Compras para calmar el estrés: alertan que cada vez más jóvenes usan el consumo como escape emocional

Los especialistas advierten que el alivio es momentáneo y que este patrón puede convertirse en un signo de malestar profundo.

COMPRAS COMPULSIVAS. Advierten que los jóvenes acuden a ellas para escapar del estrés. COMPRAS COMPULSIVAS. Advierten que los jóvenes acuden a ellas para escapar del estrés.
22 Noviembre 2025

Salir de compras siempre fue para muchos una actividad placentera: elegir una prenda nueva, darse un gusto o simplemente pasear entre vidrieras puede resultar relajante. Sin embargo, un estudio reciente de Dynata y Unobravo encendió una señal de alerta al mostrar que cada vez más jóvenes utilizan esta práctica como una vía para aliviar el estrés, convirtiéndola en una estrategia emocional para enfrentar la angustia o el desgaste cotidiano.

Según esta investigación, un porcentaje creciente de la población recurre al consumo impulsivo en busca de una reducción inmediata de la tensión emocional. Pero los especialistas advierten que este hábito, aunque genere un bienestar fugaz, puede transformarse en una señal de un malestar más profundo cuando se convierte en la principal forma de gestionar la ansiedad.

La emoción detrás del descuento

Los profesionales de la salud mental explican que este comportamiento suele surgir cuando la persona siente que perdió control en otros aspectos de su vida y encuentra en el acto de comprar una sensación puntual de alivio. Sin embargo, ese efecto dura poco: con frecuencia aparece después la culpa, el arrepentimiento o la idea de que el gasto fue innecesario, retroalimentando un ciclo difícil de cortar.

Las plataformas online, junto con la constante presencia de descuentos y promociones, juegan un papel central en este fenómeno. Para muchos jóvenes, la exposición permanente a “ofertas imperdibles” genera presión y refuerza la impulsividad. Comprar porque “está rebajado” o por miedo a perder una oportunidad se volvió un comportamiento cada vez más frecuente.

Los psicólogos advierten que esta dinámica puede derivar en una conducta compulsiva, usada para aliviar emociones intensas. Cada compra activa en el cerebro una descarga de dopamina, el neurotransmisor asociado al placer inmediato, lo que profundiza la búsqueda de ese alivio fugaz.

El riesgo aumenta en momentos del año donde las ofertas son especialmente agresivas -como el Black Friday o el Cyber Monday-, escenarios en los que la avalancha de estímulos incentiva decisiones poco racionales y refuerza la idea equivocada de que la felicidad se encuentra en adquirir algo nuevo.

Señales de alerta

Detrás de este patrón aparecen indicadores claros: ansiedad, aislamiento, acumulación de objetos que no se usan y, por supuesto, problemas económicos. Por eso, los especialistas señalan la importancia de diferenciar entre una compra ocasional y un comportamiento emocional repetitivo que podría requerir acompañamiento profesional.

El desafío, coinciden, está en aprender a identificar cuándo el consumo deja de ser un gusto o un paseo y se convierte en un refugio que intenta -sin éxito- tapar situaciones de angustia o estrés más profundas.

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