MUNDO LABORAL. Los asistentes pueden no hacer nada o usar los ordenadores para buscar trabajo o intentar crear sus propias empresas / BBC
En un país donde la presión social por conseguir empleo es enorme, la juventud china encontró una alternativa insólita: pagar para simular que trabaja en una oficina. La tendencia documentada por BBC News se extiende en ciudades como Shanghái, Shenzhen, Nanjing y Wuhan, y responde a un fenómeno cada vez más visible: la falta de oportunidades laborales reales.
El mecanismo es simple: los jóvenes abonan entre 30 y 50 yuanes diarios (alrededor de 4 a 7 dólares) para instalarse en espacios que parecen oficinas con escritorios, internet y hasta salas de reuniones. Allí pasan el día como si fueran empleados de una empresa, aunque en realidad se trata de escenarios diseñados por compañías que comercializan “la experiencia de trabajar”.
La práctica resulta extraña a primera vista, pero refleja una situación crítica. Según cifras oficiales, este año se sumarán 12,22 millones de graduados al mercado laboral chino, lo que marca un récord. Aun con títulos universitarios, muchos jóvenes no logran insertarse en el sistema productivo, y recurren a estas oficinas simuladas para no permanecer en sus casas, aislados y sometidos a la mirada crítica de sus familias.
Un espacio para no sentirse ineficaces
El caso de Shui Zhou, citado por BBC, ilustra la situación. Tras el fracaso de su emprendimiento gastronómico, comenzó a pagar una tarifa diaria en la empresa Pretend To Work Company ubicada en Dongguan. Allí comparte la jornada con otros jóvenes que buscan lo mismo: un lugar para mantener cierta rutina, sentirse acompañados y enviar fotos a sus padres que les den la tranquilidad de que “están ocupados”.
MUNDO LABORAL. Shui Zhou paga aproximadamente 4 dólares al día para ir a una oficina simulada / BBC
En muchos de estos espacios, el pago incluye café, refrigerios e incluso almuerzo. Los usuarios suelen aprovechar la jornada para buscar empleo real, estudiar nuevas herramientas digitales o ensayar proyectos personales. Otros, como Xiaowen Tang, graduada en 2023, utilizan el recurso para cumplir con exigencias académicas: su universidad le pedía un comprobante de pasantía para entregar el diploma, por lo que alquiló un escritorio y envió fotos como prueba de “trabajo”.
El dueño de Pretend To Work, un joven de 30 años identificado como Feiyu, explicó que no vende un empleo sino “la dignidad de no sentirse inútil”. Él mismo estuvo desempleado y asegura que esta iniciativa funciona como un “experimento social” más que como un negocio tradicional.
MUNDO LABORAL. Feiyu, el dueño de la empresa / BBC
Entre la frustración y la necesidad de adaptarse
La explicación de este fenómeno tiene raíces profundas. El Instituto Max Planck de Antropología Social lo interpreta como una reacción de autoprotección frente a la frustración. Simular trabajo crea un espacio simbólico donde los jóvenes pueden reflexionar sobre sus próximos pasos sin quedar completamente excluidos de la vida social.
La tasa de desempleo juvenil en China supera el 14%, un número que impacta directamente en la estabilidad emocional y económica de los menores de 30 años. Muchos padres presionan a sus hijos para que consigan empleo estable y algunos graduados inventan “pasantías” para mostrar resultados, aun cuando eso implique pagar de su propio bolsillo.
Para otros, la simulación se transforma en un puente hacia habilidades nuevas. Zhou, por ejemplo, dedica sus horas en la oficina a perfeccionarse en inteligencia artificial, consciente de que dominar esas herramientas puede abrirle la puerta a trabajos mejor remunerados.
¿Una solución temporal o un síntoma de crisis?
Si bien las oficinas falsas ofrecen contención, difícilmente resuelvan el problema estructural del desempleo. Especialistas como Christian Yao, profesor de la Universidad Victoria de Wellington, señalan que la economía china atraviesa una transformación en la que muchos títulos universitarios no se corresponden con la demanda real del mercado. Eso genera un desajuste que deja a miles de jóvenes en el limbo.
Mientras tanto, las empresas de simulación siguen creciendo. Su éxito radica en ofrecer algo intangible pero poderoso: la sensación de pertenencia y el alivio frente a la presión social. Sin embargo, hasta el propio Feiyu reconoce que el modelo podría no ser rentable a largo plazo y prefiere verlo como una forma de acompañamiento más que como un negocio consolidado.






















