24 Febrero 2010
"Vi a Bussi matar a dos personas, a garrotazos"
Un ex soldado, que hizo la conscripción en el Regimiento 19 entre el 76 y el 77, acusó al ex gobernador como autor material de asesinatos. El hecho habría ocurrido en Timbó Viejo. Contó que vio cómo torturaron a una embarazada y cómo se deshacían de los cuerpos. "Muchos saben, pero tienen miedo"
SILLA VACIA. En el centro del recinto del Tribunal Oral en lo Criminal Federal está el sitio donde se ubica el testigo. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
"Vi a Antonio Bussi matar a dos personas en El Timbó Viejo, a garrotazos. Cuando los detuvieron, lo llamaron y llegó a las dos horas. Primero nos repartieron paquetes de cigarrillos a los soldados, y después él les pegó; cuando ya no se movían, ordenó que se encarguen de los cuerpos".
Estas palabras fueron dichas ayer por el ex conscripto Domingo Antonio Jerez ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF), en el marco del proceso que investiga el funcionamiento del centro clandestino de detención (CCD) en la ex Jefatura de Policía.
El testigo reconoció haber presenciado asesinatos, torturas, desapariciones de cuerpos, allanamientos y otros delitos durante los 16 meses que se desempeñó en el Servicio Militar Obligatorio, entre 1976 y 1977, en el Regimiento 19 de Infantería. "He visto a Bussi en varios CCD; siempre andaba por ahí, aunque no todos los días", agregó. Y mencionó que él conoció seis de esos lugares, ubicados en Caspinchango, en el ex ingenio Nueva Baviera, en Santa Lucía, en el emplazamiento universitario de San Javier y en El Timbó Viejo.
Jerez aseveró que en Caspinchango, cerca de la base militar, funcionaba un dispensario donde estuvieron hasta siete embarazadas. Dijo que una de ellas -que identificó como "la ñata de Santa Lucía"- fue torturada con un fusil en su vagina, debido a que la responsabilizaban por el ataque a la ambulancia militar donde murió Juan Angel Toledo Pimentel. Por ese mismo episodio, aseveró que fue obligado a golpear a culatazos al "gringo Quinteros". A su criterio, la explosión habría sido realizada por personal del servicio de Inteligencia, entre los que luego reconoció a una persona.
"Mucha violencia"
"Para ellos era más fácil matarlos, torturarlos, hacerlos sufrir y desaparecerlos que llevarlos a la Justicia. Decían que uno iba a tener más respeto (en la conscripción), pero no era así. Había mucha violencia, como si no existiese la cárcel ni los jueces para que juzguen a las personas como se debía. No me gustaba cómo actuaban; si alguien cometía un delito o andaba en cosas raras, para eso estaban los jueces y los fiscales", puntualizó.
Además describió secuestros, fusilamientos, tormentos y quema de cadáveres: "en general, a los cuerpos los tiraban al costado de algún camino o los quemaban y enterraban en el monte; yo era el encargado de sacar el gasoil y la nafta de los vehículos en dos bidones; porque si se los mezcla arden más rápido. Ibamos cinco o seis soldados con pala para enterrarlos".
Jerez aseveró que las órdenes llegaban de Bussi y eran ejecutadas por los oficiales a cargo. Entre sus superiores, mencionó al teniente primero Valdivieso ("participaba en todos los operativos porque era cinturón negro de karate, y creo que ahora es teniente coronel", agregó), al subteniente Oneto y al cabo primero Leontti.
"No podíamos desobedecer las órdenes, porque nos mataban a nosotros también, como guerrilleros. No declaré nada antes de 2008, porque ellos seguían en el poder y me persiguieron por mucho tiempo; eran militares pero de civil. No queríamos hablar porque era jodido", señaló.
El testigo aseveró que llevó a miembros de la Justicia Federal a la zona donde estaban enterrados los cuerpos en Caspinchango, pero que no encontraron exactamente el lugar. "Todo está cambiado, pusieron quintas de limones y antes había caña de azúcar. No hubo tiempo para buscar bien, porque estaban apurados, pero es posible hallarlo. Creo que era (el ex juez federal Ricardo) Maturana. Hay mucha otra gente que sabe, pero que tiene miedo de venir", concluyó.
Estas palabras fueron dichas ayer por el ex conscripto Domingo Antonio Jerez ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF), en el marco del proceso que investiga el funcionamiento del centro clandestino de detención (CCD) en la ex Jefatura de Policía.
El testigo reconoció haber presenciado asesinatos, torturas, desapariciones de cuerpos, allanamientos y otros delitos durante los 16 meses que se desempeñó en el Servicio Militar Obligatorio, entre 1976 y 1977, en el Regimiento 19 de Infantería. "He visto a Bussi en varios CCD; siempre andaba por ahí, aunque no todos los días", agregó. Y mencionó que él conoció seis de esos lugares, ubicados en Caspinchango, en el ex ingenio Nueva Baviera, en Santa Lucía, en el emplazamiento universitario de San Javier y en El Timbó Viejo.
Jerez aseveró que en Caspinchango, cerca de la base militar, funcionaba un dispensario donde estuvieron hasta siete embarazadas. Dijo que una de ellas -que identificó como "la ñata de Santa Lucía"- fue torturada con un fusil en su vagina, debido a que la responsabilizaban por el ataque a la ambulancia militar donde murió Juan Angel Toledo Pimentel. Por ese mismo episodio, aseveró que fue obligado a golpear a culatazos al "gringo Quinteros". A su criterio, la explosión habría sido realizada por personal del servicio de Inteligencia, entre los que luego reconoció a una persona.
"Mucha violencia"
"Para ellos era más fácil matarlos, torturarlos, hacerlos sufrir y desaparecerlos que llevarlos a la Justicia. Decían que uno iba a tener más respeto (en la conscripción), pero no era así. Había mucha violencia, como si no existiese la cárcel ni los jueces para que juzguen a las personas como se debía. No me gustaba cómo actuaban; si alguien cometía un delito o andaba en cosas raras, para eso estaban los jueces y los fiscales", puntualizó.
Además describió secuestros, fusilamientos, tormentos y quema de cadáveres: "en general, a los cuerpos los tiraban al costado de algún camino o los quemaban y enterraban en el monte; yo era el encargado de sacar el gasoil y la nafta de los vehículos en dos bidones; porque si se los mezcla arden más rápido. Ibamos cinco o seis soldados con pala para enterrarlos".
Jerez aseveró que las órdenes llegaban de Bussi y eran ejecutadas por los oficiales a cargo. Entre sus superiores, mencionó al teniente primero Valdivieso ("participaba en todos los operativos porque era cinturón negro de karate, y creo que ahora es teniente coronel", agregó), al subteniente Oneto y al cabo primero Leontti.
"No podíamos desobedecer las órdenes, porque nos mataban a nosotros también, como guerrilleros. No declaré nada antes de 2008, porque ellos seguían en el poder y me persiguieron por mucho tiempo; eran militares pero de civil. No queríamos hablar porque era jodido", señaló.
El testigo aseveró que llevó a miembros de la Justicia Federal a la zona donde estaban enterrados los cuerpos en Caspinchango, pero que no encontraron exactamente el lugar. "Todo está cambiado, pusieron quintas de limones y antes había caña de azúcar. No hubo tiempo para buscar bien, porque estaban apurados, pero es posible hallarlo. Creo que era (el ex juez federal Ricardo) Maturana. Hay mucha otra gente que sabe, pero que tiene miedo de venir", concluyó.