El panorama del desarrollo urbano, de la construcción, de los requerimientos de vivienda y de los alquileres es crítico. Faltan incentivos, el crédito está atado a los vaivenes de la economía, sacudida antes por la explosión inflacionaria y ahora por la contingencia política, y también los alquileres, que han venido oscilando en medio de un estancamiento del mercado de inmuebles usados. Y a ello se suman los desafíos de la sustentabilidad en un mundo sacudido por el cambio climático.
De todo eso se habló en el ciclo “Encuentros” de LA GACETA, de hace pocas semanas, dedicado a “Real Estate, mercado inmobiliario y de la construcción”. Uno de los temas impactantes fue la dura contingencia del crédito -que con tasas desorbitadas ha llegado a tener valores más elevados que los de un alquiler, en medio de una tremenda demanda de la clase media baja y de escalones socioeconómicos menos pudientes. En un marco en que “el ladrillo sigue siendo el refugio de valor de los ahorros”, se ha hablado del proyecto de hipoteca divisible, que está sin reglamentar, así como de la necesidad de que la macro esté estabilizada y que el riesgo país esté por debajo de los 500 puntos.
También se ha tratado la necesidad de que haya un acompañamiento entre el Estado que organiza el desarrollo y el sector privado que va aportando las inversiones y los trabajos. En ese sentido, la infraestructura aparece como un eje fundamental. Un constructor ha mencionado la necesidad de iluminación, de provisión de agua potable y de canalizaciones para evitar que las zonas bajas se inunden, y ha puesto como ejemplos las tareas coordinadas con la Municipalidad de Tafí Viejo y la comuna de San Pablo, en zonas de intenso crecimiento urbano. El titular de la Cámara de la Construcción ha advertido que sin infraestructura necesaria hay que evitar, por ejemplo, lo que sucedió en la avenida Camino del Perú o en la Solano Vera, dos arterias en las que el tránsito dejó de ser fluido. “El progreso llega y no se puede ir contra él. Lo fundamental es que, como sucede en los países que pueden crecer o progresar, la inversión en infraestructura llegue antes que el desarrollo inmobiliario y no correrla de atrás”, dijo. En ese sentido, ha sido una dura muestra la falta de coordinación a lo largo de los años en el caótico desarrollo de Manantial Sur, sacudido por la inflación, la falta de obras complementarias y el vandalismo.
La infraestructura se vincula, también, con la sustentabilidad, el cuidado de la energía y del agua, la mejora de los sistemas de transporte y la limitación del uso del auto en el núcleo de la ciudad. Finalmente, la reducción de la burocracia y la presión impositiva.
El sector inmobiliario necesita incentivos, con mejor eficiencia del Estado en las aprobaciones municipales y en las gestiones para la construcción de viviendas. “Los trámites infernales y largos se traducen en el encarecimiento del metro cuadrado”, dijeron los responsables de la Cámara de la Construcción Privada. Se trata de debates que deberían abrir un camino hacia la mejora de un área que es dinamizadora de la economía y de la vida social.
















