El Monumental fue un ring: Atlético Tucumán se lució ante su gente y noqueó a Talleres en tres golpes

Con goles de Díaz, Brizuela y Sánchez, el “Decano” liquidó el partido y reforzó su confianza. El visitante, desdibujado, no pudo soportar la intensidad del equipo de Pusineri.

FESTEJO DE GOL. Leandro Díaz abrió el marcador para el Decano. FESTEJO DE GOL. Leandro Díaz abrió el marcador para el "Decano". Foto de Osvaldo Ripoll/LA GACETA.

Alguna vez iba a pasar. O mejor dicho, tenía que volver a pasar. Atlético Tucumán necesitaba una noche así, contundente, clara, sin demasiados sobresaltos y con la sonrisa ancha de su gente al final del partido. Y anoche lo consiguió: el “Decano” se impuso por 3-0 frente a Talleres en el estadio José Fierro, en un encuentro donde fue dueño absoluto de principio a fin. Los goles de Leandro Díaz, Adrián Sánchez y Miguel Brizuela redondearon una victoria que deja al equipo de Lucas Pusineri bien posicionado en la tabla y, sobre todo, cargado de confianza de cara a lo que viene.

El contexto no era menor. Atlético llegó al partido después de rescatar un punto en Junín frente a Sarmiento, en un duelo que parecía perdido y que lo empató en el último minuto tras estar dos goles abajo. Ese envión anímico se trasladó a Tucumán, y desde el arranque se notó la intención de imponer condiciones ante un Talleres que llegó a la provincia golpeado, con Carlos Tévez cuestionado, diferencias internas en el vestuario y una mochila pesada de malos resultados. El contraste fue evidente: mientras el conjunto cordobés se mostró apagado y fue muy poco para el “Decano”, el local salió con decisión e intensidad.

El primer gol llegó como consecuencia natural de esa superioridad. Nicolás Laméndola, incisivo por la banda, se inventó una jugada personal que dejó mal parada a la defensa rival y habilitó a Díaz, que no perdonó. El “Loco”, siempre atento en el área, definió con jerarquía para abrir el marcador y encender la fiesta en las tribunas. Poco después, apareció Brizuela, lateral izquierdo improvisado que Pusineri convirtió en pieza clave del “11”, para marcar el segundo. El defensor, con confianza plena, probó de media distancia y desató la tranquilidad: a esa altura, Talleres ya parecía sin respuestas.

El tercer tanto, obra de Sánchez en el complemento, terminó de liquidar la historia y de confirmar lo que el partido mostraba desde el inicio: Atlético era el único protagonista de la noche. Sánchez, dueño del mediocampo junto a Kevin Ortiz, le puso la firma a una actuación sólida. Fue, quizás, la mejor expresión colectiva de un equipo que, tras semanas de dudas, volvió a exhibir un fútbol práctico y efectivo.

La expulsión de Clever Ferreira en el tramo final fue la única mancha de una jornada casi perfecta. Hasta ese momento, el zaguero había sido parte de una defensa que se mostró firme y que apenas concedió un puñado de situaciones, todas bien resueltas por Matías Mansilla. El arquero respondió con solvencia cuando se lo exigió, ratificando el orden de un Atlético que ganó en todas las líneas.

Del otro lado, Talleres fue un cúmulo de frustraciones. Sin ideas, con un Tévez desbordado en el banco y un equipo que nunca encontró funcionamiento, terminó siendo una sombra en el José Fierro. Atlético, inteligente, aprovechó la coyuntura para transformarla en un triunfo categórico, que no solo suma puntos, sino que también fortalece un proyecto que había quedado bajo la lupa después de la eliminación frente a Newell’s en la Copa Argentina.

Con este resultado, Atlético Tucumán se acomoda en los puestos de privilegio y alimenta la ilusión de pelear por la clasificación entre los ocho mejores. El fixture le depara ahora dos compromisos fuera de casa, antes de un parate por la fecha FIFA y el esperado regreso al Monumental, donde recibirá nada menos que a River. Pero el mensaje ya está dado: el equipo está sólido y con argumentos para soñar.

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Argumentos para soñar

El 3-0 se explica por la intensidad de Laméndola, por el sacrificio de Ortiz, por la frescura de Coronel y por la garra de Díaz, que volvió a mostrarse como el referente ofensivo de siempre. Se explica, también, por un plantel que recuperó confianza y por un entrenador que supo leer el momento y ajustar las piezas. Se explica también, porque parece que todos en el plantel tienen en claro qué rol cumplen en el grupo; y la prueba de ello es Guillermo Acosta, el eterno capitán del “Decano” que debutó recién en esta sexta fecha y fue ovacionado por todos en el Monumental.

La gente del “Decano” se fue cantando bajo la noche tucumana con la certeza de haber presenciado una de esas victorias que pueden marcar el rumbo de un torneo. Atlético jugó un partido sin fisuras y se dio un gusto grande: ganar, gustar y golear en su casa; eso no es poca cosa.

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