De un tesoro sudafricano al orgullo del rugby femenino: el "minimuseo" de Aguará Guazú, el corazón histórico del club

Entre camisetas fundadoras, reliquias como la casaca de Chester Williams donada por Martín Terán y recuerdos que narran el renacimiento del club, Aguará Guazú convirtió su boutique en un "minimuseo" que sintetiza identidad y sueños.

ORGULLO. Gustavo Turco Drube, presidente de Aguará Guazú, repasó la historia del club y contó diferentes curiosidades sobre la fundación; en la boutique, guarda una camiseta del seleccionado perteneciente a Florencia Morena, la primera jugadora del club en ser citada a Las Yaguaretés. ORGULLO. Gustavo "Turco" Drube, presidente de Aguará Guazú, repasó la historia del club y contó diferentes curiosidades sobre la fundación; en la boutique, guarda una camiseta del seleccionado perteneciente a Florencia Morena, la primera jugadora del club en ser citada a Las Yaguaretés. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.

Entre las canchas, el ruido de la música y la adrenalina típica del Seven de Aguilares, hay un rincón donde el tiempo parece detenerse. Dentro de la boutique de Aguará Guazú, se guardan algunos de los tesoros más preciados de la institución. No es solo un espacio para vender camisetas o indumentaria: es un “minimuseo” que resguarda la memoria viva del club. Allí conviven una de las primeras casacas utilizadas por la institución en su fundación, trofeos, copas y camisetas históricas donadas por jugadores que dejaron huella. Una de esas joyas, tal vez la más impactante, es una camiseta de los Springboks de Chester Williams regalada por Martín Terán, uno de los padrinos del club y protagonista de una historia que cruza continentes.

Gustavo “Turco” Drube, presidente de Aguará Guazú, se detiene frente a cada prenda con una mezcla de emoción, orgullo y memoria. En su voz aparece un relato que no solo reconstruye la historia de una camiseta, sino también el camino de un club que supo nacer, desaparecer y renacer gracias a la convicción de un grupo de soñadores.

Los colores que nacieron de un viaje a Córdoba

La camiseta fundadora de Aguará, descolorida y marcada por los “daños de batalla”, es quizás el objeto más simbólico del minimuseo. Su historia se remonta a los primeros pasos del club, cuando el proyecto comenzaba a tomar forma. “Esto tiene una historia bastante emocionante”, dice Drube mientras señala el cuadro que tiene a la prenda. “Cuando se inicia Aguará, Julio Paz padre les dice a los chicos que formen un equipo, pero que tenían que conseguir sus propias camisetas”, explica.

En aquella época, conseguir indumentaria deportiva era casi una odisea. En Tucumán no había disponibilidad y la única alternativa era viajar a Córdoba. Dos jugadores emprendieron el viaje, con más esperanza que certezas. Recorrieron tiendas y negocios deportivos. Había camisetas, sí, pero nunca un juego completo.

RELIQUIA. En la boutique de Aguará Guazú, se guarda una de las camisetas que se utilizó en los años fundacionales del club aguilarense. RELIQUIA. En la boutique de Aguará Guazú, se guarda una de las camisetas que se utilizó en los años fundacionales del club aguilarense. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.

“En la última tienda que quedaba, ya como última esperanza, encontraron 15 camisetas de La Tablada”, recuerda Drube. Ese hallazgo marcaría para siempre la identidad del club. “Deciden comprarlas y así pasaron a ser nuestros colores. Somos como hermanos de leche con La Tablada. Hermanos de camiseta”, resume.

La prenda hoy luce gastada, con el color azul apagado y parches que hablan de tiempos donde el rugby era más sacrificio que infraestructura. “Está descolorida y está rota. Pero son daños de batalla. Eso es historia pura”, dice Drube.

Un club que desapareció y volvió a nacer

La historia de Aguará tiene dos capítulos: uno en blanco y negro, otro en color. Tras esa primera etapa, el club desapareció. No hubo estructura, ni apoyo, ni continuidad. Sin embargo, años más tarde un grupo de ex jugadores decidió recuperarlo.

“Se juntaron, hablaron con autoridades y empezaron de nuevo, paso a paso”, cuenta Drube. Ese trabajo silencioso, casi artesanal, encontró resultados concretos: en 2025, el club cumplió 18 años desde su refundación. “En tan pocos años, muy pocos clubes crecieron como Aguará. Tenemos iluminación propia, que en su momento fue la tercera mejor a nivel provincial. Crecimos en estructura, en gente y en competencia”, señala.

La institución atravesó distintas comisiones, nombres y etapas, pero el espíritu fue siempre el mismo: sostener al rugby del sur tucumano, una región que históricamente debió esforzarse “uno o dos puntos más”, como reconoce Drube, para alcanzar el nivel de los clubes capitalinos.

La camiseta de Chester Williams, una leyenda de los Springboks

Entre los objetos que guarda la boutique, uno sobresale por su peso simbólico: una camiseta de los Springboks utilizada por Chester Williams, figura del histórico equipo sudafricano campeón del mundo en 1995. La pieza llegó a Aguilares gracias a Martín Terán, leyenda tucumana y padrino del club, quien la recibió en un intercambio con el propio Williams.

“Es impresionante la historia”, dice Drube mientras la señala. “Chester Williams fue el primer ciudadano de color en jugar para los Springboks después del apartheid. Fue campeón del mundo. Y su camiseta está aquí”, describe.

TESORO SUDAFRICANO. En el club aguilarense se guarda una camiseta de Chester Williams, una leyenda de los Springboks. TESORO SUDAFRICANO. En el club aguilarense se guarda una camiseta de Chester Williams, una leyenda de los Springboks. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.

El crecimiento del rugby femenino: orgullo y lucha

Otra sección del minimuseo exhibe camisetas femeninas, incluida la de Florencia Moreno, la primera jugadora de Aguará convocada a un seleccionado. Para Drube, el rugby femenino es una causa que el club adoptó con convicción. “Hoy tenemos varias chicas que son seleccionadas o preseleccionadas. Estamos creciendo tanto deportiva como estructuralmente”, dice.

Sin embargo, la lucha no ha sido sencilla. “Faltó apoyo. El rugby femenino en Tucumán podría haber sido potencia nacional. Pero hubo comisiones que no apostaron por las mujeres”, señala. Aun así, los frutos empiezan a aparecer: jugadoras de Cardenales, Corsarios y Aguará Guazú representan hoy a Tucumán en el Campeonato de la República.

La emoción de Drube se intensifica cuando habla de lo que significa para Aguilares. “A nosotros siempre nos costó un poco más que a la gente de la ciudad. Pasa en el fútbol, en el rugby, en todo. Pero seguimos peleando para que esa ilusión no se pierda”, explica.

En Aguilares, ese minimuseo no guarda objetos: guarda el alma de Aguará Guazú. Y cada visitante, cada jugador y cada camiseta que llega, suma un capítulo más a esta historia que todavía tiene mucho por escribirse.

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