LA GACETA / Osvaldo Ripoll
La noche fue de desahogo, y Hugo Colace lo entendió así. Cuando terminó la conferencia, el DT ya no necesitó esconderlo. El triunfo no sólo significó tres puntos y un cierre matemático de la pelea por la permanencia. Fue un alivio; y también una validación.
En la sala de prensa, todavía con la adrenalina en la voz, el entrenador admitió que la victoria 2-1 ante Godoy Cruz tuvo un condimento emocional inevitable. “El equipo jugó con el corazón. En este momento no es fácil jugar en casa. La gente ayudó muchísimo; ese empuje nos hizo ganar el partido”, expresó.
Colace eligió abrazar el pragmatismo. Volvió a confiar en referentes, puso al “Bebe” Acosta otra vez en el centro del medio campo y sostuvo que, en este contexto, la estética no se negocia. “Nos gustaría jugar mejor, sí. Pero estos muchachos se merecían este triunfo. Se merecían ganar en casa y festejar con la gente”, subrayó.
El DT insistió en que el grupo le respondió. “En poco tiempo me están dando un feedback espectacular. Me están respondiendo a todo lo que les pido”, lanzó.
La otra arista de la noche tuvo nombre propio: los juveniles. Luciano Vallejo y Carlos Abeldaño tuvieron minutos y Colace lo tomó como símbolo. "Vienen de un proceso importante. Todavía son chicos, pero están preparados para estos partidos. Entraron en una situación muy difícil y respondieron”, dijo antes de referirse a los referentes. “Son la bandera de este club. Tenían que estar. Independientemente de si venían con poco rodaje o con molestias, ellos estaban disponibles. Y llevaron al grupo para adelante”.
Sobre el significado de lo conseguido, no tuvo vueltas. "Tomamos conciencia. Sabíamos que era una final y la jugamos como tal”, concluyó.
La frase resume la noche. Atlético no lució, no enamoró desde la pelota. Pero ganó, aseguró la categoría y se permitió un respiro. Después de semanas de fuego interno, la victoria fue, sobre todo, un acto de supervivencia.




















