05 Febrero 2003
La insuficiencia cardíaca es la consecuencia final de la mayoría de las enfermedades que afectan el corazón (como infarto, hipertensión, valvulopatías y Mal de Chagas) y es la principal causa de internación en los mayores de 65 años. La mitad de las personas deben el cuadro a la enfermedad de las arterias del corazón, las coronarias.
"La prevalencia de esta enfermedad viene aumentando desde la década del 50 en adelante por el envejecimiento progresivo de la población y por la mejoría de otras enfermedades cardiológicas que hace que personas que antes morían de estas enfermedades ahora vivan más pero con insuficiencia cardíaca" comenta el doctor Jorge Thierer, jefe de la Unidad de Terapia Intensiva y miembro del equipo del doctor Jorge Belardi del Instituto Cardiológico Buenos Aires.
Esta enfermedad se caracteriza por una falla en la función primaria del corazón, que es la de bombear sangre a todo el organismo. El concepto de insuficiencia cardíaca fue cambiando a lo largo de los años: de entenderla como una enfermedad que afecta sólo al corazón se ha pasado a un concepto más amplio y hoy en día es analizada y tratada como una enfermedad sistémica (de todo el organismo).
Un daño primario del corazón por las causas ya citadas pone en marcha una serie de mecanismos: aumento de la frecuencia cardíaca, retención de sodio y agua, constricción de las arterias y cambios en la estructura del corazón. Todos estos mecanismos al principio son compensadores y sostienen a la persona pero perdurando en el tiempo terminan dañándola.
La insuficiencia cardíaca afecta a aproximadamente el 2% de la población general, y hasta un 10 % de los mayores de 75 años.
Pero por cada persona con insuficiencia cardíaca ya diagnosticada hay uno a dos con deterioro de la capacidad del corazón que aún no tienen síntomas y que en el curso del tiempo los presentarán.
La mortalidad vinculada a la insuficiencia cardíaca es elevada y aunque disminuyó progresivamente durante los últimos 10-15 años gracias a la aparición de nuevas drogas como los Inhibidores de la Enzima Convertidora de angiotensina, los betabloqueantes y la espironolactona, dirigidos a antagonizar los mecanismos que se activan en la etapa inicial de la insuficiencia cardíaca. Por lo tanto, es fundamental la expansión en la utilización de estas drogas para mejorar el pronóstico de los pacientes.
Métodos que usan para diagnosticar
El diagnóstico de insuficiencia cardíaca se hace teniendo en cuenta primero y fundamentalmente el interrogatorio del paciente y el examen clínico. Si son cuidadosos, al cabo de ellos se puede tener una sospecha bastante fundada de la presencia o ausencia de la enfermedad.
La radiografía de tórax y el electrocardiograma ayudan a orientar el diagnóstico. Los análisis de sangre también pueden demostrar la existencia de algunas alteraciones características.
Hay dos estudios básicos para categorizar a la persona y confirmar el cuadro: el ecocardiograma y una prueba de esfuerzo.
El ecocardiograma evalúa medidas del corazón, su capacidad de contraerse y la presencia de males valvulares. El ecocardiograma Doppler permite ver si el corazón se relaja adecuadamente, si las presiones dentro de él son normales y la severidad de las valvulopatías.
Las pruebas de esfuerzo permiten ver si la persona tiene realmente disminuida su capacidad de realizarlo. La más común es la ergometría convencional pero la ergometría con determinación de consumo de oxígeno o test cardiopulmonar es más útil porque es más objetiva y permite diferenciar la insuficiencia cardíaca de otras causas de poca capacidad de esfuerzo ( falta de entrenamiento, problemas respiratorios, etc). Otros estudios como Holter y Cámara gamma se hacen en determinadas situaciones y ayudan al manejo de los pacientes.
Les falta el aire y presentan edemas
Los signos y síntomas más frecuentes que se presentan en la insuficiencia cardíaca son la disminución en la capacidad de esfuerzo, es decir el hecho de sentir falta de aire en actividades que la persona antes podía realizar normalmente y ahora no puede; en etapas más avanzadas la falta de aire en reposo; la aparición de edemas (hinchazón inicial en los tobillos y que en formas más avanzadas se extiende al resto de las piernas y luego al resto (del cuerpo) por retención de líquido y despertarse de noche para orinar, a veces más que durante el día.
Ninguna de estas manifestaciones representa por sí sola un diagnóstico exclusivo de insuficiencia cardíaca, pero obliga a sospecharla, y la combinación de dos o más de ellas hace mucho más probable que se trate de esta enfermedad.
Es necesario controlar los factores de riesgo
El control de los factores de riesgo que favorecen el desarrollo de enfermedad coronaria es fundamental para prevenir la aparición de insuficiencia cardíaca. Por eso, los especialistas recomiendan:
No fumar
Controlar la presión arterial.
Tratar la diabetes.
Mantener cifras normales de colesterol.
Además, es recomendable realizar el diagnóstico precoz de enfermedades valvulares y evitar el consumo exagerado de alcohol. Efectuar la consulta rápida al médico ante la aparición de edema o de la disminución de la capacidad de esfuerzo son importantes.
El seguimiento de los enfermos por los cardiólogos dedicados especialmente a ver pacientes con insuficiencia cardíaca, se asocia a un cumplimiento más adecuado de los estándares de atención en lo que tiene que ver con los métodos de diagnóstico y fundamentalmente con el tratamiento correcto, utilizando los medicamentos indicados en las dosis más útiles.
El paciente y su entorno son fundamentales para que la alianza con el médico sea exitosa.
Es importante el cumplimiento de una dieta restringida en sal y líquidos, la toma diaria de todos los remedios indicados y la consulta periódica que aseguran una rápida y exitosa evolución.
"La prevalencia de esta enfermedad viene aumentando desde la década del 50 en adelante por el envejecimiento progresivo de la población y por la mejoría de otras enfermedades cardiológicas que hace que personas que antes morían de estas enfermedades ahora vivan más pero con insuficiencia cardíaca" comenta el doctor Jorge Thierer, jefe de la Unidad de Terapia Intensiva y miembro del equipo del doctor Jorge Belardi del Instituto Cardiológico Buenos Aires.
Esta enfermedad se caracteriza por una falla en la función primaria del corazón, que es la de bombear sangre a todo el organismo. El concepto de insuficiencia cardíaca fue cambiando a lo largo de los años: de entenderla como una enfermedad que afecta sólo al corazón se ha pasado a un concepto más amplio y hoy en día es analizada y tratada como una enfermedad sistémica (de todo el organismo).
Un daño primario del corazón por las causas ya citadas pone en marcha una serie de mecanismos: aumento de la frecuencia cardíaca, retención de sodio y agua, constricción de las arterias y cambios en la estructura del corazón. Todos estos mecanismos al principio son compensadores y sostienen a la persona pero perdurando en el tiempo terminan dañándola.
La insuficiencia cardíaca afecta a aproximadamente el 2% de la población general, y hasta un 10 % de los mayores de 75 años.
Pero por cada persona con insuficiencia cardíaca ya diagnosticada hay uno a dos con deterioro de la capacidad del corazón que aún no tienen síntomas y que en el curso del tiempo los presentarán.
La mortalidad vinculada a la insuficiencia cardíaca es elevada y aunque disminuyó progresivamente durante los últimos 10-15 años gracias a la aparición de nuevas drogas como los Inhibidores de la Enzima Convertidora de angiotensina, los betabloqueantes y la espironolactona, dirigidos a antagonizar los mecanismos que se activan en la etapa inicial de la insuficiencia cardíaca. Por lo tanto, es fundamental la expansión en la utilización de estas drogas para mejorar el pronóstico de los pacientes.
El diagnóstico de insuficiencia cardíaca se hace teniendo en cuenta primero y fundamentalmente el interrogatorio del paciente y el examen clínico. Si son cuidadosos, al cabo de ellos se puede tener una sospecha bastante fundada de la presencia o ausencia de la enfermedad.
La radiografía de tórax y el electrocardiograma ayudan a orientar el diagnóstico. Los análisis de sangre también pueden demostrar la existencia de algunas alteraciones características.
Hay dos estudios básicos para categorizar a la persona y confirmar el cuadro: el ecocardiograma y una prueba de esfuerzo.
El ecocardiograma evalúa medidas del corazón, su capacidad de contraerse y la presencia de males valvulares. El ecocardiograma Doppler permite ver si el corazón se relaja adecuadamente, si las presiones dentro de él son normales y la severidad de las valvulopatías.
Las pruebas de esfuerzo permiten ver si la persona tiene realmente disminuida su capacidad de realizarlo. La más común es la ergometría convencional pero la ergometría con determinación de consumo de oxígeno o test cardiopulmonar es más útil porque es más objetiva y permite diferenciar la insuficiencia cardíaca de otras causas de poca capacidad de esfuerzo ( falta de entrenamiento, problemas respiratorios, etc). Otros estudios como Holter y Cámara gamma se hacen en determinadas situaciones y ayudan al manejo de los pacientes.
Los signos y síntomas más frecuentes que se presentan en la insuficiencia cardíaca son la disminución en la capacidad de esfuerzo, es decir el hecho de sentir falta de aire en actividades que la persona antes podía realizar normalmente y ahora no puede; en etapas más avanzadas la falta de aire en reposo; la aparición de edemas (hinchazón inicial en los tobillos y que en formas más avanzadas se extiende al resto de las piernas y luego al resto (del cuerpo) por retención de líquido y despertarse de noche para orinar, a veces más que durante el día.
Ninguna de estas manifestaciones representa por sí sola un diagnóstico exclusivo de insuficiencia cardíaca, pero obliga a sospecharla, y la combinación de dos o más de ellas hace mucho más probable que se trate de esta enfermedad.
El control de los factores de riesgo que favorecen el desarrollo de enfermedad coronaria es fundamental para prevenir la aparición de insuficiencia cardíaca. Por eso, los especialistas recomiendan:
No fumar
Controlar la presión arterial.
Tratar la diabetes.
Mantener cifras normales de colesterol.
Además, es recomendable realizar el diagnóstico precoz de enfermedades valvulares y evitar el consumo exagerado de alcohol. Efectuar la consulta rápida al médico ante la aparición de edema o de la disminución de la capacidad de esfuerzo son importantes.
El seguimiento de los enfermos por los cardiólogos dedicados especialmente a ver pacientes con insuficiencia cardíaca, se asocia a un cumplimiento más adecuado de los estándares de atención en lo que tiene que ver con los métodos de diagnóstico y fundamentalmente con el tratamiento correcto, utilizando los medicamentos indicados en las dosis más útiles.
El paciente y su entorno son fundamentales para que la alianza con el médico sea exitosa.
Es importante el cumplimiento de una dieta restringida en sal y líquidos, la toma diaria de todos los remedios indicados y la consulta periódica que aseguran una rápida y exitosa evolución.
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