Reseñas a mano, rarezas y noches de arte: la reinvención de las librerías
En un mundo donde los algoritmos deciden qué leemos y las pantallas absorben hasta las horas que antes se reservaban a la lectura, hay lugares que se resisten a ser sólo puntos de venta. Lugares que se transforman y seducen con estrategias que no pueden programar ni las redes sociales más inteligentes. En Tucumán, tres librerías parecen jugar con la alquimia de la palabra impresa, y apuestan a que un libro todavía puede ser un flechazo en papel.
SENSACIONES. En los escritos que dejan empleados y lectores se leen más sentimientos que descripciones. La Gaceta / fotos de Analía Jaramillo
Cúspide: la voz manuscrita que se queda en la tapa
En la esquina de San Martín y Junín, Cúspide exhibe algo más que libros. En muchas portadas de las obras de sus estantes, el lector encuentra pequeñas notas escritas a mano: reseñas firmadas por vendedores o clientes, confesiones de lectura que parecen susurrar desde el papel.
Nataly Frías, empleada del lugar y quien con su mano escribió algunas de ellas lo explica así: “Queríamos que nuestros clientes que no tienen una idea clara de lo que buscan, hallen otra forma de encontrar algo. Quizás lo que nos deja el libro a cada uno de nosotros motive a otro a elegirlo”.
Así, cada vendedor se reparte un sector y lee tanto como puede para recomendar con autenticidad. No es casualidad que los libros con reseña sean también los más vendidos. “Es darle algo a nuestra identidad. Somos nosotros dando una recomendación; no son sólo obras que llegan y las ponemos en la mesa. Nosotros nos involucramos”, remarca Romina Ingalina, la encargada del lugar.
LUCES. Un lector que llevaba un año sin leer recomienda encender las ganas con este libro de Claire Keegan.
Las frases en las tapas no buscan convencer, sino tocar algo en el otro. “Llevaba un año sin leer... este libro fue la puerta de entrada”, se lee en una de ellas. Otra, sobre una novela de Marcelo Vera, que tiene las iniciales R.I. como firma advierte: “No apto para quienes están duelando... o tal vez particularmente para ellos”.
FORTUNA. Encontrar recomendaciones personales mueve emociones
“Quiero quedarme a vivir en la sensación que me dejó este libro. Desde la primera página, hasta el llanto incontrolable del final”, dice el inicio de la reseña sobre “El año en que hablamos con el mar” de Andrés Montero.
En una época de competencia feroz con los e-books y el scroll infinito, Cúspide demuestra que un trazo de tinta y una experiencia compartida pueden más que cualquier algoritmo.
El Griego: la librería como mapa secreto
Con medio siglo de historia, “El Griego” es una rareza en sí misma. Su catálogo está lleno de títulos que no se encuentran en ningún otro lugar de Tucumán: ediciones de Mansalva, Sexto Piso, Factotum, Asteroide, Akal… libros importados de España, colecciones de arte como Taschen o Blume, y obras políticas como los textos de Achille Mbembe.
ÚNICOS. Hay obras de nichos que sólo se encuentran en este lugar.
Juan Manuel Frangoulis, su actual responsable, sabe que este diferencial no se improvisa: es fruto de relaciones de confianza tejidas durante décadas con editores, autores y libreros. “El libro es un mundo de amigos”, resume.
Y añade: “En un contexto económico en el cual el consumo cultural cae junto con la venta de carne o yerba, nosotros insistimos en que el acceso a la cultura es un derecho”.
A esta idea, esta familia la ejerce con una propuesta que va más allá del bestseller: ofrecer rarezas, abrir conversaciones, mantener vivo el contacto directo con el dueño que recomienda desde el amor por la lectura. En sus estantes, la ciudad encuentra un mapa secreto de literatura y pensamiento.
El Libro de Oro: cuando la librería se convierte en un atelier
Desde que abrió hace siete años, “El Libro de Oro” decidió no ser sólo una librería. Talleres, clubes de lectura, presentaciones, visitas de autores: cada mes, el espacio se reinventa. Pero quizás su mutación más audaz fue “Tintas, letras & tragos”, una noche en la que la librería se transformó en un atelier con luces cambiantes, un pianista en vivo, cocina al momento y un artista que guió a los participantes en la creación de una obra propia.
Natalia Viola, su dueña, lo cuenta como una declaración de principios: “Me parece que la librería debe ir para ese lado, ser espacio de encuentro, de reflexión y de propuestas poco convencionales”.
EN COLORES. Por una noche fue posible pintar y crear en una librería
Es por ese motivo que este último evento en específico, tardó meses en desarrollarse. “La idea surgió el año pasado, pero la postergamos hasta consolidarla para hacer algo distinto a lo que se ve habitualmente”- comenta y añade- “en este caso no sólo fue la experiencia de pintar un cuadro con la guía de un artista, sino que durante tres horas los participantes se sumergieran en un ambiente donde los efectos de la luz sobre los lienzos hacían que estos cambiaran continuamente”.
En esa velada, los asistentes pintaron, brindaron, escucharon música y, sin darse cuenta, habitaron una obra de arte total. La librería, sin dejar de ser librería, fue también bar, galería, taller y refugio.
El papel que respira
Cúspide, El Griego y El Libro de Oro no sólo venden libros: los defienden como experiencias. En sus manos, las librerías se vuelven organismos vivos que mutan para seguir atrayendo lectores en un tiempo cuando todo parece digitalizable.
Frente al universo online, todos ellos oponen la mano que escribe y una recomendación; frente al catálogo genérico, la búsqueda paciente de títulos únicos; frente a la rutina, la irrupción de una noche en la que un piano y un lienzo conviven con los estantes. Porque el libro sobrevive no tan sólo por nostalgia, sino porque aún es capaz de transformarse, como se transforman los estantes que lo protegen.






















