Nicolás Maduro. ARCHIVO
El gobierno de Nicolás Maduro reaccionó con fuerza a la entrega del Premio Nobel de la Paz a la dirigente opositora María Corina Machado, que este miércoles no pudo asistir al acto en Oslo. Mientras la comunidad internacional aumenta su presión sobre Caracas y se profundiza la amenaza militar estadounidense, el chavismo desplegó una nueva movilización masiva en la capital venezolana y se conoció un episodio de alto impacto institucional: la prohibición de salida del país al cardenal Baltazar Porras, uno de los referentes más importantes de la Iglesia Católica venezolana.
La vicepresidenta Delcy Rodríguez calificó el reconocimiento a Machado como un “premio manchado en sangre”, en línea con la estrategia oficial de desacreditar la distinción. Sin embargo, el efecto político del Nobel terminó amplificando la crisis interna que atraviesa el régimen y acelerando los cuestionamientos internacionales.
Porras denunció que las autoridades migratorias lo obligaron a firmar documentos que lo inhabilitaban para viajar por un supuesto “incumplimiento de normas”. Cuando intentó fotografiar el papel, aseguró haber sido amenazado con la detención. “Si yo insistía en la foto, me amenazaron de quedar detenido”, relató en X. Según indicó, su pasaporte fue anulado.
El hecho generó inquietud institucional por la creciente tensión entre el chavismo y sectores de la Iglesia Católica, en un contexto de aislamiento diplomático creciente para Maduro.
Nueva marcha chavista en Caracas
En paralelo, mientras se aguardaba la llegada de Machado a Noruega, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) impulsó una marcha en Caracas con motivo del 166° aniversario de la Batalla de Santa Inés. El acto buscó exhibir fuerza política ante lo que analistas interpretan como un golpe simbólico significativo.
Sobre una tarima y en un discurso cargado de gestos performáticos -que incluyó cantos y bailes- Maduro lanzó críticas contra Estados Unidos y un mensaje directo a Donald Trump: “No crazy war”. También convocó a estar listos para “partirle los dientes” a una eventual agresión estadounidense.
Para el analista venezolano Andrés Cañizalez, investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, la entrega del Nobel constituye “una derrota simbólica y política enorme para el chavismo”. Y más aún, agregó, que Machado -a quien el gobierno acusa de golpista y terrorista- lograra salir del país por vías irregulares desafía el control migratorio del régimen. Según The Wall Street Journal, la dirigente viajó en una embarcación hacia Curazao antes de continuar rumbo a Oslo.
Censura interna
Otro analista, Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, aseguró que el gobierno intenta invisibilizar la noticia dentro del país. “Las emisoras de radio y TV no hablan del Nobel. La gente se entera por redes sociales”, afirmó.
Según explicó, el chavismo busca cerrar filas en la élite gubernamental, aunque reconoce fisuras en las capas medias y bajas del aparato político. “Narrativamente intentan unificar el discurso en torno al tema del Caribe y de María Corina Machado”, señaló.
Petro reclama amnistía
El impacto internacional fue inmediato. Desde Colombia, el presidente Gustavo Petro -hasta hace muy poco uno de los aliados políticos más cercanos a Maduro en la región- escribió en X que “es hora de una amnistía general y de un gobierno de transición” en Venezuela. “Es más democracia el problema de Venezuela”, agregó, marcando un giro notorio respecto de su postura previa.
La combinación del Nobel, las denuncias sobre el cardenal Porras y los pedidos internacionales de apertura política dejaron a Maduro más aislado que nunca, tanto frente a la presión occidental como ante la distancia creciente de antiguos socios como Rusia y China.





















