LUCHA INTENSA. Paulo Díaz, defensor de River, protagonizó un duelo mano a mano frente al delantero brasilero Vitor Roque. AFP.
River bajó la guardia y lo pagó caro. El “Millonario” fue como un boxeador incapaz de resistir cuando su plan inicial se derrumba. Le faltó cintura para sorprender en los momentos clave, ese olfato y esa contundencia que supo caracterizar al primer ciclo de Marcelo Gallardo. En esta segunda etapa, el equipo luce más previsible y vulnerable, aunque mantiene algo de amor propio. Contra Palmeiras fue la prueba más dura: entró sin convicción, recibió un golpe tempranero con el cabezazo de Gustavo Gómez y, antes del descanso, Vitor Roque lo mandó otra vez a la lona con un 2-0 que parecía lapidario. Pero Lucas Martínez Quarta, después de una semana compleja por la expulsión frente a Estudiantes, apareció con un bombazo desde afuera y puso el 2-1 para dejar abierta la serie en Brasil.
La postura somnolienta de River fue lo más llamativo: entró desconcertado, nervioso, como si la instancia de los cuartos le hubiese quedado grande. Fue un equipo inconexo, sin ideas. Palmeiras, en cambio, arrancó como dueño de casa: impuso el ritmo, armó sociedades y golpeó en los momentos justos.
La primera nació de la pelota parada, uno de los recursos más trabajados por el “Verdao”. Andreas Pereira, refuerzo de lujo llegado desde el Fulham, ejecutó un centro preciso al área chica de Franco Armani. La defensa falló en las marcas y dejó a Gómez libre para abrir el marcador.
El espectáculo del equipo de Abel Ferreira no terminó allí. Pereira siguió siendo dueño de la pelota parada y, a los 18’, probó con un tiro libre que Armani contuvo con esfuerzo. En la acción siguiente, lanzó otro centro que Lucas Evangelista impactó de cabeza: la pelota dio en el palo y le dio un respiro inesperado a River.
La superioridad brasileña también se reflejó en las conexiones de Juan Manuel López, Vitor Roque y Felipe Anderson. Palmeiras mostró además su versatilidad: puede jugar directo, dominar la posesión o presionar alto, siempre con firmeza. Esa capacidad lo convierte en un rival impredecible.
El segundo gol nació de una gran acción de López, que superó a Juan Portillo y habilitó a Roque. El delantero quedó mano a mano con Armani y definió con jerarquía para sellar el 2-0.
En el complemento, el ingreso de Juan Fernando Quintero le dio aire a River. El “Millonario” mostró más ímpetu y buscó variantes, aunque sin claridad. Weverton, arquero visitante, prácticamente no fue exigido en toda la noche. La única jugada llamativa llegó a los 81’, cuando salió imprudente frente a Gonzalo Montiel: tras la revisión del VAR, el árbitro Jesús Valenzuela marcó la infracción y lo amonestó, pero anuló el penal por posición adelantada.
River, sin embargo, siguió en búsqueda del descuento y lo encontró en los pies de Martínez Quarta. El defensor, cuestionado por su roja en La Plata, se convirtió en héroe inesperado con un derechazo desde afuera que se clavó contra un palo. Ese 2-1 revitalizó al Monumental y le dio aire al “Millonario” para viajar a Brasil con la serie abierta.
El golpe fue duro, pero River no quedó nocaut. Palmeiras mostró jerarquía en Núñez, mientras que el equipo de Gallardo volvió a exhibir fragilidad en los momentos decisivos. La revancha en Brasil exigirá mucho más que historia y orgullo: River deberá recuperar la rebeldía que alguna vez lo distinguió y demostrar que, aunque tambalee, todavía tiene fuerza para pelear hasta el final.


















