La cultura del “me lo merezco” gana terreno en la Generación Z tucumana

La idea de la recompensa se expande entre los jóvenes: cafés, postres, accesorios y experiencias son rituales que alivian la rutina, aunque muchas veces golpeen el bolsillo.

CULTURA JOVEN. Los cafés y postres se volvieron parte de la “cultura del me lo merezco” entre los jóvenes, que encuentran en estas pausas un mimo para seguir la rutina CULTURA JOVEN. Los cafés y postres se volvieron parte de la “cultura del me lo merezco” entre los jóvenes, que encuentran en estas pausas un mimo para seguir la rutina / GOOGLE

Martina Osares tiene 21 años y cursa Abogacía en la Universidad San Pablo-T. Todas las semanas se da un gustito: un café en el centro, algún postre en bares cerca de su facultad o un helado después de rendir. No lo vive como un gasto innecesario, sino como un ritual para cargar energía. “Si me va bien en un examen o logré organizar mis apuntes, siento que me lo gané”, dice.

Pero Martina también destina dinero a experiencias más grandes. El año pasado gastó sus ahorros para ir al Norte Rock: no fue sólo la entrada, sino que gastó también en un outfit especial, en merchandising, y en lo que implicó comer y beber ahí. “Con todo lo que gasté, podría haber usado esa plata para comprarme un celular nuevo, pero no me arrepiento. Fue un momento muy bueno”, asegura.

MÚSICA. Valentina invirtió en un piano que considera su gran mimo: un lujo que, asegura, la motiva a seguir con la música MÚSICA. Valentina invirtió en un piano que considera su gran mimo: un lujo que, asegura, la motiva a seguir con la música / GENTILEZA DE VALENTINA ROBLES

Un premio que impulsa sueños

Valentina Robles, de 22 años, trabaja part time en un bar del centro y sueña con dedicarse a la música. Durante meses fue separando parte de lo que ganaba hasta que tomó una decisión que para ella significó mucho: se compró un piano digital de más de $ 700.000.

No lo veía como una urgencia porque ya tenía un teclado en su casa, pero quería algo que la motivara. “Fue mi premio personal por estar tantas horas practicando y estudiando. Me dije: necesito algo que me empuje a seguir y este piano es eso”, explica.

Ahora cada vez que lo toca siente que fue un pequeño lujo que valió la pena. No sólo por la calidad del instrumento, sino también porque representa el esfuerzo que hizo para conseguirlo. “Cada nota que saco me recuerda que no fue un gasto vacío, sino un mimo que me acerca a lo que quiero para mi vida”, narra.

El detalle que corta la rutina

Diego Alcorta, de 25 años, trabaja en un local de electrodomésticos. Su jornada laboral suele ser extensa y, al terminar, tiene un ritual: pasa por la peatonal, y se compra una hamburguesa o una gaseosa. “Es mi forma de desconectar después del trabajo”, comenta.

Ese gesto, que parece simple, se convirtió en su cable a tierra. “Gasto más en eso que en otras cosas, pero, si no me doy ese lujo chico, la semana se me hace interminable”, confiesa.

Para Diego no se trata de una cuestión material, sino de una pausa emocional que le da fuerza para seguir. Aunque sabe que esos consumos suman, dice que no piensa dejarlos: “prefiero organizarme en otras cosas antes que sacar los gustitos que me hacen bien”.

La validación en redes y la cultura del “me lo merezco”

Darse un gusto implica más que una vivencia privada: es algo que se comparte y se celebra en las redes sociales. En TikTok, etiquetas como #treatyourself acumulan millones de videos que muestran desde un café hasta una compra cara.

Martina admite que muchas de sus salidas surgen de lo que ve en Instagram. “Si una amiga sube que fue a una cafetería nueva, yo quiero ir también. Es como una presión silenciosa: nadie me lo exige, pero siento que me pierdo algo si no voy”, explica.

Valentina, en cambio, utiliza las redes para mostrar sus avances con el piano. Para ella, ese objeto caro se convirtió en un símbolo de orgullo que lo conecta con otros músicos. Diego, más reservado, reconoce que suele caer en promociones de delivery que aparecen en sus redes.

MÚSICA. Valentina invirtió en un piano que considera su gran mimo: un lujo que, asegura, la motiva a seguir con la música MÚSICA. Valentina invirtió en un piano que considera su gran mimo: un lujo que, asegura, la motiva a seguir con la música / GENTILEZA DE VALENTINA ROBLES

La cultura del “me lo merezco” está instalada: cada gustito no sólo se disfruta, también se muestra y se valida con los seguidores.

El peso en las cuentas

El "me lo merezco" muchas veces se traduce en un presupuesto ajustado. Martina reconoce que, entre cafés, postres y recitales, gasta más de lo previsto. “Si sumo todo, podría ahorrar bastante, pero sé que esos mimos me ayudan a sobrellevar la facultad”, admite.

Valentina, por su parte, sabe que el piano le consumió todos sus ahorros. No se arrepiente, aunque reconoce que ahora le cuesta más juntar para otras metas. “El futuro es incierto. Prefiero darme ese lujo ahora y disfrutarlo mientras puedo”, explica.

Diego también ve cómo su cuenta se vacía más rápido de lo que quisiera, aunque insiste en que sus hamburguesas y gaseosas son intocables. “No es plata tirada: es mi manera de sentir que todo el esfuerzo del día tuvo un cierre positivo”, sostiene.

COMIDAS. Diego, suele cerrar sus jornadas laborales comprando hamburguesa o una gaseosa en la peatonal, con compañeros del trabajo COMIDAS. Diego, suele cerrar sus jornadas laborales comprando hamburguesa o una gaseosa en la peatonal, con compañeros del trabajo / GENTILEZA DE DIEGO

Una generación que elige el presente

Los casos de Martina, Valentina y Diego muestran el mismo patrón: jóvenes tucumanos que priorizan gratificaciones inmediatas, aunque eso implique meter presión a las cuentas. Puede ser un café, un recital o un piano. Lo importante no es el precio, sino lo que significa.

En un contexto donde pensar en comprar una casa o alcanzar estabilidad financiera parece inalcanzable, estos detalles se convierten en pequeñas victorias cotidianas.

“Si espero a tener todo seguro, me voy a perder lo que me gusta ahora”, dice Diego, convencido de que esos consumos, grandes o pequeños, son su manera de vivir el presente.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios