LA GACETA / ANALÍA JARAMILLO
Cuando era pequeña, María de la Paz Argañaráz Solorzano caminó por primera vez a los tres años. Nació con un síndrome que le provocó hipoacusia e hipotonía muscular, y sus rodillas se doblaban hacia adentro. Pero el amanecer del domingo la encontró en la línea de largada de los 21K LA GACETA, lista para correr su primera carrera.
“Ella es una inspiración”, dijo emocionada su mamá, Diana Solorzano, mientras la veía avanzar con decisión entre los demás corredores. Juntas, de la mano, llegaron a la meta.
Su hermano Juan Pablo, de 23 años, también corrió (los 21K) y fue quien motivó a toda la familia a sumarse.
María de la Paz, con 21 años, cruzó la meta con los ojos llenos de lágrimas, emocionada por el orgullo y por la certeza de que el esfuerzo vence cualquier diagnóstico.
A los costados del recorrido, la gente la aplaudía y se conmovía con ella. No sabían que en esa joven se resumía una lección de vida: el cuerpo puede tener límites, pero la voluntad no.





















