El Dr. Orlando Bravo fue un reconocido físico tucumano que se formó en la Universidad Nacional de Tucumán y en la Comisión Nacional de Energía Atómica, logrando su doctorado en Física cuando no era tan común hacerlo. Fue discípulo de profesionales de la talla de José Würschmidt y Juan Roederer.
Quizás muchos lo recuerden como el profesor de Física en primer año de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán. No era un docente convencional. Aunque sus clases eran numerosas, interactuaba mucho con los alumnos. Hacía preguntas y planteaba problemas, que él mismo decía que eran para pensar. Con eso también incentivaba a los alumnos a hacerse peguntas y a dudar de todo, algo fundamental para los físicos.
A los alumnos de la licenciatura en Física, les pedía que se sienten en la primera fila, quería identificarlos desde el primer día. Los invitaba a medir placas con las que detectaban la radiación cósmica. El trabajo era muy artesanal y probablemente las mediciones no eran muy útiles, pero era una forma de mostrarles a los estudiantes cómo se trabajaba en investigación y ellos sentían que hacían algo importante.
Era un amante de la montaña. Participó de la segunda expedición Argentina al Himalaya y aunque no hicieron cumbre le dio mucha experiencia. Abrió nuevas rutas para subir al Aconcagua y escaló los picos más altos de Argentina y algunos en Perú. Pero no sólo ascendía por gusto, llevó detectores de radiación cósmica a algunas cumbres y estudios de las ruinas que encontraba. Estos viajes se realizaban con equipamiento muy rudimentario, comparado con el actual. Mucho del equipamiento era fabricado por ellos mismos.
Visitó en muchas oportunidades La Ciudacita, un recinto ceremonial de origen Inca que se encuentra a más de 4300 m de altura en los Nevados del Aconquija. Había fundado el Club de Astronomía de la UNT en la década de 1940 y sus conocimientos de astronomía le sirvieron para hacer mediciones y estudios de los marcadores del cielo en esa construcción. Son los primeros estudios arqueoastronómicos que se hicieron allí y en Tucumán. También investigó sobre la Piedra Pintada de San Pedro de Colalao y los Menhires del Mollar (Tafí del Valle) e hizo un interesante estudio arqueoastronómico de los Menhires de Casas Viejas.
Su amor a la montaña y su interés por preservar esos lugares lo llevó a trabajar arduamente para que se funde el Parque Nacional Parque de Los Alisos, el primero de Tucumán.
Más tarde inició un grupo de Biomecánica en la UNT, un tema completamente nuevo en Tucumán. Construyó modelos e instrumentos de medición. Su trabajo fue tan efectivo que fue convocado por la justicia para actuar como perito.
Estas son solo algunas de las cosas que hizo el Dr. Orlando Bravo. Lo que hay que destacar es su pensamiento crítico, y su formación de físico que lo llevaba interpretar muchas cosas fuera de la física y a discutir de igual a igual con profesionales de otras áreas. Sus conferencias eran excelentes y era una delicia conversar con él de temas como literatura, filosofía y arte.
Escribió libros y artículos de todos los temas en los que trabajó, también incursionó en producciones de televisión y cine. Su legado es muy valioso. Quedaron algunos trabajos y escritos inconclusos. Valdría la pena que se puedan completar.
Agradecimiento al Ing. Claudio Bravo =por la información aportada para este artículo.





















