Vibe Coding es la palabra del año y estos son los motivos por los que deberías saber su significado

Vibe Coding es la palabra del año y estos son los motivos por los que deberías saber su significado

A pesar de que es comprensible no deja de sorprender que el diccionario Collins haya elegido al término “vibe coding” como palabra del año 2025. Este concepto, acuñado por uno de los pioneros de la Inteligencia Artificial, Andrej Karpathy, resume el momento que estamos viviendo en nuestra reciente relación con una tecnología que hasta hace poco era materia de expertos. El “vibe coding” se refiere al uso de la IA, a través de prompts en lenguaje natural, para escribir código informático sin los suficientes conocimientos técnicos que podría tener, por ejemplo, un programador.

Los expertos de Collins supervisan todos los años el Collins Corpus, el cual contiene 24.000 millones de palabras que se reúnen mediante diversas fuentes para elaborar la lista anual de palabras nuevas y destacadas que “reflejan nuestro lenguaje en constante evolución y las preocupaciones de quienes lo usan”. Al igual que otros diccionarios como el de la Real Academia Española o el diccionario de Oxford, el de Collins intenta ilustrar el espíritu de época, al menos de un año determinado. Su último informe fue presentado la semana pasada y destacó no solo al “vibe coding”, sino también a otros términos relacionados con la tecnología. En 2023, la palabra del año había sido IA, luego de que ChatGPT irrumpiera y cambiara por completo el escenario digital.

A mediados de este mes, Alejandro Urueña y María S. Taboada ya habían destacado el creciente interés en el “vibe coding” en una columna de LA GACETA. Allí detallaban que en esta práctica el desarrollador utiliza la IA para generar la mayor parte del código, permitiéndole centrarse en la arquitectura y el diseño del producto (el qué) en lugar de en la sintaxis (el cómo). Además, mencionaban que esta tendencia se convirtió en una ventaja competitiva que permite el prototipado rápido, reorganizó los equipos de desarrollo para ser más pequeños y se está adoptando masivamente en emprendimientos y grandes empresas de programación. Pero al mismo tiempo, los autores advirtieron que la promesa de su velocidad está condicionada a la gobernanza, la seguridad y la revisión humana crítica, ya que el nuevo rol del desarrollador es el de especificador y controlador de sistemas de IA, más que un escritor de código.

“La elección de ‘vibe coding’ como la palabra del año de Collins capta a la perfección cómo el lenguaje evoluciona junto a la tecnología”, afirmó Alex Beecroft, director general de la entidad. “Indica un cambio de calado en el desarrollo de software, donde la IA está haciendo la programación más accesible”, agregó el experto. Esa era justamente esa la intención de Karpathy, ex director de IA en Tesla e ingeniero fundador de OpenAI, para definir un estilo de codificación en el que el usuario “vibra”, es decir, no se preocupa tanto por complejas variables, sino más bien en cómo una aplicación puede generar valor.

Diálogo

No se trata de reemplazar programadores. El conocimiento de estos profesionales excede a esta práctica que se parece más bien a un diálogo entre usuario y máquina en el que juntos “van creando”. El lenguaje natural, con el que nombramos las cosas que nos rodean, se aplica en este caso para pedirle a un modelo determinadas tareas o funcionalidades: crear un juego, hacer determinados cálculos, solucionar un problema específico, entre otros pedidos. Y lo mejor de todo es que se reduce drásticamente la barrera de entrada para que la creación de software sea más accesible a las personas. Despierta el interés en las operaciones lógicas, la creatividad y sobre todo entrena en un ejercicio que luego puede aplicarse a distintos ámbitos: ponerse en el lugar del usuario. Para lograr un buen producto digital no basta con obtener lo que el creador quiere, sino en conseguir una solución efectiva para un propósito que puede ser común a varias personas.

El “vibe coding” puede ser la puerta de entrada para aquellos que trabajan en ámbitos creativos y que necesitan un prototipo de su idea. Es una forma rápida de validar aquellas hipótesis sobre un producto o servicio, para ponerlo en poco tiempo al servicio de usuarios que podrían ser los destinatarios. Y no solo eso, puede ser también un ejercicio disruptivo para trabajar en ámbitos educativos, sean estudiantes universitarios o secundarios, con el propósito de fortalecer nuevas habilidades. Puede ser tan valioso como aprender un idioma y al mismo tiempo tan desafiante, porque si bien los modelos de IA pueden crear código funcional, el principal desafío es que las personas entiendan la lógica que hay detrás de esos miles de caracteres. Y allí está el potencial de esta práctica que, ojalá, nos ayude a ser un poco más partícipes del futuro.

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