24 Febrero 2010
El testimonio de Domingo Jerez causó conmoción tanto en las defensas como en los acusadores en el proceso oral por delitos de lesa humanidad en trámite.
El defensor oficial Ciro Lo Pinto, que representa a los hermanos Luis y Carlos de Cándido, lo acusó de ser partícipe necesario de dos homicidios, encubrimiento, traslado de detenidos y de ocultamiento de cadáveres a partir de sus propios dichos, y pidió que se lo investigue.
El planteo indignó a la contraparte. El fiscal federal Alfredo Terraf se opuso a rajatabla, y consideró que el pedido apuntaba a atemorizar a los testigos para que no declaren. "Nos llevaría a que tengan miedo en venir a declarar. A Jerez no se le puede imputar responsabilidad por hechos aberrantes. Era un conscripto atemorizado por las amenazas. La Justicia debe proteger y distinguir a los ciudadanos que tienen la valentía de contar hechos aberrantes, y el tribunal debe dar garantía a los testigos de que no eran molestados por sus dichos", afirmó.
En el mismo sentido se pronunció la querellante Laura Figueroa, quien dijo estar avergonzada por la actitud de mala fe procesal de Lo Pinto. "Sus preguntas buscaron incriminar a un soldado, que no formaba parte de la estructura del personal permanente del Ejército ni había elegido la carrera militar. Es un agravio a la democracia. Pido custodia para Jerez, quien fue también víctima del terrorismo de Estado", sostuvo.
Pablo Lauthier, defensor oficial de Antonio Bussi, adhirió a lo pedido por Lo Pinto y se centró en las funciones que cumplió el testigo durante la conscripción. Jerez recordó que era baqueano y que recibió un premio (un encendedor) por ser buen chofer.
Eduardo Brandán, defensor de Albino Mario Zimmermann, hizo pie en el concepto de que no podía resistirse a una orden y en el episodio de El Timbó Viejo. A su vez, Horacio Guerineau, uno de los abogados de Luciano Benjamín Menéndez, interrogó al testigo sobre los otros soldados que habrían estado presente en los hechos. Entre otros, Jerez mencionó a Hilario Díaz, de Gastona, y abundó sobre la posibilidad de encontrar las tumbas ocultas en el monte.
El defensor oficial Ciro Lo Pinto, que representa a los hermanos Luis y Carlos de Cándido, lo acusó de ser partícipe necesario de dos homicidios, encubrimiento, traslado de detenidos y de ocultamiento de cadáveres a partir de sus propios dichos, y pidió que se lo investigue.
El planteo indignó a la contraparte. El fiscal federal Alfredo Terraf se opuso a rajatabla, y consideró que el pedido apuntaba a atemorizar a los testigos para que no declaren. "Nos llevaría a que tengan miedo en venir a declarar. A Jerez no se le puede imputar responsabilidad por hechos aberrantes. Era un conscripto atemorizado por las amenazas. La Justicia debe proteger y distinguir a los ciudadanos que tienen la valentía de contar hechos aberrantes, y el tribunal debe dar garantía a los testigos de que no eran molestados por sus dichos", afirmó.
En el mismo sentido se pronunció la querellante Laura Figueroa, quien dijo estar avergonzada por la actitud de mala fe procesal de Lo Pinto. "Sus preguntas buscaron incriminar a un soldado, que no formaba parte de la estructura del personal permanente del Ejército ni había elegido la carrera militar. Es un agravio a la democracia. Pido custodia para Jerez, quien fue también víctima del terrorismo de Estado", sostuvo.
Pablo Lauthier, defensor oficial de Antonio Bussi, adhirió a lo pedido por Lo Pinto y se centró en las funciones que cumplió el testigo durante la conscripción. Jerez recordó que era baqueano y que recibió un premio (un encendedor) por ser buen chofer.
Eduardo Brandán, defensor de Albino Mario Zimmermann, hizo pie en el concepto de que no podía resistirse a una orden y en el episodio de El Timbó Viejo. A su vez, Horacio Guerineau, uno de los abogados de Luciano Benjamín Menéndez, interrogó al testigo sobre los otros soldados que habrían estado presente en los hechos. Entre otros, Jerez mencionó a Hilario Díaz, de Gastona, y abundó sobre la posibilidad de encontrar las tumbas ocultas en el monte.