Escuela Alfonsina Storni: gracias a una ecobatucada, los alumnos conocieron el mar

El proyecto escolar que une arte y sustentabilidad se transformó en un ejemplo de creatividad y compromiso. Ganaron el primer premio y 54 chicos viajaron a Mar del Plata. Experiencia inolvidable.

MOMENTO ESPECIAL. Los chicos conocieron el monumento a Storni. MOMENTO ESPECIAL. Los chicos conocieron el monumento a Storni.

Las sonrisas siguen intactas en sus rostros. Los ojos se iluminan cuando recuerdan la carrera que hicieron para tocar el agua a orillas de la playa. Estaban por primera vez en sus vidas frente al mar. Y jamás lo podrán olvidar. Ese sueño, que parecía imposible, se hizo realidad para un grupo de 54 alumnos de la escuela Alfonsina Storni. Solo tres de ellos ya conocían el mar. Para el resto, fue una experiencia única que lograron gracias a un proyecto de cuidado de medio ambiente que el establecimiento viene sosteniendo desde hace varios años.

En sus cabecitas sigue retumbando el sonido de las olas. “Me gustó todo: la arena, el agua helada, los caracoles”, enumera Tomás Mercado, de 14 años, alumno de tercer año de la escuela ubicada en el corazón de San Cayetano.

El viaje a “La Feliz”, que duró una semana, fue el premio obtenido tras participar en las Olimpíadas Ambientales, que organiza la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable del municipio capitalino para fomentar el cuidado del ambiente.

DE TUCUMÁN A LA COSTA. Los alumnos se emocionaron al contar sus vivencias en el viaje a Mar del Plata. DE TUCUMÁN A LA COSTA. Los alumnos se emocionaron al contar sus vivencias en el viaje a Mar del Plata.

“Nuestra escuela siempre tuvo conciencia ambiental. Trabajamos en la separación, recolección y armado de ecoladrillos”, describe la rectora de la institución, Lorena Bravo. Al mismo tiempo, desde hace unos años el establecimiento cuenta con una batucada escolar. “Para unir las dos cosas, decidimos transformarla en una ecobatucada”, resalta.

¿Cómo lo hicieron? Para confeccionar los instrumentos, utilizaron objetos en desuso. Crearon tambores, panderetas y maracas. Por ejemplo, reciclaron tachos de 200 litros y los convirtieron bombos zurdos. El preceptor Aldo fue el encargado de soldarlos. Buscaron tutoriales y todo lo necesario para darle forma al proyecto, detalla el profesor Guillermo Rojo, quien dirige la “Ecobatucada Alfonsina”. “Queríamos que los instrumentos sonaran de verdad, y los chicos lo lograron. Hasta los percusionistas de la Banda Municipal se sorprendieron con el sonido”, detalla el docente.

Premiados

El proyecto se llevó el primer premio de Ciencia Ambiental Municipal, que se realizó el año pasado en el Palacio de los Deportes. Además, la escuela ganó el galardón mayor a la mejor hinchada. “Desde ahí no dejamos de trabajar: hicimos publicidades, participamos en jornadas de ecocanje, visitamos el Campus Ambiental y también conocimos el recorrido de la basura para entender cómo funciona la recolección el la ciudad”, cuenta Bravo.

LA PLAYA. Los chicos disfrutaron nuevas experiencias y aprendizajes. LA PLAYA. Los chicos disfrutaron nuevas experiencias y aprendizajes.

El objetivo que se pusieron este año era ganar las Olimpiadas. Participaron 120 alumnos de la escuela. Fueron todos vestidos de verde y acompañados por la Ecobatucada. Los chicos estudiaron sobre objetivos de desarrollo sustentable, preservación del aire, el agua y el suelo, biodiversidad, huella de carbono y todo lo relacionado al ambiente. Y ganaron.

El premio era un viaje para 60 personas, todo incluido, a Mar del Plata. “Ahí empezamos un proceso de selección de los estudiantes que podían viajar. Las reglas eran claras: no tenían que presentar riesgo académico, debían tener el 85% de asistencia y no presentar tener actas ni sanciones. En total viajaron 54 chicos, desde segundo a sexto año, acompañados por seis docentes”, describe Bravo.

LA PLAYA. Los chicos disfrutaron nuevas experiencias y aprendizajes. LA PLAYA. Los chicos disfrutaron nuevas experiencias y aprendizajes.

El grupo convivió durante horas de viaje, compartió comidas, risas y también desafíos. Aprendieron a organizarse, a respetarse y a disfrutar juntos. El último día, el clima acompañó. “Yo solo pedía que tuvieran un día lindo para hacer playa. Y así fue. Había sol, unos 21 grados, pero para ellos era como si hiciera 50. No querían salir del agua”, recuerdan los docentes, acompañados por la subsecretaria de Desarrollo de la Municipalidad capitalina, Alejandra Trejo, la directora de Educación, Isabel Amate Pérez, y la subdirectora, Marina Runco.

Durante los días que pasaron junto al mar, los chicos conocieron playas como Punta Mogotes y La Bristol. Un momento especial fue cuando visitaron el monumento a la escritora Alfonsina Storni.

Los alumnos participaron en actividades recreativas, educativas y ecológicas. “También limpiamos la playa. Encontramos botellas de vidrio, bolsas, plásticos y muchas colillas de cigarrillos. Nos sorprendió ver cuánta basura deja la gente”, comentaron Ayelén Navarrete (13), Morena Herrera (16) y Margarita Villarreal (17).

El recorrido de casi 1.700 kilómetros lo hicieron acompañados por los instrumentos de la Ecobatucada. Tuvieron que hacer un lugar importante en las bodegas del colectivo. En Mar del Plata la batucada hizo una presentación dentro de un festival sobre reciclaje y conciencia ambiental. Y se llevaron muchos aplausos.

“La verdad que fue una experiencia inolvidable para los chicos de esta escuela. Muchos vienen de familias humildes, y seguramente no hubieran tenido otra oportunidad de conocer el mar”, dijo Yanina Majul, mamá de Tomás.

Anécdota

Al profesor Rojo hubo una andécdota que lo emocionó. Fue durante el viaje de ida, cuando uno de sus alumnos, Thiago, le preguntó: “¿Dónde estamos profe, ya salimos de Tucumán?”. “Vamos por Santiago del Estero”, le contestó. Y el estudiante empezó a festejar. “Es que nunca había salido de la provincia en su vida”, recuerda el docente.

Según contó Rojo, la idea de la batucada surgió porque a la escuela asisten muchos chicos que son muy buenos jugando a la pelota. Y hay otros alumnos que son muy ruidosos e inquietos. “Con ellos, se armó la batucada. En el taller de música empezaron a ensayar distintos ritmos típicos de las canchas”, relata.

La batucada no solo se convirtió en una forma de expresión artística, sino también en una herramienta para canalizar la energía de los chicos más inquietos. “Los que más se mueven en el aula son los que mejor se portan cuando tocan. Son los que ponen el alma”, aporta, con orgullo, la rectora.

Más allá del viaje, lo vivido dejó algo más profundo: la certeza de que los sueños se pueden cumplir y que el compromiso con el ambiente puede abrir caminos impensados.

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