En todas partes se cuecen habas

Los tres poderes del Estado mantienen un juego en busca del equilibrio. Por debajo hay otros protagonistas que mueven piezas en el ajedrez de la vida cotidiana. Esta semana los nervios se crisparon con denuncias y acusaciones. El punto de la discreción.

En todas partes se cuecen habas

“No hay camino tan llano, que no tenga algún tropezón o barranco; en otras casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas”. Corría 1615 cuando a Miguel de Cervantes Saavedra se le ocurrió poner en boca de Sancho Panza esa frase. El tiempo -como siempre- va acomodando todo y esa expresión quedó reducida a “en todas partes se cuecen habas”.

Cuatro siglos después nos sirve para contar que los acontecimientos, los problemas y los hechos que sacuden un lugar, también afectan o suceden en otros lares. Y, en la Argentina y en tiempos de campaña, más aún.

Si algo deben haber querido administradores del poder como Javier Milei u Osvaldo Jaldo debe haber sido llegar al 26 de octubre como esos caminantes que describen los poetas al borde del mar arrullados por el rugido del agua y la voz de las gaviotas. Pobres ilusos que tal vez no sepan que viven en la Argentina, el país del desencuentro y en Tucumán, donde el desencuentro además se alimenta de hostilidad.

Son hechos concretos los que salen a la luz y los distintos factores de poder intentan apoderarse de ellos tratando de imponerlos de acuerdo a sus intereses. Los dislates de José Luis Espert no admiten -ni debería aceptar- discusiones. El vínculo con el narcotráfico es inadmisible y no lo puede justificar ni el Presidente de la Nación, aún cuando haya operaciones para aprovechar el tema. Si el país tuviera instituciones sanas, el diputado debería bajarse de los comicios como mínimo y después trabajar para demostrar su inocencia si así fuera.

Volcanes despiertos

En Tucumán, como en la Nación, pareciera que se vive en un estado de latencia. Hay sucesos que están a punto de estallar como un volcán, pero fuerzas políticas actúan como verdaderas placas tectónicas que regulan la intensidad o la frecuencia de la explosión. Resulta útil la comparación con el volcán porque la lava se desparrama, se vuelve incontrolable y termina afectando a propios y a extraños.

Esta semana hubo una erupción. En la Justicia ocurrió lo más deprimente. No es sorpresivo porque los magistrados -increíblemente- muchas veces no parecen preocupados por el decoro. En la elección del representante en el Consejo Asesor de la Magistratura, hicieron un papelón. Eligieron hacer trampa algo que ni siquiera es pensable en la elección de delegados de los presos. Calificar de desprolijo lo que ocurrió es ingenuo. Se trata de personas que deben encontrar la verdad e impartir justicia. Si ellos eligen no respetar las reglas de juego para elegir a sus propios representantes, es muy complicado que el ciudadano de a pie recupere la esperanza. Apenas estalló el escándalo todo se fue deteriorando porque en las redes sociales y en los whatsapp proliferaron los posteos mostrando la bronca contra directivos de instituciones. Claro que los chats que se compartían eran anónimos. Seguramente, muchos de los que escribieron sus mensajes tenían que ver con la Justicia o con el Derecho, pero seguramente olvidaron las reglas de Ulpiano (“a) vivir honestamente; b) dar a cada uno lo suyo y c) no perjudicar a tercero), y aportaron a la podredumbre, no a la ética ni a la institucionalidad.

La semana tuvo la reflexión tranquila pero preocupada por el futuro del historiador Natalio Botana, pero también el silencioso y dormido juicio por el accionar de la delegada comunal de Las Cejas o el atortugado expediente sobre la investigación de la Procelac sobre el manejo de fondos en tiempos electorales. En Alberdi, uno de los candidatos (Luis Augier) denunció que se hace campaña con fondos públicos en esa ciudad que hoy administra el interventor Guillermo Norry.

Y como para sentir que el tiempo no ha transcurrido en Tucumán estalló otro escándalo de los Ale y Los Gardelitos, una “guerra” que se había desatado en las últimas décadas del siglo pasado y que ayudó a marchitar el rostro de la Justicia de entonces, que, aunque con otros justificativos, fue intervenida. Y, otro de los sucesos que despabilaron a la política y al deporte fue la denuncia del jugador José Florentín Bobadilla, a través de sus abogados Camilo Atim y María Florencia Abdala quienes sostienen que en la causa por violación de los jugadores de Vélez hubo un proceder irregular e inmiscuyen al diputado nacional Carlos Cisneros en estos planteos.

Los poderosos

Los tucumanos saben que en la vida cotidiana hay diferentes focos de poder y muchas veces sus protagonistas trascienden a las figuras que encabezan el trípode del Estado. Pasan los años y ganen quienes ganen, los otros poderosos pueden sostenerse.

En la mismísima Corte Suprema está uno de los poderosos. El presidente es alguien a quien no se cuestiona y cuya voz se sigue a como dé lugar. Es cierto que entre las figuras con poder tal vez muestre algunas debilidades debido a que en la actualidad se encuentra bajo la lupa de la Corte Suprema de la Nación por las denuncias conocidas por haber dicho que no dijo lo que había expresado según grabaciones en las que se escucha su voz pero dice no ser la suya. No obstante estas vicisitudes, el doctor Daniel Leiva camina erguido a una nueva reelección como presidente de la Corte y sostiene en su puño el poder en el Palacio de Tribunales.

Otro hombre de poder mayúsculo también camina por los pasillos tribunalicios. Se trata del ministro fiscal Edmundo Jiménez. Desde joven ha sido arquitecto de diferentes composiciones de la Justicia. Como primer actor de la política y sentado en el Poder Ejecutivo ha participado de cientos de selecciones de magistrados. Posteriormente, habiendo dado el salto al Ministerio Público Fiscal ha entretejido una fuerte y férrea conducción que despierta amores, odios, temores y fidelidades. En ese entretejido poderoso se le achaca las designaciones de parientes y amigos.

Después de que algunos de los denunciados por el letrado Atim recibieron allanamientos en sus domicilios, el diputado Cisneros salió a la palestra y no dudó en apuntar a una persona por todo lo que estaba pasando: el ministro fiscal Jiménez.

Cisneros no escapa al entramado de figuras poderosas en este Tucumán. Desde que fuera delegado gremial del Banco de la Provincia de Tucumán, en el siglo pasado, ha ido acumulando poder en el manejo de la Asociación Bancaria y de la Caja Popular de Ahorros que administra seguros, el juego de la provincia y créditos y ha terminado escalando en el Congreso de la Nación. Es alguien que también entreteje amores y odios, fidelidades y temores.

Como si fueran aquellas placas tectónicas del volcán los actores se mueven, atraen y repelen. También a veces entrelazan vínculos y mantienen un equilibrio que evita las erupciones y el desparramo del magma.

En estos días indudablemente algo ocurrió. Hasta ahora se veían fuegos de artificio, pero esta semana se despertó el volcán y no está claro o por lo menos no se identifica quién acercó el fósforo.

En estas circunstancias, hay espectadores que, por lo general, no son ajenos a este juego, uno de ellos es el Poder Ejecutivo. Allí siempre se cuecen habas como nos enseñó a decir el escudero del caballero de la triste figura. En todo momento y en todos los tiempos, quien se ha sentado en la poltrona que dejó vacante don Lucas Córdoba ha interactuado con los poderosos. Es algo inherente al cargo.

Parado en su balcón, fumando, sentado o en la posición en que esté, hay quienes no son ajenos a estos intríngulis. Es que no se dan de un día para otro o por generación espontánea. Vale, entonces, retroceder algunos años. El ex mandatario y actual condenado José Alperovich ha librado batallas violentas, sin treguas, con el diputado Cisneros. Unas veces la guerra fue silenciosa y otras, estrepitosa. En el camino quedan heridos y compinches y se gestan historias. Actores protagónicos de la oposición política como fueron José Cano y Silvia Elías de Pérez, actuales legisladores y ex candidatos a gobernadores han tejido vínculos a raíz de lo que significaba el alperovichismo. En ese juego, el ministro fiscal Jiménez siempre estuvo en la vereda opuesta al actual diputado nacional, incluso supo ser promotor de la candidatura a senadora de Beatriz Rojkés.

Cuando Juan Manzur se sentó en el sillón de gobernador perdió la memoria. Olvidó cómo había llegado al poder. Por ello, al enfrentarse a Alperovich le devolvió los atributos a Cisneros y le puso alfombra roja hasta el Congreso nacional.

Después aparecieron otras batallas como la del “Oflador” que cruzó a quien se hizo poderoso por Alperovich con el que había jurado que este había sido el mejor gobernador de la historia. Allí el peronismo volvió a dividirse y los seguidores de unos y otros siguen velando las armas, por las dudas. En la Cámara, al bloque oficialista y esencialmente jaldista, no le cayó bien que a pocos días de armarse la nueva composición legislativa, el representante de la Bancaria (Hugo Ledesma) se apartara del bloque. Tal vez por eso esta semana los propios legisladores peronistas dejaron sin quórum la sesión cuando se puso sobre el tapete los supuestos desaguisados de la Justicia para avanzar con la contradenuncia del ex jugador de Vélez acusado de violación. Los episodios que se han ido desplegando a lo largo del tiempo muestran cómo los equipos y las estructuras responden directamente a sus intereses.

Jaldo, actor protagónico del poder, no es ajeno al ajedrez que se viene desplegando. Maneja el reloj de las partidas y cuando quiere cruza sus alfiles a lo largo de los tableros. Otras veces, enroca para evitar conflictos.

El punto medio

Cuando estalló el “espertazo”, como siempre, lo primero no se sale a dar explicaciones sino a buscar los responsables de la movida o de la operación, palabra tan usada en tiempos electorales. Esta semana en Tucumán más de un lector, pero también algún actor político, ha acercado su mirada diciendo: “estoy desconcertado, no sé bien de dónde vienen los tiros”. En el análisis que se vuelca sobre la mesa de café, hay quienes descartan el interés por el conflicto por parte de gobernador que deambula por los senderos de la provincia, y necesita que nada pase hasta el 26 del corriente. No se altere lo que le sonríen las encuestas y ni que se deshilache la trabajada unidad. Tampoco falta el que piensa que el mandatario mantiene diálogo con Jiménez y cuyo retiro siempre está en la agenda política.. Otros descartan estas hipótesis y apuestan a que es el fútbol el que metió la cola en la historia. Ellos elucubran que al poder santiagueño le interesa proteger y defender al jugador que entusiasma a los fanáticos de Central Córdoba en la provincia vecina. Sea como fuere, se ha alterado el poder tucumano y las placas tectónicas se han movido. Cuando eso pasa en la geografía hay temblores o terremotos. En política los movimientos telúricos dependen de otros intereses.

Estos sucesos que han acontecido en la vida pública tucumana no contribuyen a la evolución de Tucumán. Los tucumanos vienen demostrando su fanatismo por la desunión y la incapacidad para cumplir acuerdos, pactos o proyectos. Hay una clase dirigente (política, empresarial, profesional y gremial) que no parece capaz de afrontar los desafíos. Se pierde en la dicotomía amigo-enemigo. Es incapaz de aceptar que pueden haber adversarios y que se puede proyectar objetivos comunes para el crecimiento de la provincia. Pero, claro, hablar de esto y en tiempos electorales es una tilinguería.

… Cuando Sancho Panza se hizo gobernador de la ínsula de Barataria, Don Quijote le escribió una carta. Entre otras cosas le dijo: “Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso, ni siempre blando y escoge el medio entre estos dos extremos que en esto está el punto de la discreción”.

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