CGT. / ARCHIVO LA GACETA
Apenas aterrizó en Aeroparque, y con "Back in Business" de AC/DC sonando de fondo, el presidente Javier Milei firmó el proyecto de reforma laboral que enviará al Congreso. Una decisión de último minuto hizo que el texto final fuera "suavizado" para descomprimir la tensión con el sindicalismo.
El Gobierno decidió retirar los puntos más conflictivos referidos al financiamiento de los gremios, específicamente los cambios sobre las "cuotas solidarias". Este gesto busca evitar que la discusión naufrague antes de empezar y garantizar un debate parlamentario centrado en la modernización del empleo y no en la supervivencia financiera de los sindicatos.
La letra chica del acuerdo tácito
El proyecto, que consta de 71 páginas, sufrió modificaciones tras intensos debates en el Gabinete entre el "ala dura" y los sectores más dialoguistas. Aunque se eliminó la ofensiva directa contra las cajas, se mantuvo un requisito clave en el artículo 137 para cualquier descuento sindical -incluso la cuota de afiliación- será obligatorio el "consentimiento expreso y por escrito del trabajador", además de una autorización administrativa de la Secretaría de Trabajo.
Desde la Casa Rosada admiten el cambio de estrategia: "El objetivo es adecuar la normativa a la realidad del mercado, no trabar la ley por cuestiones secundarias", dijeron.
La reacción de la CGT
Pese a la concesión, la paz no está garantizada. La cúpula de la CGT recibió el gesto con cautela y advirtió que la eliminación de ese artículo "no implica un aval a la reforma". Los líderes sindicales siguen preocupados por el impacto en las negociaciones colectivas y definirán en las próximas horas si convocan a movilizaciones, trasladando el campo de batalla a las puertas del Congreso.



















