La ciencia en crisis: proyectos de investigación paralizados y profesionales obligados a emigrar

El director de Conicet NOA-Sur describe la preocupante situación que atraviesa el sistema: “por ley, este año la inversión en ciencia y tecnología debía ser de un 0,45% del PBI, pero está en un 0,2%”.

ALGUNAS UNIDADES EJECUTORAS DEL CONICET. Allí se desempeña gran parte de la comunidad científica. Hay 17 en total, más los laboratorios y espacios independientes. ALGUNAS UNIDADES EJECUTORAS DEL CONICET. Allí se desempeña gran parte de la comunidad científica. Hay 17 en total, más los laboratorios y espacios independientes.

“Ya vivimos periodos parecidos, aunque este es el peor de todos”, sostiene Augusto Bellomío. Es una época de resistencia para la ciencia argentina, según el director de Conicet NOA-Sur, entidad que nuclea a las unidades ejecutoras del sistema científico nacional en la región. Una etapa signada por el desfinanciamiento, la paralización de los proyectos de investigación y una nueva “fuga de cerebros”. Y aún así, Bellomío confía en que la llama volverá a encenderse.

Mate en mano, en plena siesta, Bellomío oficia de anfitrión en la sede de Crisóstomo Álvarez al 700. Hay tiempo para hablar de muchos temas. Por ejemplo, de números que preocupan; o del inestimable valor de las ciencias sociales, vapuleadas desde el primer día por el Gobierno nacional. También asoma en la charla la incidencia del sector privado en el sostenimiento de planes y de instituciones. Pero, a fin de cuentas, no deja de sobrevolar un concepto preocupante: la incertidumbre.

- ¿Cuál era el plan de financiamiento que estaba en marcha y en qué situación estamos ahora?

- Teníamos una ley de financiamiento del sistema científico-tecnológico nacional que preveía un aumento presupuestario progresivo, año por año, hasta llegar en 2032 al 1% del PBI en inversión en ciencia y tecnología. Esa ley es del año 2022, del gobierno de Alberto Fernández. Pero en este momento no se está ejecutando debido al decreto de emergencia económica. Hoy la inversión en ciencia y tecnología que está realizando el Estado nacional está en un mínimo histórico: alrededor del 0,2% o menos del PBI, cuando debería ser 0,45% para este año. Eso ha hecho que todo el sistema científico-tecnológico nacional esté resentido, con bajo presupuesto y afectado no solamente por la falta de fondos, sino también por los embates del Gobierno.

- ¿De qué manera se expresan esos embates?

- Se intentó reformar por decreto organismos claves como el INTA o el INTI. Y además, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, que es la encargada de financiar proyectos, no está ejecutando los fondos internacionales del BID ni de otros bancos de fomento. Esos fondos son la base del financiamiento de la investigación en nuestro país. Hasta el año 2023 existían, además de proyectos de investigación básica y aplicada, programas para la transferencia de tecnología y conocimiento al sector privado o a la sociedad. También proyectos impulsados por el Ministerio de Ciencia y Técnica, como los Impactar o los Proyectos Federales de Innovación (PFI), que respondían a demandas concretas de municipios o provincias. Todos esos proyectos hoy están paralizados.

ALGUNAS UNIDADES EJECUTORAS DEL CONICET. Allí se desempeña gran parte de la comunidad científica. Hay 17 en total, más los laboratorios y espacios independientes. ALGUNAS UNIDADES EJECUTORAS DEL CONICET. Allí se desempeña gran parte de la comunidad científica. Hay 17 en total, más los laboratorios y espacios independientes.
La ciencia en crisis: proyectos de investigación paralizados y profesionales obligados a emigrar
La ciencia en crisis: proyectos de investigación paralizados y profesionales obligados a emigrar
La ciencia en crisis: proyectos de investigación paralizados y profesionales obligados a emigrar

- ¿Qué impacto tiene la paralización de esos programas?

- Hace muy difícil que el conocimiento que se genera llegue a la sociedad. Y eso es clave. Siempre digo que la inversión más grande que necesitamos es la que permite transferir los avances científicos. Hacer ciencia básica es más barato que lograr que una tecnología se aplique en la vida cotidiana. Sin esa transferencia, el país no puede desarrollarse de manera genuina, ni económica ni socialmente.

- Usted suele defender el papel de las ciencias sociales en ese esquema. ¿Por qué son tan importantes?

- Porque también son indispensables para el desarrollo. Muchas veces se denuesta a las ciencias sociales, se dice que no producen resultados aplicables a la industria. Pero yo pregunto: si una investigación en ciencias sociales logra que 100 chicos no caigan en la droga, ¿qué ahorro supone eso para el Estado y qué beneficio para la sociedad? Los proyectos sociales y educativos son vitales para mejorar la vida cotidiana, para entender cómo usan su tiempo los jóvenes, cómo se comunican los adolescentes, qué riesgos enfrentan. Sin esas investigaciones, nos quedamos sin herramientas para intervenir. Y no sólo no se están ejecutando los proyectos ya aprobados: incluso circuló la idea de eliminarlos directamente de los programas de financiamiento.

- ¿Por qué cree que hay un ataque particular a las ciencias sociales?

- Porque los gobiernos autoritarios suelen denostarlas. Pero son indispensables. Las ciencias sociales estudian fenómenos que solo se entienden en el lugar donde ocurren: el comportamiento de una comunidad, los vínculos sociales, las formas de comunicación. Si no investigamos esas cosas en Tucumán, nadie las va a investigar por nosotros. Por ejemplo, las ciencias sociales fueron claves para generar pruebas en los juicios de lesa humanidad. Gracias a investigaciones en ciencias sociales se pudieron enjuiciar y condenar a responsables de la dictadura. Ese fue un aporte enorme a la justicia en nuestro país. También son generadoras permanentes de pensamiento crítico. Y hoy más que nunca necesitamos investigadores que analicen cómo nos comunicamos en redes sociales, cómo funcionan los grupos de WhatsApp, qué dinámicas producen. Eso es fundamental para entender la sociedad actual.

- En paralelo, ¿qué está ocurriendo con el Conicet?

- El Conicet sigue siendo una gran maquinaria de evaluación. Esa es su fortaleza. Evaluamos proyectos, el desempeño de investigadores y becarios, los ingresos a la carrera. Es un sistema muy estricto que garantiza que los recursos humanos del Conicet estén entre los más calificados del país. En Tucumán tenemos 863 personas trabajando en el organismo: 357 investigadores, 132 técnicos de apoyo, 39 administrativos y 335 becarios. De esos becarios, 263 son doctorales, es decir, el Conicet está financiando 263 tesis doctorales en la provincia. Y esas tesis se realizan en la Universidad Nacional de Tucumán, lo cual genera un vínculo virtuoso entre la universidad y el Conicet.

- ¿Y cómo se sostiene todo eso en la práctica?

- Con mucho esfuerzo y con recursos congelados. Tenemos presupuesto para que las unidades ejecutoras funcionen en lo básico, pero no hay fondos para proyectos de investigación. Los subsidios que se ejecutan están totalmente desactualizados por la inflación. Los investigadores trabajan con lo que hay en los laboratorios, con los reactivos que quedaron guardados en los freezers. Los sueldos se pagan, pero el poder adquisitivo cayó más del 30% desde el inicio del actual gobierno. Eso afecta a todos: investigadores, becarios, técnicos, administrativos. Muchos buscan otros horizontes: algunos renuncian, otros consiguen empleos mejor pagos en empresas privadas o directamente se van al exterior.

- ¿Está volviendo la fuga de cerebros?

- Sí, claramente. Muchos jóvenes seleccionados para ingresar a la carrera del investigador están esperando el alta. Algunos viven afuera y vuelven sólo si la convocatoria se concreta. Pero cuando ven la situación, deciden quedarse donde están. Otros directamente emigran para poder seguir con su vocación científica en lugares donde tengan mejores condiciones.

- ¿Qué pasa con los equipamientos para investigación? En Tucumán contamos con tecnología de alto nivel que en muchos casos la opinión pública desconoce por completo...

- La falta de fondos afecta mucho la infraestructura. Un ejemplo es el espectrómetro de resonancia magnética nuclear que tenemos en Tucumán. Es el equipo más caro del norte argentino. Funciona con un imán basado en superconductores, que necesita estar permanentemente enfriado con helio y nitrógeno líquidos. Mantenerlo cuesta fortunas. Si se apaga, volver a ponerlo en marcha cuesta 40.000 dólares. Y es un equipo clave para controlar la calidad de medicamentos o detectar tóxicos en alimentos. También hay microscopios y otros instrumentos parados porque no hay dinero para repararlos o mantenerlos. Es como administrar pobreza todo el tiempo. Es una situación muy desgastante.

- En medio de esa crisis, ¿qué rol le asigna a la ciencia en el desarrollo del país?

- Un rol central. Si Argentina no tiene un sistema científico-tecnológico sólido, nunca va a ser un país desarrollado ni soberano. El conocimiento nos hace libres, nos permite tomar decisiones propias, independientemente de lo que hagan otros países. Nos da la posibilidad de competir a mejor nivel y ser líderes en tecnologías estratégicas.

- ¿La inversión privada puede suplir la falta de apoyo estatal?

- La inversión privada existe, pero no puede ser la norma ni la única fuente de financiamiento. En Tucumán tenemos un ejemplo histórico: la Estación Experimental Obispo Colombres, que fue financiada por el sector privado azucarero y permitió que una región subtropical compita con un cultivo tropical como la caña de azúcar. Más recientemente, hay empresas de base tecnológica que están empezando a crecer y a comercializar productos. Uno de ellos es conocido como “vacuna vegetal”: un bioinsumo desarrollado por el Conicet, la UNT y la Estación Experimental, que estimula las defensas de las plantas y permite cultivos orgánicos con menos agroquímicos. Ese producto ya se vende en el mundo y genera regalías que hoy son mayores que los fondos de funcionamiento que recibe el instituto donde fue creado. Pero todo eso necesita un contexto favorable, políticas que fomenten la transferencia tecnológica. Y hoy esos programas del Estado han desaparecido.

- ¿De cuánto estamos hablando en términos de inversión en Tucumán?

- En 2024 el Conicet invirtió aproximadamente 18.000 millones de pesos en la provincia, unos 15 millones de dólares. Pero casi todo eso se destinó a sueldos y becas. Es una cifra importante, pero no alcanza para financiar proyectos ni mantener equipos. En Tucumán tenemos 17 unidades ejecutoras: 13 en doble dependencia con la Universidad Nacional, una en triple dependencia con el sistema provincial de salud, otra con la Estación Experimental y dos con la Fundación Miguel Lillo. Además, muchos investigadores trabajan en laboratorios universitarios sin pertenecer a esas unidades. Todo eso funciona con un presupuesto que está muy por debajo de lo necesario.

- ¿Qué significa eso en términos de futuro?

- Significa que estamos sosteniendo a un sistema científico de excelencia en condiciones de precariedad. Los sueldos desactualizados desincentivan a los investigadores. Como decía Ana Franchi, la última presidenta del Conicet: si querés afectar al sistem2a científico, lo único que tenés que hacer es no aumentar los sueldos. La gente se va sola.

- Si tuviera que definir este momento, ¿cómo lo haría?

- Es un momento de gran incertidumbre. Pero estoy convencido de que quienes resistan van a encontrar muchas oportunidades en el futuro. Ya vivimos periodos parecidos, aunque este es el peor de todos. Yo siempre imaginé al sistema científico como un fuego con brasas cubiertas por cenizas. En algún momento esas cenizas se corren, se ponen unas maderas, se aviva el fuego y vuelve a arder. Eso va a pasar. Tenemos que resistir con la esperanza de que nuestro país sea desarrollado y más justo, de criar a nuestros hijos en la educación pública y de vivir dignamente en esta patria.

La ciencia en crisis: proyectos de investigación paralizados y profesionales obligados a emigrar

Perfil: la autoridad local

Augusto Bellomío ejerce la dirección del Centro Científico Tecnológico Conicet-NOA Sur. Es bioquímico y Doctor en Ciencias Biológicas. Como investigador del Conicet, entre otros temas trabaja en el área de la química biológica y su aplicación en las ciencias médicas. Se desempeña en el marco del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio, Conicet-UNT).

Fuerte posición: "Un golpe contundente a todo el sistema científico y tecnológico de la Argentina"

La comunidad de directores y directoras de los Centros Científicos Tecnológicos del Conicet -18 en total- emitió un comunicado en el que expresó su más profunda inquietud frente al veto de la Ley de Financiamiento Universitario. “Esta decisión representa un golpe contundente a todo el sistema científico y tecnológico de la Argentina”, advierten.

La ciencia en crisis: proyectos de investigación paralizados y profesionales obligados a emigrar

“Es fundamental comprender que las universidades y la ciencia son pilares inseparables de nuestro desarrollo. La mayoría de los avances y proyectos que dan prestigio al Conicet se gestan y ejecutan en los laboratorios y aulas universitarias. Al reducir el financiamiento se debilita la base de la investigación y la innovación que, con tanto esfuerzo, la nación ha construido a lo largo de las décadas”, destacan.

“Además, el vínculo entre las universidades nacionales y el Conicet se expresa de manera concreta en la formación de recursos humanos altamente calificados -añaden-. Esta articulación virtuosa, que potencia tanto la docencia como la investigación, depende de la fortaleza de las instituciones universitarias”.

“Este veto, que compromete el presente y el futuro de estudiantes, docentes, investigadores y de toda la comunidad académica, va más allá de un simple ajuste presupuestario -sostienen-. Es una medida que pone en jaque nuestra capacidad de generar soluciones a los problemas del país, de impulsar la producción y de asegurar un desarrollo sustentable, inclusivo y soberano. Sin una educación superior fortalecida, la ciencia pierde las herramientas necesarias para prosperar”.

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