LA FAMOSA PIRÁMIDE. del museo del Louvre./LOUVRE MEDIA
Una audaz incursión en pleno día en el Museo del Louvre desató una ola de consternación y cuestionamientos sobre la seguridad en las instituciones culturales francesas. Sesenta investigadores policiales se encuentran hoy tras la pista de los autores del robo de valiosas joyas reales, un golpe que resonó a nivel mundial y obligó al emblemático museo a cerrar sus puertas por segundo día consecutivo.
Las autoridades sospechan de un grupo del crimen organizado, cuya planificación y ejecución demuestran un alto grado de profesionalismo. "Es evidente que hemos fallado", admitió con franqueza el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, al reconocer el daño a la imagen del país.
El Louvre, que atrae a unos nueve millones de visitantes anuales, se encuentra en estado de shock. Mientras tanto, turistas de todo el mundo se agolpan en las afueras, decepcionados por el cierre inesperado. Ante la imposibilidad de ingresar, muchos visitantes improvisaron sesiones fotográficas en la explanada, posando con la icónica pirámide de cristal.
La cronología del robo
El audaz asalto tuvo lugar ayer a la mañana, cuando el museo ya estaba abierto al público. A las 09.30, un montacargas fue utilizado para acceder a un balcón. Dos individuos, equipados con una sierra radial, cortaron un cristal e irrumpieron en la galería de Apolo, un espacio majestuoso concebido por Luis XIV para glorificar su reinado.
Allí, entre la valiosa colección de joyas "de la Corona" (unas 800 piezas), los ladrones abrieron dos vitrinas con la misma sierra. Según una fuente policial, un visitante capturó parte de la escena con su teléfono celular. En tan solo ocho minutos, los individuos, con los rostros cubiertos, sustrajeron nueve piezas del siglo XIX, incluyendo la corona de la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III.
Un chaleco amarillo, que portaba uno de los delincuentes, fue recuperado por un ciudadano y está siendo analizado por los investigadores, según la fiscal de París, Laure Beccuau. En su huida, los ladrones abandonaron la corona de la emperatriz, que ahora está siendo examinada por expertos del Ministerio de Cultura.
El ministro del Interior, Laurent Nuñez, describió a los ladrones como "experimentados" y posiblemente "extranjeros". Las autoridades calificaron las ocho joyas robadas como de "valor patrimonial incalculable", aunque Alexandre Giquello, presidente de la principal casa de subastas Drouot, consideró que su venta en el mercado actual sería prácticamente imposible.
¿Seguridad insuficiente?
El robo reavivó las críticas sobre la supuesta falta de seguridad en los museos franceses, considerados por muchos como menos protegidos que los bancos. Un informe reciente del Tribunal de Cuentas señaló que el Louvre "no ha logrado ponerse al día en el despliegue de equipos destinados a garantizar la protección de las obras" durante el período 2019-2024.
En los últimos meses, otros museos franceses también fueron blanco de robos. Como respuesta, el ministro del Interior anunció un refuerzo de la seguridad en las instituciones culturales.
El líder del partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN), Jordan Bardella, calificó el incidente como una "humillación insoportable" para Francia. El robo evocó recuerdos de un incidente similar en 1911, cuando la Mona Lisa fue sustraída del Louvre, aunque posteriormente fue recuperada. El presidente Emmanuel Macron prometió a través de la red social X que "las obras serán recuperadas y los autores serán llevados ante la justicia".






















