participan. Hay otros que compiten. Y después está Agustina Apaza, que corre con el alma, deja huella y cada año vuelve a escribir una nueva página en la historia del Rally Trasmontaña de mountain bike. La jujeña de 46 años, múltiple campeona argentina de cross country, es una de las corredoras más emblemáticas del país y una de las que más veces ha ganado en las diferentes categorías del Trasmontaña. Para ella, más que una carrera, el Trasmontaña es un capítulo esencial en su vida deportiva. Una cita ineludible. Una conexión emocional con los senderos tucumanos que no se interrumpe desde hace dos décadas.
“Desde 2004 o 2005 que corro el Trasmontaña sin faltar ningún año”, confiesa con orgullo quien ha convertido esta prueba en parte de su calendario, de su identidad como ciclista. En un calendario competitivo que muchas veces obliga a priorizar objetivos, Apaza jamás dejó de lado el rally de cross country más convocante del país. Incluso en temporadas de calendario internacionales o compromisos personales, la cita tucumana siempre tuvo un lugar de privilegio.
Este 2025 no será la excepción. El domingo 17 de agosto, cuando los cerros de San Javier y El Siambón vuelvan a rugir con el paso de casi 3.000 bicicletas, Agustina volverá a decir presente. Y lo hará con la misma ambición, pero también con la misma alegría que la llevó, hace más de 20 años, a descubrir en el mountain bike un estilo de vida.
Una preparación especial
La reciente victoria en la Gran Vuelta a La Sala, competencia clave en la previa del Trasmontaña, fue una inyección de confianza. “Fue una carrera dura, pero me gusta. Sirve como preparación. La aprovecho para ir conociendo el terreno, tomando notas, analizando sensaciones”, explica. Para Agustina, cada competencia previa es una herramienta. Cada kilómetro sirve para ajustar detalles, para adaptarse al circuito y también para leer lo que vendrá. Sabe que el Trasmontaña es una carrera particular. Aquí hay que compartir el esfuerzo, sincronizar el ritmo, cuidar a la pareja y gestionar los tramos con cabeza.
A diferencia de otras competencias, el Trasmontaña se vive desde mucho antes de la largada. “Todo agosto ya se siente el clima de fiesta que es elTrasmontaña”, dice, y se nota que lo vive con intensidad. Hay clima, hay nervios, hay ansiedad. En las redes sociales, en los grupos de entrenamiento, en cada charla con amigos bikers, el nombre del rally tucumano aparece una y otra vez. Es el centro de gravedad del mountain bike argentino, y no importa si uno corre por primera vez o si lo ha ganado en múltiples ocasiones: la magia es la misma.
Agustina lo dice con claridad: “Es una carrera que nadie quiere perderse”. Y lo sabe porque ha sido testigo del fenómeno. Año tras año ve cómo llegan corredores de todo el país. Algunos lo hacen para debutar en una gran carrera; otros, para revalidar su nivel o vivir nuevamente la adrenalina del desafío. Todos, sin excepción, encuentran en el Trasmontaña algo especial.
¿Qué lo hace tan distinto? Para ella, hay varias claves. “El lugar es hermoso, y el hecho de ser en pareja lo hace muy especial. Además, para muchos, correr el Trasmontaña es un objetivo personal. Es como decir: ‘soy biker, corrí el Trasmontaña’”, explica.
Esa mística tiene que ver con la geografía, claro. Tucumán ofrece un entorno natural ideal para el mountain bike. Selva, cerros, caminos de cornisa, senderos estrechos, barro, raíces y sol. Pero también tiene que ver con la historia, con el nivel organizativo, con la tradición. Y, sobre todo, con el espíritu que se respira en cada edición: camaradería, respeto, desafío.
Un circuito exigente
Este año, el Trasmontaña propone un recorrido renovado, más exigente, con nuevos sectores de subidas y desniveles. La largada ya no será desde la tradicional Calle 15 de San Javier, lo que cambia la estrategia y obliga a repensar cada tramo. Para Apaza, es parte del atractivo: adaptarse, buscar nuevas formas de rendir, disfrutar incluso del esfuerzo. “Me gustó mucho la última parte del circuito. Desde el Maciel en adelante, la zona de la Refinor me pareció desafiante y entretenida”, asegura. Esa capacidad de encontrar disfrute aún en el esfuerzo habla de una ciclista que no se cansa de pedalear, que sigue descubriendo cosas nuevas en los mismos caminos.
A sus 46 años, Apaza no se detiene. Lejos de pensar en el retiro, continúa sumando logros y motivaciones. En parte, porque el ciclismo de montaña le sigue enseñando cosas. Y en parte, porque sabe que aún tiene mucho para dar.
Capital nacional
Para Agustina, no hay dudas: “Tucumán es la capital del mountain bike”. Así lo define, no sólo por el Trasmontaña, sino por la calidad de sus bikers, sus competencias, su comunidad. “Es el lugar a donde vas si querés mejorar tu nivel, si querés aprender. Siempre hay alguien mejor, siempre hay alguien que te enseña”, dice. Y esa humildad, la misma que la llevó a lo más alto del podio, es la que la mantiene vigente.
Su historia con la bicicleta empezó desde chica, pero fue en 2004, tras regresar de sus estudios universitarios en el exterior, cuando descubrió el mountain bike como disciplina. Desde entonces, nunca más lo soltó. Compitió en Juegos Panamericanos, ganó campeonatos nacionales, es referente y formadora, pero su relación con la bici sigue siendo de puro amor.
El Trasmontaña 2025 tendrá nombres ilustres, duplas competitivas, debutantes ilusionados y senderos renovados. Pero también tendrá a Agustina Apaza, esa corredora que lo ha visto crecer y que aún hoy lo vive con la misma emoción que la primera vez.
Porque hay carreras que se ganan. Y hay otras que, simplemente, se sienten parte de uno. En el caso de Apaza, el Trasmontaña es ambas cosas: un triunfo, pero también un hogar.




















