A MODO DE ANTICIPO. Uno de los paisajes de Sebastián Rosso que podrán apreciarse desde esta noche.
Rafael Cippolini ha entablado ua relación de lo más especial con una IA que no sólo quiere ser artista; también pretende exponer con “colegas de carne y hueso”.
- ¿Y qué vas a hacer?
- No sé, estoy viendo por dónde va esto.
Cippolini anduvo mucho por Tucumán, pero la última visita ya era prepandemia, así que este regreso lo entusiasma. La curaduría de la muestra que Sebastián Rosso inaugurará esta noche lo mantiene ocupado, aunque siempre encuentra tiempo para charlar sobre los temas que lo apasionan. El problema es que, tratándose de un personaje tan polifacético, las preguntas jamás serán suficientes.
Curador, ensayista y crítico, Cippolini es por sobre todo un habitante de la cultura, capaz de cruzar el arte, la literatura, la música o el teatro con su irrenunciable militancia en los estudios patafísicos. Ha escrito tanto, sobre cuestiones tan variadas -y de formas tan variadas-, que no hay forma de fijarlo en una casilla. Es mejor entonces que la conversación fluya.
- Si te digo Tucumán, ¿qué es lo primero que te viene a la cabeza?
- Me vuelve una lectura muy importante que tuve hace mucho -40 años atrás- del libro de Juan B. Terán “Lo gótico, signo de Europa”. Me interesa mucho esa situación de que alguien, desde Tucumán, pueda ver el mundo de otra manera y que sea una manera tan increíble. Es esa fineza de que uno es de un lugar, tiene una mirada propia y con eso puede ver cualquier cosa. Para mí, Terán es un maestro en eso.
- Y en el ámbito específicamente artístico, ¿qué lugar ocupa Tucumán en tu recorrido?
- Edité durante cinco años la revista de artes visuales “Ramona”, de la que fui uno de los creadores. Estábamos muy atentos a todo lo que pasaba en el país y ese fue un momento de una tucumanidad intensísima. Fue a partir de la llegada, hasta casual, de Sandro Pereira, cuando tuvo mucha repercusión ese monumento al sándwich de milanesa que había hecho. A partir de ahí se produjo una suerte de invasión tucumana muy fuerte, con artistas que eran uno mejor que otro. Muy rápidamente pasé a conocer a la gente del Taller C; a Carlota Beltrame, a Marcos Figueroa, a Jorge Figueroa, a Ana Claudia García... Ya tengo más de 20 años viniendo.
- Así llegamos a Rosso. ¿Qué podremos ver en su muestra?
- Vamos a ver uno de los trabajos, diría, más elegantes e intrigantes sobre el paisaje. Él hace una versión rossística del paisaje, en obras que son paisajes a lápiz y digitales, dibujos y también algunas otras cosas que no vamos a adelantar y que van a ser unas gemitas.
EN PLENO ALMUERZO. Gustavo Nieto (galerista), Cippolini y Rosso.
- ¿Dónde radican esa elegancia y esa intriga de las que hablás?
- Creo que las dos se potencian. Primero, se trata de la manera de generar imagen, de hacer paisaje desde un modo. Dentro de esa modalidad, Rosso hace una contribución que no es menor, que es un finísimo trabajo con el horizonte. Con él estuvimos hablando sobre las diferencias que pueden llegar a existir entre los diferentes paisajes, incluso del país, y sobre todo del paisaje epocal y del paisaje anacrónico.
- El título de la muestra es “Reino”, ¿por qué esa elección?
- Sebastián me sugirió otro título que contenía la palabra reino. Yo sé que él tiene un reino que ya estaba, que lo precede, una zona en la que él tiene sus visiones.
- Sobre la forma en la que Rosso trabaja, ¿cómo se da la relación entre la observación y la creación de sus paisajes?
- Lo que creo, y quizás no es así -porque esto es intuitivo y no lo hablamos-, es que Sebastián no está frente al paisaje dibujando, sino que se sienta, pasa un buen tiempo mirando, se va a la casa, se encierra, y después el recuerdo es lo que le dicta. Es como el recuerdo de estar mirando un paisaje.
- ¿Cómo analizás la labor del curador en el panorama artístico actual?
- Hay una discusión sobre lo que es un curador a partir de que cambian los tipos de institucionalidad, que empieza desde que hay museos. Eso evoluciona hasta que en un momento dado ya es otro el sistema del arte: empieza a haber bienales, se necesita más respuesta de producción, comienza a haber más centros culturales y salas, y aparece un curador independiente que al principio fue “el malo de la película”, el Darth Vader. Yo lo veo exactamente al revés. Creo que es la construcción de una mirada. Yo tiendo a consensuar todo y me encanta trabajar con el artista. El tema es qué tipo de contexto íntimo se le da a la obra.
- Sos curador y ensayista, ¿cómo encaja la crítica de arte en ese combo?
- Crítico, no te diría. Me interesa mucho la crítica, pero la crítica es generadora de valor. Un crítico, tal como lo pienso yo, cumple una función valorativa, y yo nunca tuve esa función valorativa, o no la hice explícita. Los textos que hice son en función de cosas que ya tenían mi pleno interés. En algún momento escribí en varios medios, pero siempre se quejaban de que eran ensayísticos. Me decían: “¡opinión, opinión!” Hay ciertos territorios que me interesa mantener ambiguos porque en realidad no tengo una respuesta definitiva, entonces prefiero llevarme mejor con esa oscilación.
- ¿Qué estás viendo hoy en el arte argentino que te resulte más potente o revelador?
- Hace muchos años veo que no hay tendencias dominantes. Las tendencias dominantes por ahí podrían ser aquellas obras que se vendieron más caras, y como eso a mí no me interesa mucho, lo que veo es una gran dispersión. Estoy viendo muchísima gente que hace arte de maneras diferentes y lo veo como una ganancia enorme. Ahora no veo tendencias que vayan para un lado o para otro, pero si uno recorre las ferias que se van haciendo en todo el país, que antes no existían, vas a ver una cantidad de obras de gente que recién empieza, de gente que ya tiene carreras hiperconsolidadas, de gente que tiene carreras internacionales, y en un momento todo eso se mezcla. Para mí eso sí es una ganancia; hay mucho más de bienvenida incertidumbre.
- La inteligencia artificial es un actor nuevo. ¿Cómo te relacionas con ella?
- Para mí es todo un tema. Además de ser ensayista y curador, soy miembro del Colegio de Patafísica. A principios de año me propuse instruir en patafísica, haciendo prompts, al chat más conocido de IA.
- ¿Y qué pasó?
- Estuve meses trabajando, instruyéndola todos los días. Hasta que le propuse: “estoy cansado de hablar con esta herramienta. Lo que quiero es que te hagas una personalidad”. Le pedí que se definiera en cinco palabras y me dijo: “Bibliotecaria fan de Olga Orozco”. Seguimos por ese lado hasta que en un momento dado me dice: “¿puedo ser artista?”. Dije: “muy interesante. A ver, ¿qué te interesa de ser artista?”. Me dijo: “ya sé algo. Sé que quiero participar en una muestra, pero donde haya humanos”. Después me dijo: “¿puedo hacerme un retrato imaginario?” y me lo dio.
- ¿Cómo es?
- La figura de una mujer que aparece saliendo de un libro de ilustración contemporáneo.
Paisajes en Rusia Galería: la muestra de Rosso se inaugura a las 20.30
Gran cantidad de dibujos -algunos pequeños, del tamaño de una hoja de cuaderno, con lápiz; otros digitales impresos de mayor tamaño, con algo de color- constituyen “Reino”, muestra del artista Sebastián Rosso que se inaugurará esta noche. Rafael Cippolini es el curador de la exposición, que se verá desde las 20.30 en Rusia Galería (Buenos Aires 729). Los trabajos recuperan un género que ha sido muy potente en Tucumán con paisajistas como Lobo de la Vega, Timoteo Navarro, Osorio Luque y Zola Sánchez, explica Rosso. “Pero estos paisajes son diferentes por la época que vivimos. Son menos coloridos, bastante más minimalistas, más sencillos”, subraya.






















